jueves, 29 de julio de 2010

PEGUENLE A CALDERON

Desafío Publicación: JUEVES 29 DE JULIO DE 2010

*Péguenle a Calderón

*Parapetos Mediáticos

*Sobre el Menos Malo

Por Rafael Loret de Mola

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Primero fue la cruzada contra “el pasado” para expresar que, en cualquier caso, el presente político es menos convulso; después, la campaña en pro del presidencialismo se centró en que quienes protestan por la falta de soluciones no son capaces de plantear proyectos encaminados a destrabar las grandes conflictivas, entre ellas la de la violencia, y sólo se dedican a lanzar piedras para merma de la figura central. Más adelante quizá pretendan vendernos que las omisiones severas de Felipe Calderón son, claro, más tranquilizadoras comparadas con la dinámica de un gobierno corruptor, es decir considerando como tal a la larga hegemonía priísta y nada más. Esto es como si los Fox hubieran sido fantasmas y los Calderón merecieran el aval ciego de una ciudadanía hastiada. Diez años ya.

Bien se sabe que el llamado “primer mandatario” recurre a asesores del exterior para inducir a la opinión pública acerca de las supuestas “bondades” de la inercia nacional. Dos españoles se llevan la palma en el renglón, acaso siguiendo los pasos imparables de la selección “roja” de fútbol: Antonio Solá, diseñador de las campañas del derechista Partido Popular, y Antonio Navalón quien se incorporó a los cotidianos nacionales como quien llega a su casa y abre la puerta con su propia llave. (Un trato, por cierto, muy alejado al que se da a los mexicanos en España, donde avanza la xenofobia y se aprietan las fuentes de empleos con todo y la discursiva sobre el primer mundo).

Con Solá y Navalón colocados en fuentes estratégicas, Calderón asume que su problema de imagen está resuelto. Basta con que el virus inductivo de la demagogia se apodere de la perspectiva social y se desarrolle al amparo de la ignorancia y el fastidio colectivo. Se trata, claro, de medir en donde están los puntos débiles de los mexicanos, confundidos por un alud de justificaciones falaces, para que sobre ellos se diseñen las estrategias desde el núcleo fuerte de la Presidencia. ¡Si son capaces de convertir en candidato a quien fue señalado como pederasta y asumirlo redentor contra los cacicazgos priístas, de acuerdo a sus habituales cantaletas! Pregunten en Veracruz y lo confirmarán.

En esta línea, el Comité Directivo Estatal del PAN en Morelos se animó a presentar, a plana entera, una curiosa propaganda, con pretensiones de ser lapidaria, para inquirir a quienes critican a Calderón si tienen propuestas que hacer antes de lanzar la primera piedra sobre el señalado “pecador”. Esto es: reconocen, per se, la negligencia gubernamental en cuanto a la ausencia de resultados en la lucha contra la delincuencia organizada, pero trasladan la bola caliente a quienes señalan al titular del Ejecutivo por su negligencia. El título no puede ser más sugerente:

“Que el Presidente de la República equivocó la lucha contra la delincuencia organizada... ¡ajá! ¿Y entonces qué proponen?”

Esto es: el mal no está en la parálisis ni en los yerros gubernamentales sino en el pertinaz y perverso cuestionamiento al “primer mandatario” supuestamente sin esbozo de solución alguna al gravísimo conflicto que mantiene al país entero en jaque. Por tanto, la crítica debiera cesar y dejar de ser contrapeso a los excesos autoritarios para otorgarle a Calderón dispensa absoluta. Este es el criterio de quienes, basados en la parafernalia presidencial, se curan en salud y exhiben su notoria incapacidad para entender, siquiera, la geopolítica nacional. Claro, quienes diseñan las campañas... llegaron de allende el mar para quedarse, euros de por medio, medrando entre nosotros. La reconquista ya está aquí mientras se elevan los fastos del bicentenario. Otra vez, falacias.

Desde luego, la monserga es bastante sencilla de responder si se aplica la memoria como instrumento y no la pasión sectaria; de hecho, incluso algunos connotados miembros de la derecha admiten, sin miramientos, el fracaso del gobierno en cierne a diferencia, claro, de quienes perciben que con ello estarían en ruta a perder prebendas y perspectivas hacia el futuro. Cuantos se arraigan hoy a la figura presidencial, con la mima fruición con la que los priístas lo hacían a lo largo de la “dictadura casi perfecta”, exhiben el nivel de sus obcecadas mentes, confundidas igualmente al no poder disociar sus discursos falsamente democráticos de la disciplina sectaria que los convierte en incondicionales de la parálisis y la negligencia públicas.

Y para hacer posible tal distorsión se requiere, claro, a operarios y consejeros del exterior, con o sin las barbas al estilo de Cortés, para quienes México sigue siendo una tierra virgen lista a ser dominada por los guerreros del primer mundo, expertos en el arte de la manipulación mediática por antonomasia. Dijéramos que los jamelgos de los extremeños conquistadores han sido cambiados por las redes de las inducciones mediáticas y las consiguientes recojas de oro, o de euros luego de convertir los pobres pesos, para beneplácito de las coronas primermundistas. Lo mismo que antes si bien con matices.

Debate

¿Soluciones? Pues, la verdad, no han escaseado las propuestas. Para infortunio general, la clase panista en el poder las desecha con la misma facilidad rutinaria con la que se arrojan los envoltorios al cesto de la basura. Para ellos lo único válido es cuanto asume su propio grupo y todo lo demás se encoge a los terrenos de la perversa irresponsabilidad.

En estas líneas, por ejemplo, hemos manifestado varias salidas urgentes para intentar salir del atolladero brutal de la inseguridad pública creciente:

1.- El saneamiento de las corporaciones judiciales y, sobre todo, de los mandos militares. Nunca será efectivo, insiste el columnista, colocar la Iglesia en manos de Lucero, esto es, la responsiva para perseguir a los mafiosos desde fuentes infiltradas por los mismos. Ya se sabe que, en cuanto a las policías, sólo fue encontrado “confiable” el cuarenta por cierto de los efectivos... con muy buena voluntad de análisis que casi raya en el optimismo demagógico. Pero, ¿y el ejército? A éste se le dio prioridad para salir de los cuarteles sin antes diseccionar sobre las relaciones inconfesables de no pocos superiores castrenses. Y de allí a los abusos no hay sino un paso.

2.- Establecer convenios internacionales con el propósito de integrar, acaso con el aval de la ONU –ya es tiempo de que sirva para algo más que simple foro de recurrentes discursos-, policías especializadas con elementos de distintas naciones, capacitados con excelencia y perfectamente pertrechados. De otra manera, las mafias seguirán teniendo dominio territorial porque cuentan con mejor tecnología y son capaces hasta de controlar la agenda presidencial. (No se olvide el caso del mayor Arturo González Fernández, adscrito a Los Pinos, y detenido en diciembre de 2008 por mantener contactos con los “capos” y hermanos Beltrán Leyva a quienes proporcionaba información sobre la agenda presidencial; a cambio, el huésped de la residencia oficial no conoce, según expresa, el paradero ni los movimientos del “Chapo” Guzmán, uno de los grandes narcotraficantes inviolables).

3.- Combatir la pobreza extrema creando las oportunidades laborales para ello e intentando abatir, por ende, el deslumbramiento del dinero fácil con el que se coopta a los más necesitados para convertirlos en señores de horca y cuchillo. Mientras, los soldados y los elementos policíacos se mantienen con sueldos mínimos. Es decir, se actúa, lastimosamente, a contracorriente de la realidad y, por tanto, toda acción se disemina por el contagio de la ingente corrupción.

Tales son soluciones, no señalamientos marginales. Pero, claro, para los panistas sólo existe cuanto ellos proponen. Por eso no ven más allá de sus narices.

El Reto

En reciente reunión con un grupo de valiosos intelectuales, precisamente aquellos que no andan a la caza de candilejas ni en pos de la “iniciativa México” para figurar en televisión, surgió la enérgica voz de una dama que, palabras más o menos, expresó:

--La verdad creo que ha llegado la hora de negociar. Sí, de negociar entre el gobierno y los grandes cárteles. Que se establezca una especie de tregua para detener la oleada de violencia, la marea de sangre. Esta guerra no la puede ganar el gobierno; ya se sabe. Entonces es necesario tomar medidas de emergencia.

Cayó sobre los convocados, desde luego, un pesado silencio. No pocas veces las sacudidas de conciencia resultan del imperativo de medir la realidad y pasar sobre los prejuicios inalterables que desembocan en la rigidez de las reglas, insostenibles ya a causa de la dinámica social y la erosión estructural del establishment.

No hubo consenso, naturalmente, porque hay quienes, con razón sin duda, se resisten a sucumbir moralmente en aras de acuerdos pasajeros. No por ello lo expresado líneas arriba debe desecharse, sobre todo porque priva entre los mexicanos la voluntad de hacer algo más que extender la violencia como efecto de la “filosofía de guerra” a la que apuestan Felipe Calderón, sus corifeos y sus asesores importados.

La Anécdota

Durante la campaña proselitista de 2006, entre no pocos electores se extendió una sentencia: “hay que votar por el menos malo”. Y en esta condición se ubicó al continuista Felipe Calderón ante los riesgos supuestos, peligros les llamaron, de un viraje drástico hacia la izquierda.

Con miras al 2012, la derecha intenta recuperar la misma monserga en ausencia de liderazgos consolidados al interior del gabinete presidencial y entre la dirigencia del PAN. Se alega que sólo la continuidad es responsable porque cualquier otra cosa sería nefasta... aunque se admita el fracaso del régimen en curso, el “menos malo” de acuerdo a los sofismas de quienes venden ideas cortadas con las hispánicas tijeras de la reconquista. Hay que abundar, desde luego.

¿Podremos alguna vez elegir al mejor?¿Lo tendremos a mano? Si no es así ya va siendo hora de buscarlo.

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Rafael Loret de Mola

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miércoles, 21 de julio de 2010

LA M0RAL P0LITICA

Hasta los niños lo saben: “dime con quien andas”. Los amores como las complicidades no pueden ocultarse aun cuando se pretendan clandestinos. Se llevan a flor de piel y, en cierta manera, inducen comportamientos y decisiones que no se explicarían per se. De allí las frecuentes mutaciones de los hombres públicos en el ejercicio del poder: lo que ofrecen, por lo general, dista mucho de lo que terminan haciendo y no precisamente por falta de tiempo y de recursos; la diferencia se basa, casi siempre, en la profunda contaminación de la conciencia.

¿Qué llevó al señor Fox a trocar el cambio por el continuismo y sus promesas contra la corrupción por nuevas alianzas con los viejos cómplices del establishment? ¿Y a Felipe Calderón, atrapado en la vorágine de los valores entendidos para acceder a la Presidencia bajo sospecha, de ser un opositor vigoroso y leal a pasar a la condición de aliado de quienes representan al corporativismo antiguo y a las mafias del priismo hegemónico? Similares interrogantes podríamos hacer de los predecesores de éstos aun cuando sobre ellos ya cayó el lapidario juicio de la historia.

Hay una evidencia que confirma la derrota de la moral política en las altas esferas gubernamentales: ninguno de los ex mandatarios –lo mismo los del llamado “viejo régimen” que el producto caduco de la primera alternancia-, han podido elevarse sobre su desprestigio condenados fatalmente por quienes fueron sus gobernados y también por el juicio inapelable de la historia. Los saldos son deficitarios, por no decir deplorables, y eso no puede negarse porque los efectos seguimos sufriéndolos, todos salvo los especuladores bendecidos, en carne propia.

Suele ocurrir también que las inducciones de los grandes publicistas oficiales, mientras se apuesta por la desinformación como recurso en pro de la amnesia colectiva, extiendan las confusiones sobre algunas de las figuras claves del entorno político. Algunas veces he preguntado a los auditorios juveniles acerca del peor de los presidentes de México que han sido según la opinión de los asistentes. Debo confesarles que me sorprenden los resultados: López Portillo, quien murió atenaceado por su oscura vida familiar, mantiene el liderazgo mientras Miguel de la Madrid –en cuyo gobierno se precipitaron, a la baja, los valores esenciales de la República-, sale bien librado pero no exculpado. El primero, sencillamente, sigue siendo víctima, desde su sepultura, de la mala publicidad que lo presenta como el irresponsable estatizador de la banca. Quienes tienen el poder financiero, los mismos ayer y hoy, no le han perdonado y le crucifican cada vez que pueden.

Bien se dice que quienes acaparan riquezas y empresas, aprovechando en buena medida sus talentos especulativos, siempre preferirán tener en Palacio Nacional no a un gran presidente sino a un buen socio. Es, desde luego, mucho más redituable para ellos. Quizá por ello, López Portillo acabó siendo un pedigüeño en la mansión de su hermana Margarita –una de las debilidades de su carácter gregario-, y Miguel de la Madrid ocultó sus desviaciones atrincherándose en su manzana de Felipe Sosa, en Coyoacán, sin mostrar su crecimiento financiero, simulando, mintiendo, escondiendo. Y es éste quien fue el mentor de la clase tecnócrata que derribó al PRI, a golpes de cañonazos inmorales, dejando al jamelgo de la Revolución desahuciado.

Sucede igual con las mafias. Conocemos los nombres de aquellos “capos” dispuestos para los trabajos sucios; no, en cambio, a los grandes “padrinos” que mueven los hilos desde el centro neurálgico del poder y extienden sus redes más allá de la frontera con los Estados Unidos. Las pesquisas, por supuesto, no llegan a éstos ni a cuantos distribuyen el producto maldito a través de la extensa geografía de la mayor potencia económica de todos los tiempos. Esto es como si los cargamentos de drogas se esfumaran al cruzar los infectados cauces del Bravo o al dejar atrás las mojoneras en el desierto en busca de los oasis de la sociedad de consumo y sus consiguientes espejismos.

Bien se dice que “cada sexenio estrena a sus propios narcos”. Cuando menos, extinto el lapso de un mandatario sobrevienen las pujas por los reacomodos en todos los niveles. La cultura del presidencialismo, aun cuando el depositario del Ejecutivo parezca vulnerable porque requiere de alianzas soterradas para sostenerse contra la marea de la ilegitimidad de origen, está tan arraigada a los mexicanos que los sacudimientos se dan casi de manera natural al final de cada periodo y al principio del siguiente. Por una parte se cobran las facturas pendientes; por la otra, se mide al nuevo y se le obliga a contraer deudas de “gratitud” hasta el punto de la asfixia personal.

Los Fox, ella y él naturalmente, corrieron con suerte lo mismo que Miguel de la Madrid. Las circunstancias, esto es la crecida de la disidencia real y la posibilidad de un viraje hacia la izquierda, lo mismo en el escenario de 1988 que en 2006, impulsaron a los grupos dominantes –los legítimos, es decir los integrados por los grandes consorcios, y los que no lo son, como las mafias y sus veneros-, a respaldar a los mandatarios mencionados hasta que cesaran los flujos de alto riesgo. Fox optó, bajo presión, por rescatar a su partido y a su abanderado, con quien no simpatizaba al iniciarse el proceso selectivo, a cambio de la proverbial impunidad que cobija a los “ex” pese a los juicios condenatorios. De no haberse dado esta condición, su linchamiento cívico habría estado asegurado.

Felipe Calderón, claro, siguió el libreto. Y acabó dependiendo, claro, de los libretistas. Por eso ahora da la impresión de estar más cerca del viejo PRI que de buena parte de la militancia panista, la suya.

Debate

Hay que encontrar explicaciones. Hace dos años, en funciones de presidente de la mesa directiva del Senado de la República, el sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera, quien sucedió en este cargo a Diego Fernández de Cevallos una de las figuras claves de la transición política hacia la derecha, y luego lo dejó en manos del perredista Carlos Navarrete Ruiz, se situó en el ojo del huracán. Más, digo, de lo que ya estaba. Tras su querella contra el CISEN aduciendo haber sido espiado –una práctica no desconocida por él dados sus antecedentes como subsecretario de Gobernación entre 1988 y 1991, esto es bajo el mando de Fernando Gutiérrez Barrios, el legendario veracruzano que mantuvo férreos controles y archivos sobre la clase política-, le vinieron en cascada los señalamientos, de propios y extraños, por su sospechosa cercanía con el primer mandatario en funciones en cuanto toca a su actual condición de legislador experto en negociaciones. Una situación por demás clave en los complejos prolegómenos de la anunciada y cuestionada reforma energética calderonista.

Beltrones, nacido en 1952 en Villa Juárez, tuvo una formación tan difícil como los primeros años de su infancia. Luego alcanzó el estrellato cuando Miguel de la Madrid le impulsó hacia una diputación federal, en 1982, dándole la suficiente proyección, también la protección para que no tuviera tropiezos en su andar. Así fraguó la exitosa carrera que le mantiene en boga contra el viento y marea de alternancias y traiciones contra su partido.

En él confiaba Calderón, hasta hace muy poco, aun cuando no haya paralelismos entre ellos a través de sus academias políticas. Como si el pasado no existiera y las alianzas hubieran surgido al calor del régimen que escaló la Presidencia a trompicones –los del Congreso- y bajo alegatos mil en contra. Peor que borrón y cuenta nueva, diríamos. Y todo para asegurar los desenlaces deseados cumplimentando así dos proyectos: el personal de Calderón, en pro de la presunta estabilidad de su régimen; y la reconstrucción del priísmo en lisa de volver por sus fueros evitando con ello, de acuerdo a estos cálculos, una nueva crecida de los “radicales” que siguen callejoneando.

Desde luego, Calderón se perdió en divagaciones. Calculaba que de esta manera motivaba a la militancia de su partido, en lento proceso por sacudirse los lastres del pasado foxita que todavía agitan a algunos como el desleal Manuel Espino –en permanente fase de francotirador por no haber sido llamado al gabinete presidencial ni habérsele brindado un aterrizaje feliz salvo la presidencia de la Organización Demócrata Cristiana de América que le obliga, más bien, a mirar hacia fuera-. Si el panismo llegara a despertar, digamos si reaparece Diego Fernández, ello no aseguraría dejar atrás la pesadilla de la inoperancia partidista en el ejercicio del gobierno, un desafío que está resultando demasiado grande y ruinoso para sus abanderados.

Por lo visto, resulta más sencillo formalizar complicidades, digo alianzas, con las antiguas mafias que, contra la ingenua apuesta de Fox, no se fueron de motu proprio sino se arraigaron todavía más.

El Reto

Era por demás claro que Calderón no aceptaría, en circunstancia alguna, debatir con López Obrador, mucho menos respecto a la iniciativa presidencial de reforma energética que goza del aval de las complicidades partidistas entre los representantes del antiguo régimen, más fuertes que nunca en su condición de tercera fuerza política, y cuantos defienden a su correligionario, el primer mandatario, desde las fuentes legislativas. ¿Alguna diferencia con el pasado recurrentemente condenado?

Tampoco brinda el michoacano explicación alguna sobre su mantenida y exaltada relación, casi tierna, con la perniciosa “novia de Chucky”, la singular Elba Esther, genuina representante del corporativismo y el consiguiente sindicalismo charro. Los brotes explicables de rebelión por parte de la fracción democrática del SNTE conllevan el tremendo contrapeso de los compromisos palaciegos y las facturas por concepto de alquimia en fase de pago.

Con estas cadenas, no puede sino concluirse que contamos con un mandatario rehén. Y entre sus cancerberos figuraban, hasta hace poco insisto, el señor Beltrones y la señora de Chucky. Contaba con cuatro manos para una terapia política ciertamente costosa para la democracia bisoña. Ahora, Calderón está más solo.

La Anécdota

A punta de chantajes, no pocos predadores se salvan. Nada ha podido contra ellos la opinión pública mayoritaria, prueba contundente de la ausencia democrática, ni las denuncias escandalosas con pruebas y evidencias de toda índole. Hace dos años, el “gober” de Puebla, Mario Marín, debió pasar sobre una jardinera en su huída de la Casa Lamm, en la ciudad e México, acosado por una jauría de manifestantes cansados de las simulaciones. Pero se sostuvo en el cargo con el fútil alegato de la soberanía estatal como si esta fuera guarida de maleantes regionales.

Otro personaje, el oaxaqueño Ulises Ruiz, perfiló su carácter cuando, solícito, llamó a sus colegas gobernadores en el otoño de 2006:

--¡Ya no aguanto a estos ca....! –estalló-. ¿Cuento contigo?

Uno de los mandatarios del norte le respondió:

--Sí... pero no vayas a reprimir porque acabaremos velando nosotros al muertito...

--Pero es que ya no aguanto más. ¡De mí no van a burlarse!

Y reprimió pero nada pasó. Siguió en el cargo, telefoneando siempre, a punta de chantajes. Hoy, al fin, dejarán ambos sus feudos pero sin expiación alguna. Así se ha construido la modernidad política en la nación de las simulaciones

martes, 20 de julio de 2010

JARDIN DE NIÑ0S

*Jardín de Niños

*Política de Nada

*De los Ausentes



Nadie duda que el poder corroe hasta las entrañas, destruye y anida en las conciencias hasta convertir a éstas en dependientes de las drogas del autoritarismo. Y más todavía cuando el entorno del mando absoluto, por ejemplo en la Residencia Oficial de Los Pinos, aísla y determina las conductas de los hombres públicos; y también, claro, las de las mujeres de la política.

Tampoco podemos negar la evidencia sobre las transmutaciones que sufren, cada sexenio, quienes habitan la blanca casona de Chapultepec. Ninguno de sus huéspedes han podido salir de ella como entraron y eso que cuando llegaron ya estaban contaminados por la exaltación de sus supuestas virtudes en las bocas de sus vasallos cercanos, incapaces, per se, de decirles, alguna vez siquiera, no. De esta deformación, que deviene de la aviesa disciplina de los incondicionales, surgen los demás males endémicos de la política mexicana.

El ex secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, atado a su peculiar filosofía sobre la ética y el honor –esto es, sólo los suyos tienen estas cualidades hasta cuando agarran del chongo, literalmente, a la esposa de un futbolista-, me confió, en octubre de 2009, que a cada presidente lo marca su inicio. En breves palabras, el arranque resulta determinante para asegurar perfiles y desarrollarlos a lo largo de la gestión ejecutiva. A Carlos Salinas, por ejemplo, las voces que le señalaron como usurpador, tras el escándalo comicial de 1988, le impulsaron a consolidar su poder con la urgencia de quien aborrece los trayectos y sólo piensa en llegar a los destinos. Tenía prisa por colocarse la banda presidencial sin los amagos de cuantos minimizaban, en principio, su influencia. Y en un arrebato pasó sobre el corporativo petrolero y dio así su primer clarinazo.

Para Gómez Mont, muy “honrosamente” cesado, quien fue su superior en el entorno ejecutivo del gobierno federal, Felipe Calderón, debió iniciar su andadura bajo el flagelo de la ilegitimidad que azotaba su vulnerable epidermis de mediocre exaltado –“el menos malo” como consideraron buena parte de sus votantes en 2006-, y ello le ha significado mantener el trauma a lo largo de su periodo. Quizá por esta razón ya sumamos en el mismo lapso a cuatro titulares de la Secretaría de Gobernación amén de un encargado de despacho que, a decir de no pocos, fue el más efectivo de los designados tras la escenografía que significó la muerte de Juan Camilo Mouriño en noviembre de 2008. ¿Ya olvidamos tan pronto?

A diferencia de Salinas, considerado igualmente ilegítimo, Calderón optó por no sacudirse a los poderes fácticos como acaso hizo el primero al ordenar el confinamiento alevoso de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, más por una sanción política a sus veleidades en pro de Cuauhtémoc Cárdenas que en razón a los excesos de su proceder caciquil. Peor todavía: pretendió asimilarlos, dejándose levantar la mano por quien, sin duda, representa “lo peor del priísmo” anidado ahora en la plataforma alquimista del panismo presidencialista, Elba Esther, la “novia de Chucky”.

Miente César Nava cuando supone que en el pasado 4 de julio, las alianzas turbia pasaron sobre las herencias más repulsivas del viejo régimen, si es dable calificarlo así, cuando para ello se nutrieron, precisamente, no sólo de priístas recién escindidos sino también de los instrumentos corporativos, dominados por la “maestra” Gordillo, destinados a inducir la voluntad del colectivo al amparo del espionaje institucional y la edificación mediática de liderazgos de pacotilla.

En la misma línea, miente igualmente Calderón al sugerir que los cambios en su gabinete responden al propósito de dinamizar las interrelaciones institucionales, sobre todo hacia el interior de su propio equipo de trabajo que comienza a erosionarse por las ambiciones explicables de sus integrantes de cara al 2012. Se dieron, más bien, bajo un ámbito de creciente confusión y parálisis operativa tras los descalabros de Gómez Mont y la perniciosa cercanía de Paty Flores Elizondo, desde la oficina de la Presidencia, que acabó por contaminar incluso las relaciones personales, matrimoniales para decirlo de una vez, del mal llamado jefe de las instituciones nacionales. Cuando no se perciben límites se ignoran también los abismos.

Miente, en fin, el gobierno derechista cuando considera que basta una convocatoria extemporánea a “superar agravios” para construir automáticamente, a la vieja usanza, el pretendido “liderazgo” de un desconocido designado secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, traído desde Baja California y con muy escaso conocimiento de la geopolítica nacional. Habrá quienes, desde este momento y basados en la reconstrucción del avieso “dedazo” le observen hasta como presidenciable en la hora más negra de la política mexicana. Así gobierna el PAN.

Por supuesto, es dable desconfiar de cuanto expresó Blake en la hora de su asunción porque, sencillamente, parece un improvisado. Y nada es peor a quien simula, autonombrándose conciliador, para escalar escalafones minados por al amiguismo y las complicidades sectarias.



Debate

En sus días de candidato, allá por el lejano 1982, Miguel de la Madrid, al percibir el clamor general contra la ingente corrupción de la etapa lópezportillista, aireó la bandera de la “renovación moral” como propuesta central de sus discursos y, en corto, me confió:

-La ineficacia en el desempeño de los cargos públicos es también, sin duda, una forma de corrupción.

La sentencia, por supuesto, acabaría por señalarle a él mismo bajo el estruendo del “boom” del narcotráfico y la paulatina desnacionalización, con pérdida sustantiva del concepto sobre soberanía, que abrió los senderos para la gradual reconquista financiera... y política. Y lo que vendría después. Resulta por demás evidente cuál sería la ubicación de los Fox, ella y él naturalmente, en el organigrama de la incapacidad y, por ende, en el de la inmoralidad pública. Y de Calderón, ni se diga, por más buenas intenciones que expresaron tener y las consiguientes comparaciones tendenciosas entre la parálisis de los gobiernos de derecha –desde la exaltación del neoliberalismo- y las desviaciones escandalosas de las administraciones predecesoras.

Si la ineficacia es corrupción, los Fox y Calderón encabezan la lista de los predadores. Acaso por ello mismo, en recientes encuentros con auditorios rebosantes en Veracruz y Tabasco –agradezco desde aquí a mis anfitriones, los directores del AZ de Xalapa y Novedades de Tabasco por permitirme estrechar vínculos con lectores y amigos-, cada que pregunté sobre los peores ex mandatarios del país los más recientes recibieron los mayores señalamientos mientras se olvidaban y perdonaban las afrentas de, por ejemplo, Echeverría –y su Jueves de Corpus-, López Portillo –y su frivolidad ruinosa-, y De la Madrid –y el desarrollo de las mafias-. Los votos comenzaron a fluir con Salinas y acabaron por ser dominantes con la mención de Calderón... quien todavía, según dicen sus panegíricos, está en ejercicio.

¿Habrá aún quienes pregunten los porqués del desprestigio de la figura presidencial a la vista de los antecedentes y de la evolución de las perversidades y simulaciones? Porque, sin duda y contra el discurso recurrente en pro de las alianzas turbias, en el régimen de Calderón estriba lo peor... del priísmo hegemónico. Se trata, tan solo, de una versión corregida y aumentada del mismo con la baza de un puñado de simuladores que se postularon sin conocer a fondo cuáles serían sus funciones y responsivas, creyendo tan solo que tenían derecho al disfrute del poder por el poder mismo.



El Reto

Si Fox convirtió la residencia oficial en una especie de salón de fiestas en donde sus consortes celebraban bautizos y aniversarios, Felipe Calderón –su esposa le ha llamado siempre “Jelipe” por aquello de que le perdió, desde hace muchos años la “fe”-, la he erigido como auténtico jardín de niños en donde todos juegan a ser gobierno, o presidente... mientras dura el breve carnaval.

No olvidemos aquella jocosa escena, durante el “cumpleaños” del ISSSTE, cuando el niño “Jelipe”, tan travieso, lanzó sobre el pastel el rostro de su compañerito de diabluras, Miguel Ángel Yunes, el mismo veracruzano que sigue gritando como si le hubieran quitado de la boca el dulce, llenándolo de betún y merengue. Las gráficas sobre el evento recogieron igualmente el semblante incómodo de la señora Margarita Zavala quien debió sentirse una especie de mentora incapaz de detener las correrías de los escolapios incontrolables. Entre chiquillos, claro.

Y con el mismo talante dispone de renuncias y nombramientos contra la elemental lógica política. Porque, no me cabe la menor duda, en el sillón que ocuparon antiguos estrategas políticos de primer nivel –lo mismo Díaz Ordaz que Reyes Heroles y Gutiérrez Barrios- se sienta hoy una especie de párvulo listo a aprender sobre la marcha los secretos de un sistema infectado y derruido por la improvisación y la ineficacia, bastiones de la corrupción en el sector público.

¿Podrán los nuevos alumnos –Blake y Bruno Ferrari, éste designado para ocupar la Secretaría de Economía, un abogado con corta experiencia en la materia- enfrentar los enormes desafíos? ¿O se pondrán todos a jugar, sobre el tablero de mesa, “Stratego”, hasta que algún día descubran en donde está la bandera?



La Anécdota

El dilema sigue. ¿Qué es peor? ¿El mal gobierno o la ausencia de gobierno? La mayor parte se inclina por lo segundo como la expresión del agobio colectivo en tiempos de creciente desesperanza.

Por Tabasco, me atreví a deslizar una interrogante sobre la actuación, a tres años de distancia de su asunción, del gobernador, el químico Andrés Granier Melo, priísta, en una entidad fuertemente politizada e igualmente polarizada.

-¿Cómo perciben a Granier? –pregunté-.

-Pues, lo mejor es que no se percibe. Y sólo le falta la mitad del periodo.

La ausencia de gobierno se extiende. Y la sociedad, que parece resignada, espera.

lunes, 19 de julio de 2010

VIENT0S CATALANES

Hace algún tiempo, en Barcelona, tropecé con un grupo de jóvenes, furibundos antitaurinos como se proponían, quienes lanzaban consignas igualmente “contra España”, con epítetos muy altisonantes relacionados con suripantas y meretrices. Todo ello porque suponían que la fiesta de los toros era una reminiscencia bárbara y además relacionada con la dictadura franquista que lesionó, severamente, la idiosincrasia de Cataluña, enclaustrándola y negándole a sus hijos hasta la libertad de hablar en su idioma. Jamás lo perdonaron y las heridas no fueron curadas con el bálsamo de una democracia que, hasta nuestros días, no ha podido encontrar el justo medio entre dos bandos polarizados. Me animé entonces a preguntarles a los desbocados manifestantes sobre cómo percibían su destino: --¿Quieren independizarse de España? Arrebatados, con la insolencia que otorga el montón, respondieron casi a gritos: --Pero es que Cataluña jamás ha sido España... No repliqué ante los enfebrecidos; sólo deslicé un comentario que los puso en jaque: --Pues, de ser así... ¡tendrían que olvidarse de la Liga española y de los clásicos entre el Barsa y el Real Madrid! Como si hubieran quedado petrificados apenas musitaron palabras hasta que, pasados unos instantes, rompieron el silencio con una honda exclamación a manera de acto de contrición: --¡El fútbol y la Liga déjelos como están...! Y los dejamos, naturalmente, para sobrevivir. Viajábamos en un vagón del Metro, rebosantes de ístas del balompié, y no era una buena ocasión para iniciar debate alguno. Pero, si los toros remiten a la Iberia de la dictadura, ¿el fútbol, con los sellos de la antigua monarquía --de allí el nominativo “Real” que acompaña y perfila a varios de los equipos--, no? La disociación maniquea revela que los rencores llegan hasta donde las aficiones y las conciencias los sostengan. Ni un paso más ni uno menos. Sirva el antecedente para medir, igualmente, a los tantos mexicanos que, en fechas recientes, han manifestado todos sus traumas. Quienes, por ejemplo, sostienen la llamada “Iniciativa México”, desde el despacho del rey de Televisa, y no se detienen en fomentar deformaciones tales como bromear con las esencias mexicanistas suponiendo que, de no haber sido “por Hidalgo y sus revoltosos”, habríamos festejado, como propias, las glorias futboleras de España. Y no se cansarán de repetir el sambenito aquel de “madre patria” como si no existieran las raíces indígenas ni México se escribiera con equis. (Y todavía falta constatar cuanto de hipocresía habrá cuando se enfrenten, en un mes, las selecciones de México y España en el Estadio Azteca al que muchos quisieran nombrar Castilla). Para infortunio nuestro, las confusiones marcan nuestra historia. El símbolo presidencialista, por el cual apuestan los neopanistas -los viejos dicen que otrora se les indigestaba-, es visto, por las mismas deformaciones, como sinónimo de patria así como se tergiversa la noción de Estado y patria con la de gobierno y régimen. Y de esta profunda, gravísima distorsión surgen buena parte de nuestros atavismos y traumaas, cada vez más perniciosos y resistentes a pesar del denso y lento proceso de maduración de la sociedad en su conjunto. Por ello, igualmente, no se construyen los liderazgos o éstos confluyen, lamentablemente, ante los mesianismos obtusos, con cariz fascista por donde se les mire, en vez de abanderar, en serio, la transformación democrática que implicaría derrotar los sectarismos y las apetencias del poder central que nos asfixian. Lo hemos palpado y sufrido en los comicios recientes en catorce entidades del país, deformados por las intervenciones desde el poder y la presentación de candidatos impulsados por la parafernalia oficial. En todos los casos, incluyendo aquellos en los que, como en Oaxaca, un personaje logró aglutinar más allá de las plataformas partidistas. ¿Cómo entender, en la misma línea, la evidente precipitación de Andrés Manuel López Obrador, al llamar a que lo registre cualquiera de los partidos de acompañamiento, derivada de su ansiedad al constatar que quizá, en 2012, no sea él quien esté “mejor posicionado” de cara a la esperada candidatura “de unidad”? Luego haría las aclaraciones del caso pero sin poder explicar, satisfactoriamente, las razones por las cuales desafió a sus presuntos adversarios en la lid interna del PRD, donde mantiene una militancia colgada con alfileres por su tendencia a radicalizarse. Pierde con ello buena parte de su capital político lo que gana en cuanto al perfil provocador. Es, sí, una ruta semejante a la seguida por las fracciones legislativas del PRI que someten las iniciativas al intercambio permanente de chantajes. Esto es: para destrabar los cursos poselectorales, no se tiene óbice en adelantar facturas con cargo, entre otros rubros, a los presupuestos de egresos e ingresos para 2011 en el Congreso de la Unión. La misma perversidad deformante en todos los partidos. Debate Cada quien vela para su santo. Los panistas en el poder asumen, terca y obcecadamente, que en cualquier caso el pasado era bastante peor. Alegan y hacen comparaciones entre los ex presidentes, incluyendo Fox claro, para presentar la carta en pro de la continuidad de la derecha... que cada vez se parece más al priísmo hegemónico, supuestamente numen de sus cuestionamientos semánticos. Me dijo Ernesto Cordero Arroyo, ahora secretario de Hacienda con su corazón todavía puesto en la ansiada nominación presidencial –“2012: La Sucesión”, Océano, 2010-, que en cuanto a perspectivas los tres partidos con mayor representatividad tenían su propio tiempo: --El PRD se quedó en 2006 y se empeña en mirar al pasado –lo expresó antes de las alianzas turbias, por supuesto-; el PRI sólo observa al 2012 y se mueve con ansias buscando llegar a este año de una vez, precipitadamente; y el PAN vive en el presente: así, los panistas, por apego al presidente Calderón, no pueden hacer proselitismo adelantado porque ello sería casi una deslealtad. Con las alianzas recientes, ¿podría considerarse que el PRD alcanzó al PAN, al fin, en el entorno actual separándose de un pasado que se le aparece cada que López Obrador les recuerda su propia influencia ante millones de incondicionales?¿Y que el PRI, radicalizado contra el régimen federal maniqueo –el mal es sólo el PRI y ya no el “peligroso” PRD-, desvió la brújula hacia el pasado para recrearse con sus antiguas doctrinas y estrategias? Podría concluirse, en fin, que también el PAN viró... hacia el 2012, separándose de la supuesta ecuanimidad institucional, basando apuestas y contubernios en cuanto pueda darse en el año clave. Todos modificaron sus rutas apenas se dieron las confrontaciones estatales y ello delinea, sin duda, la vulnerabilidad de cada uno de los grandes protagonistas. Los mexicanos estamos en medio de la tempestad que ya comenzó. Y no es lógico, por tanto, el discurso oficial, en voz del acomodaticio secretario de Gobernación, en el sentido de que “nada” se ha salido de cauce en el país entero de cara a las inundaciones, naturales y políticas, que llevan el agua a los aparejos de la clase gobernante. Pasada las distracciones, el Mundial y los comicios controvertidos del 4 de julio pasado, es hora de iniciar una profunda auditoría, moral sobre todo, para precisar cuáles son los debes de cada uno de los bandos en pugna, que no partidos. El Reto Y como los traumas perviven, no dudamos que los vientos de la reconquista, callada pero eficaz, soplen con mayor fuerza. El habitual entreguismo de la derecha –recuérdese el ominoso episodio que devino en la importación siniestra del enajenado barbudo de Miramar por parte de los conservadores del siglo XIX-, se traduce hoy no sólo en cuanto a las fuentes financieras –con dominio de grupos bancarios y empresas de comunicación por parte de accionistas hispanos montados sobre los jamelgos de Cortés-, sino también con relación a las políticas. ¿No es significativa la presencia de personajes ibéricos, tales como Antonio Solá y Antonio Navalón, construyendo plataformas y escenarios con vistas hacia el 2012? Ellos son, incluso desde posturas ideológicas distintas, quienes fraguan las estrategias y proponen las fórmulas, ajenas a nuestra idiosincrasia incluso, para superar los barruntos nacionalistas y dar garantías, claro, a los grandes intereses multinacionales. Este es el meollo de la cuestión. ¿Cuáles serán las cuentas que rendirá Calderón en la hora de su finiquito inaplazable? Me temo, y esta opinión es compartida por algunos colegas con quienes he hablado en fechas recientes, que cuando llegue el momento, el michoacano será el ex presidente más duramente perseguido y acaso sancionado. Quizá ya lo percibe así. Y apuesta por los fastos del bicentenario de la Independencia y del centenario de “la bola”, para atemperar los rastros denigrantes de una actuación, por decir lo menos, escasamente patriótica.
La Anécdota
Los catalanes no festejaron igual los éxitos deportivos de “la roja”. Tampoco los vascos. Los sintieron ajenos. Incluso el nuevo presidente del equipo Barcelona no dudó en exclamar que sus favoritos para ganar el Mundial eran, en principio, Alemania y Holanda... “además de ese equipo que viste de rojo y en el que juegan la mayor parte de los integrantes del Barsa”. Por supuesto, los logros de los catalanes sobre la cancha los reivindican como hazañas en pro de la región y no del conglomerado nacional. Incluso asumen que no es válido hablar de “una sola nación” cuando se habla de España. Por esta misma razón el himno español, esto es la Marcha Real, no tiene letra ni ha sido posible superar las convocatorias para escribirla. Prefieren tararear los acordes monárquicos para no comprometer los regionalismos desbordados. Una vez pregunté a un amigo catalán: --Si se rechaza cuanto deviene de la dictadura, ¿por qué mantiene tanta fuerza la Iglesia Católica que fue cobijo de Franco? Mi interlocutor se encogió de hombros y sólo exclamó, evasivo: --¡Cosas que pasan! Pues que no le pasen a México. Aún estamos a tiempo

viernes, 16 de julio de 2010

THE 0LD SYSTEM

Let's turn to our unique democracy. If the PRI as an official party was responsible for the electoral fraud of 1988 accomplished the same fault loaded PAN compared to 2006. And the PRD can say, in a tight review of sins, that their leaders have been unable to renew without the turbulence caused by the traps and ambushes, to a large extent, this is the origin of the obvious fork in fact, of this current partisanon the one hand, the leader, López Obrador and searches for other shelters, on the other, called "mongrels" experts in the murky alliances. The history of the public outrage does not end, therefore, in the alleged death certificate of the PRI, come awkwardly in the euphoric hour Fox arriba, or alternation announced, with thunderous trumpets of glory, to the hegemony of the party that was almost unique.Nor can express that corruption has been segregated from the public to shift when the call "old regime." In fact, there are bad elements, such as nepotism and the propensity to do business from and with power, who are now presented as revised and expanded version of what we already knew and deplored at the time. To refuse to fall into a vulgar naivete behind the curtain that hides the creeping behavior of the unconditional.The water and oil together in the strange mixture of PAN and PRD is intended to be a kind of righteous mix to close the passage to the PRI stale, over the decade that we close this year, opted to renew without even beginning the journey to her.There is no doubt about the pervasiveness of crime and the pernicious old groups, wise in the management of blackmail and outstanding invoices as integrators thread a political class more rooted in their vices than their virtues. Just to emphasize, corroborating the above, in the mistaken strategy to ensure regional elections on July 4 benefit at the expense of allowing governors to draw their "successors."The setbacks, should be recognized as well, were tremendous. There is no doubt that, for example, Mario López Valdez Sinaloa "Malov" and José Rosas Aispuro duranguense, among others, would have been splendid PRI candidates, rolling in the respective state elections, not for the capricious bias in favor of the governors said that holders of all controls, even in shaping the future through their puppets.And in sin, this is the miscalculation led penance. Today these characters, and others, are part of the baggage "Alliance" even though, of course, you can not rent the ideological nor conscience unless it has lost all political morality.The leaders of the PAN, the acolyte Cesar Nava, and the PRD, the loudmouth Jesus Ortega, in the courtship of the right in the central power with the left has never recognized the PAN federal government insist on having met in search of an end common displace the PRI, the worst of it according to the exalted philippic Nava, to encourage democratic life in the states that have not witnessed alternation between parties in power for more than eighty years.However, in most cases the "opposition" loathed their own pictures and decided to support ... cleaved by the PRI governors pride. That is:without prejudice to marginalize their militancy, PRD and PAN together, next to Convergence and the Labor Party-related entities, Andrés Manuel López Obrador and his radicals, who preferred to throw the clothes had to let go of taking advantage of the PRI to compete platforms "dissidents" who were offered.They were mourning, yes, as if it were second rounds, less contaminated by the intervention of the leaders wrongs, among fellow separated only by the beneficial owner of the local power group without training or awareness disclaimers. Now, if the PRD and PAN, which justified its alliances with the PRI and how hate becomes of them, why then moved to their coreligionists, and their ideologies, so to defeat the PRI?In any case, why not join the PRD to his "cousin", the PRI, of course, to fight in Aguascalientes and Tlaxcala and thus overcome the stagnant PAN in both entities? "And the PAN should not do the same , ally with the PRI, to defeat the PRD in Zacatecas chiefdom? Is it because these three entities in the PRI, won, did not require any alliance?Clearly, the PAN holds the central power, did not grow structurally and acts as an opponent when it suits in different scenery, and the PRD lost its consistency simply to become, unfortunately, in an amorphous element is unable, by itself, to develop sectarianism and the flag. Involutions, no doubt. And the PRI? Of course, but despite their many and all his vices on his back, alive, much more than in 2000 when it eroded betrayals.Hitting Debate PRI is only a biased position, convenenciera and opportunistic, because it denotes the belief of his opponents to be spotless before an uninformed public. That is, the PAN is seen as a guarantor of the times because, in any case, the past and the legacy of the PRI are worse, and the PRD believes that the prospect for the future, if in 2012 it in 2018, belongs as a third option the government fails its "allies" on the right.As if they were distant from their own sorrows and mistakes, offering only his best virtues. Manichaeism in the superlative.Because certainly I do not understand that the PAN to PRI cacique hate when, for example, have been able to negotiate with factions of the party in Congress, effectively in terms of short-term revenue and expenditure budgets and for some key reforms, such as energy and tax, and have not done so, however, with the PRD and its "allies", suffocated by the sectarian troubles.So are the PRI, from this vision, the bad guys? Nor is understandable that the PRD, composed largely of those who emigrated from the PRI and even the mafia groups of the institute as the Salinas, prefers to go hand in hand with the right insulted them in 2006 with a rigged election, while inviting and encourage outstanding PRI militants to move into the halls of the left. But not only that:to take advantage of former PRI outstanding training, including Manuel Camacho Solis and Marcelo Ebrard to name just two, to extend coverage. And, in fact, Camacho was the master builder of the murky alliances. Basically despise the PRI, then why PAN and PRD are nurtured them in their feverish race to the state powers?On the other hand, did for the PAN PRD was not focused where the "danger" for Mexico if it was a shift to the left? For the PRD and the PAN were not met from the point of perverse extremists, such as those of the "Yunque" both celebrated recent victories Alliance, ready to sell sovereignty and social finalize old flags? But, of course, do not answer these questions. They do not want to do or, rather, do not dare and so the evade.They merely say that few analyze, critically of course, the genius of the dispute, thereby favoring the PRI and, therefore, to this pass their bills. Fallacies. The Challenge The PRI, against the usual sophistry, not lost in the recent elections thirteen and a half million votes to divest from Sinaloa, Puebla and Oaxaca.Rather, given the advantages of the Alliance between three and seven points, divided by the victors who had to present a united front and, consequently, also prevalent among them spraying of the vote. In this perspective, a few days ago, the economist Gabriel Reyes Orona, who was a strong prosecutor and submit waiver Vicente Fox, made me reflect that, is priceless:- In a democracy is to prevail credited voice of the majority and not that which comes from the sum of several minorities to crush another. The murky alliances converge from the second stage while achieving most, canceled or postponed indefinitely for the second round now comitial that could settle the issue, remains an achievable goal between the major operators of sectarianism undemocratic.The anecdote in the days of PRI hegemony, of contrasts and permanent truculence, used to repeat the luckiest in the bid for public office: - Our party-it was all that integrated government-is as wise as the popular philosophy . It is a suit cut to size of Mexicans. The propensity of their opponents to draw on the tables PRI extends and confirms the assertion;and also the profound confusion of collective riot-weary and lacking sufficient information collated and, on the future of the country and its political class. The costs of shady alliances are just foreseeing. And a need to integrate cabinets from polarized positions! Governance, no less, is at risk after the exalted triumphs of July 4. No small thing.

EL VIEJ0 REGIMEN

Volteemos hacia nuestra singular democracia. Si el PRI como partido oficial fue responsable del consumado fraude electoral de 1988, el PAN carga la misma culpa respecto al de 2006. Y del PRD podemos decir, en una reseña apretada de pecados, que sus dirigentes han sido incapaces de renovarse sin las turbulencias producidas por las trampas y las emboscadas; en buena medida, este es el origen de la evidente bifurcación, de facto, de esta corriente partidista: por un lado, el líder, López Obrador quien ya busca otros cobijos; por el otro, los llamados “chuchos” especialistas en las alianzas turbias. La historia de las afrentas a la ciudadanía no termina, por tanto, en el pretendido certificado de defunción del priismo, adelantado con torpeza en la eufórica hora del arribazón foxista, ni en la alternancia que anunció, con estruendosos clarines de gloria, el fin de la hegemonía del partido que fue casi único. Tampoco puede expresarse que la corrupción haya sido segregada del sector público al momento de desplazar al llamado “viejo régimen”. De hecho, existen elementos perniciosos, tales como el nepotismo y la propensión a realizar negocios desde y con el poder, que se presentan ahora como versiones corregidas y aumentadas de cuanto ya conocíamos y deploramos en su momento. Negarlo es caer en una ingenuidad ramplona detrás de la cortina que oculta la rastrera conducta de los incondicionales. El agua y el aceite reunidos en la extraña amalgama de panistas y perredistas pretende ser una especie de mezcla justiciera para cerrarle el paso al anquilosado PRI que, a lo largo de la década que cerramos este año, apostó a su renovación sin siquiera comenzar la andadura hacia ella. No hay duda acerca de la omnipresencia de las antiguas mafias y los perniciosos grupos, sabios en el manejo de chantajes y facturas pendientes, como hilos integradores de una clase política arraigada más a sus vicios que a sus virtudes. Basta insistir, corroborando lo anterior, en la equivocada estrategia para asegurarse las elecciones regionales del pasado 4 de julio a costa de beneficiar a los gobernadores permitiéndoles señalar a sus “sucesores”. Los descalabros, debe reconocerse así, fueron tremendos. No hay duda de que, por ejemplo, el sinaloense Mario López Valdez “Malova” y el duranguense José Rosas Aispuro, entre otros, habrían sido espléndidos candidatos del PRI, arrollando en los respectivos comicios estatales, de no ser por el caprichoso sesgo a favor de los mandatarios estatales que se dijeron poseedores de todos los controles, incluso para delinear el futuro a través de sus respectivos títeres. Y en el pecado, esto es el tremendo error de cálculo, llevaron la penitencia. Hoy estos personajes, y otros más, forman parte del bagaje “aliancista” aun cuando, desde luego, no es posible alquilar la formación ideológica ni la conciencia a menos de que se haya extraviado toda moral política. Las dirigencias del PAN, el monaguillo César Nava, y del PRD, el bocón Jesús Ortega, en pleno noviazgo de la derecha en el poder central con la izquierda que nunca ha reconocido al gobierno federal panista, insisten en haberse reunido en busca de un fin común: desplazar al PRI, a lo peor de éste de acuerdo a la filípica exaltada de Nava, para animar la vida democrática en los estados que no han atestiguado alternancias entre partidos en el poder desde hace ya más de ochenta años. Sin embargo, en la mayor parte de los casos los “opositores” desecharon a sus propios cuadros y optaron por apoyar... a los priístas escindidos por la soberbia de los gobernadores. Esto es: sin óbice de marginar a sus militancias, PRD y PAN reunidos, al lado de Convergencia y el Partido del Trabajo –entes afines, a Andrés Manuel López Obrador y sus radicales-, prefirieron lanzar a quienes debieron desprenderse de las vestiduras priístas para competir aprovechando las plataformas “disidentes” que se les ofrecieron. Fueron duelos, sí, como si se tratara de segundas vueltas, menos contaminadas por la intervención de los mandatarios tuertos, entre correligionarios separados tan solo por el grupo usufructuario del poder local pero sin renuncias de formación ni conciencia. Ahora bien; si perredistas y panistas que justificaron sus alianzas detestan al PRI y cuanto deviene de ellos, ¿por qué entonces desplazaron a sus correligionarios, y a sus ideologías, con tal de derrotar al PRI? Y en todo caso, ¿por qué el PRD no se unió a su “primo hermano”, el PRI claro, para combatir en Aguascalientes y Tlaxcala y superar con ello al anquilosado panismo de ambas entidades?¿Y el PAN no debió hacer lo mismo, aliarse al PRI, para derrotar al cacicazgo perredista de Zacatecas?¿Será porque en estas tres entidades el PRI, vencedor, no requirió de alianza alguna? Es evidente que el PAN, en posesión del poder central, no creció estructuralmente y actúa como opositor cuando le conviene en distintas escenografías; y el PRD sencillamente perdió su consistencia para convertirse, por desgracia, en un elemento amorfo incapaz, por sí, de desarrollarse y con el sectarismo por bandera. Involuciones, sin duda. ¿Y el PRI? Desde luego, aunque les pese a muchos y con todos sus vicios a cuestas, está vivo, mucho más que en 2000 cuando las traiciones lo erosionaron. Debate Pegarle sólo al PRI es una postura sesgada, convenenciera y oportunista; porque tal denota la creencia de sus adversarios de ser impolutos ante una opinión pública desinformada. Esto es, el PAN se aprecia como garante de los nuevos tiempos porque, en todo caso, el pasado y el legado priísta son peores; y el PRD considera que la perspectiva hacia el futuro, si no en 2012 sí en el 2018, les pertenece como una tercera opción su fracasa el gobierno de sus “aliados” de la derecha. Como si fueran ajenos a sus propios quebrantos y yerros, ofreciendo sólo sus mejores virtudes. Maniqueísmo en grado superlativo. Porque, sin duda, no entiendo que el panismo deteste al priísmo caciquil cuando, por ejemplo, han sido capaces de negociar con las fracciones de este partido en el Congreso de la Unión, eficazmente en cuanto a los coyunturales presupuestos de egresos e ingresos y respecto a algunas reformas claves como la energética y la fiscal, y no han hecho lo mismo, en cambio, con los perredistas, sus “aliados”, asfixiados por las tribulaciones sectarias. ¿Son entonces los priistas, desde esta visión, los malos de la película? Tampoco es comprensible que el PRD, integrado en buena parte por quienes emigraron desde el PRI e incluso de los grupos mafiosos de este instituto como el salinista, prefiera ir de la mano con la derecha que les afrentó en 2006 con una elección amañada, mientras invitan y alientan a destacados militantes del priísmo a mudarse hacia los salones de la izquierda. Pero no sólo eso: aprovechan a formación de antiguos priístas sobresalientes, entre ellos Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard por nombrar sólo a dos, para ampliar coberturas. Y, de hecho, fue Camacho el maestro constructor de las alianzas turbias. De despreciar en esencia al PRI, ¿por qué entonces panistas y perredistas se nutren de ellos en su febril carrera hacia los poderes estatales? Por otra parte, ¿acaso para los panistas no era el PRD en donde se concentraban los “peligros” para México si se daba un viraje hacia la izquierda?¿Y para los perredistas no eran los panistas el punto de reunió de perversos ultras, como los del “Yunque” que tanto festejaron las victorias aliancistas recientes, listos a vender soberanías y finiquitar antiguas banderas sociales? Pero, claro, no responden a estas interrogantes. No quieren hacerlo o, más bien, no se atreven y por ello las evaden. Se limitan a expresar que cuantos analizan, con sentido crítico naturalmente, el numen de la controversia, favorecen con ello al PRI y, por ende, a éste pasan sus facturas. Falacias. El Reto El PRI, contra los sofismas habituales, no pierde con las elecciones recientes trece y medio millones de votos al despojarse de Sinaloa, Puebla y Oaxaca. Más bien, dada las ventajas de los aliancistas entre tres y siete puntos, divide con los vencedores que debieron presentar un frente común y, por ende, también entre ellos impera la pulverización de los sufragios. Ante esta perspectiva, hace unos días, el economista Gabriel Reyes Orona, quien fuera procurador fiscal y presentara enérgica renuncia a Vicente Fox, me hizo una reflexión que no tiene desperdicio: --En democracia se trata de que prevalezca la voz de la mayoría acreditada y no la que proviene de la suma de varias minorías para aplastar a otra. Las alianzas turbias confluyen desde el segundo escenario mientras alcanzar la mayoría, canceladas o pospuestas indefinidamente por ahora las segundas vueltas comiciales que podrían dirimir la cuestión, sigue siendo un propósito alcanzable entre los grandes operadores del sectarismo antidemocrático. La Anécdota En los tiempos de la hegemonía priista, con claroscuros y truculencias permanentes, solían repetir los más afortunados en la puja de cargos públicos: --Nuestro partido –lo era de todos los que integraban gobierno-, es tan sabio como la filosofía popular. Es un traje cortado a la medida de los mexicanos. La propensión de sus adversarios a nutrirse de los cuadros priístas extiende y confirma el aserto; y también la profunda confusión del colectivo, hastiado de rebatiñas y carente de información cotejada y suficiente, sobre el devenir del país y de su clase política. Los costos de las alianzas turbias apenas están avizorándose. ¡Y falta integrar gabinetes desde posiciones polarizadas! La gobernabilidad, nada menos, está en riesgo tras los exaltados triunfos del 4 de julio. No es poca cosa.

miércoles, 14 de julio de 2010

DAÑ0S C0LATERALES

Desafío Publicación: JUEVES 15 de JULIO DE 2010

*Daños Colaterales

*Revoltijo Caciquil

*Apuestas de Ortega

Por Rafael Loret de Mola

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Los previstos conflictos poselectorales y las rebatiñas encendidas con sabor sectario han dejado una larga secuela de desencuentros, perversidades, chantajes sobre todo y la consiguiente fetidez política. Ninguna dirigencia partidista se salva porque todas fallaron de cara a una ciudadanía todavía manipulable a causa de su propia desinformación. Por eso, claro, la armazón de estrategias disparatadas, desde las alianzas turbias hasta la vindicación de los cacicazgos, revierte no sólo contra sus autores sino también para exhibir a la clase política en su conjunto incapaz de encontrar rutas civilizadas, y coherentes, hacia la utopía democrática.

Los discursos triunfalistas igualmente tienden a exhibir a sus pronunciadores por la ausencia patológica de ideas sustentables. Percibo incluso que los militantes de cada uno de los partidos, específicamente quienes ostentan cargos de elección popular o dentro de los organigramas oficiales, saben bien que algunas de las fórmulas encontradas, esto es para no ser arrollados por la volátil masa comicial, no son siquiera defendibles... y, sin embargo, deben justificarlas por disciplina o acaso igualmente para asegurarse posiciones al corto plazo.

Porque, desde luego, las falacias no pueden justificarse por más que se repitan sin cansancio. Analicemos algunas de ellas:

1.- Los “líderes” nacionales del PAN y el PRD, sin rubor alguno, no se cansan de subrayar el éxito de las alianzas turbias. Alegan que vencieron en la mayor parte de las entidades en donde se realizaron aun cuando tal haya sido confluencia, más bien, de los desprendimientos del PRI, esto es por los errores selectivos de la dirigencia de este partido.

2.- El sustento mayor de los mismos estriba en que los impulsó el imperativo de derrotar los cacicazgos estatales, a decir de ellos lo peor del priísmo, sin reparar que para ello debieron recurrir precisamente a los viejos caciques. Hagamos un breve recuento: en Oaxaca, sin duda, Gabino Cué, crecido al calor de Convergencia tras su desprendimiento del PRI hace varios lustros, fue apoyado por Diódoro Carrasco, ahora panista, y José Murat, aún priísta, en una puja contra el mandatario en funciones Ulises Ruiz; en Sinaloa, Mario López Valdez, Malova, se cobijó en el ex mandatario Juan S. Millán, señalado por presuntas conexiones non santas; y en Puebla, Rafael Moreno Valle se solazó en el padrinazgo de Elba Esther Gordillo, ésta sí lo peor del llamado viejo régimen, y de el ex mandatario Melquíades Morales.

Pues bien, los “ex” nombrados, los oaxaqueños Carrasco y Murat, el sinaloense Millán y el poblano Morales, fueron, en su momento, numen de los cacicazgos regionales que se bifurcaron, con el tiempo, al calor de otros gobernadores igualmente ambiciosos y, por supuesto, con creciente operatividad soterrada en los entretelones de la vida institucional. Un duelo entre grupos dominantes con el propósito de asegurarse respaldos y proyecciones. Igual proceden -¿coincidencias nada más?- los poderosos cárteles a lo largo de la geografía nacional.

3.- Beatriz Paredes Rangel, presidenta del PRI, no se ha cansado de repetir que su partido, pese a los descalabros conocidos, mantiene sus fueros como “primera fuerza política nacional” para acreditar con ello su condición de vanguardia en la justa por la sucesión presidencial en 2012. No obstante, los institucionales perdieron la mayor parte de los centros urbanos –aun cuando se postulan las recuperaciones en Baja California para atemperarlo-, y con ello se manifiesta que donde se concentra la población con mayor politización, el PRI y su presunto retorno al poder central dentro de dos años no cuenta con el aval necesario entre los electores más juiciosos.

4.- La propia señora Paredes Rangel, con indiscutible manejo del lenguaje político, me confió que la ventaja previsible de su partido en la arrancada carrera sucesoria presidencial, observada al inicio de este complejo 2010, obligaba a los priístas a no cometer errores, como ocurrió en 2006 con la causa perredista anclada en la arrogancia –dicho esto sin óbice del incuestionable desaseo electoral que se produjo, el fraude sin eufemismos-. Pese a ello, la propia Beatriz creyó que bastaba con fortalecer a “sus” gobernadores, responsabilizándolos de los cursos electorales a cambio de que impusieran a sus presuntos sucesores, para volver a la senda del “carro completo”. Y, desde luego, no fue así... ni siquiera en aquellas entidades en donde los controles eran recios en apariencia.

Los descalabros en las entidades en donde hubo alianzas “opositoras”, esto es como si el PAN no fuera el partido posicionado del poder central, fueron efectos de errores monumentales: las respectivas postulaciones de personajes oscuros, al amparo de los respectivos gobernadores, en detrimento de quienes contaban con mayores y más sentidos respaldos entre la militancia. Tal sucedió, cuando menos, en Puebla, Sinaloa y Durango.

Y algo más: en Veracruz, el pulso más bien se dio entre el mandatario en ejercicio, Fidel Herrera, y el candidato “panista” –así, entre comillas-, Miguel Ángel Yunes, observándose al abanderado priísta, Javier Duarte de Ochoa, quien ahora se dice “el veracruzano más votado de la historia”, evidentemente relegado de los primeros planos.

¿Todos ganaron o todos perdieron?

Debate

Desde luego, hay diferencias sustantivas entre los mandatarios electos, y felicitados por igual desde la residencia oficial de Los Pinos antes incluso de hacerse oficiales los resultados, en cuanto a orígenes e intenciones. No encontramos símil entre el oaxaqueño Cué y el poblano Moreno Valle; o entre éstos y el sinaloense Malova.

Cué, y así lo expresamos en su oportunidad, es más cercano a la izquierda como consecuencia de sus respectivos pulsos con los mandatarios de su entidad –incluso contra Murat quien ahora optó por impulsarlo para destroncar a Ulises Ruiz-, y su propia formación sociopolítica. En este caso, el personaje requirió las plataformas partidistas para cubrir los requisitos legales pero su fuerza recala en él mismo.

Mario López Valdez –y en la misma línea podemos ubicar al duranguense José Rosas Aispuro-, se desprendieron del PRI al sentirse marginados, contra las corrientes mayoritarias al interior de este partido, para encabezar cruzadas en contra de las imposiciones políticas insostenibles. Y crecieron, precisamente, porque confirmaron que eran ellos, y no quienes fueron abanderados priístas, quienes contaban con el apoyo real de la militancia. De haber sido ellos los candidatos del PRI, la plataforma original, nadie les hubiera podido disputar sus victorias, aun con el sambenito de las alianzas.

Y Moreno Valle es producto del intervencionismo de la inefable “maestra” Gordillo, la novia de “Chucky”, que no se detiene en la ambivalencia partidista: ella, sencillamente, mete la mano en donde quiere lo mismo en el PRI que en el PRD y, desde luego, el PAN. Y esta misma condición la impulsa a manejar varias cartas hacia el 2012: a favor del panista Alonso Lujambio, el priísta Enrique Peña Nieto y el perredista Marcelo Ebrard, éste último uno de sus consentidos en la escena de los acuerdos soterrados. Y detrás de ella, naturalmente, Carlos Salinas quien mantiene su personal pulso con Ernesto Zedillo, el gran simulador, dentro de un PRI que se desgasta a sí mismo.

Ninguno, y he aquí el hilo conductor, tiene de panista o perredista ni un solo cabello.

El Reto

Quienes pretenden la candidatura presidencial del PAN coinciden en un punto: a pesar del handicap que significa la mediática figura de Peña Nieto –en quien no pocos priístas desconfían en cuanto a sus posibilidades reales-, confían en que al interior del Institucional habrá bajas y pujas, suficientes diríamos, como para posibilitar la crecida, de nueva cuenta, de una derecha calculadora y empeñada en ser llevada por estrategas extranjeros bajo contrato, sobre todo los hispanos Antonio Solá y Antonio Navalón. Hasta en este punto se han vuelto adictos a la dependencia por la ausencia de cuadros propios.

Sin duda, es en este punto en donde radica la mayor apuesta del priísmo: el convencimiento de que sus bases son tan amplias, pese a las consecutivas derrotas nacionales de 2000 y 2006, que alcanzan para proveer a sus adversarios de sus desechos. Sólo que éstos, insisto, se llevan buena parte de los caudales humanos, nutrientes básicas, por causa de la insensibilidad, la soberbia y la necedad directiva. No han cambiado un ápice desde los cercanos días de la hegemonía partidista bajo el presidencialismo autoritario.

Es ésta la razón por la cual el aventajado Peña Nieto asume que las alianzas no le harán daño alguno... hasta que se lo hagan. Porque es la arrogancia, sin duda, lo mismo que cuando López Obrador se creyó inalcanzable e invencible, el elemento más ponzoñoso que corroe el alma de los políticos ambiciosos.

La Anécdota

En el PRD nadie se sorprende por el proselitismo abierto de López Obrador, empeñado en asegurarse una candidatura en el partido que quiera registrarlo, con separación evidente respecto a su militancia primigenia –bueno, en el plano actual, esto es con distancia de su antigua filiación priísta-.

Cuando pregunté a Jesús Ortega Martínez presidente nacional perredista, al respecto –“2012: La Sucesión”, Océano, 2010-, explicó:

--Me temo que Andrés terminará siendo el dirigente de una fracción cada vez más reducida de radicales.

Y para confirmarlo abrió la baraja de sus preferencias: Marcel Ebrard –quien jamás se lanzaría si no considera viable vencer-, Amalia García –antes de su descalabro en Zacatecas-, Carlos Navarrete... y el “externo”, Juan Ramón de la Fuente. Sus miradas entonces estaban puestas en el ex rector de la UNAM. Y los momios, pese a los desajustes del 4 de julio, no han cambiado al respecto. Apuesten por el último y acertarán, dentro del PRD claro.

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BLOG: www.rafaelloretdemola.blogspot.com

E-Mail: rafloret@hotmail.com

Contacto para Conferencias: alexavadillo@yahoo.es

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Rafael Loret de Mola
Escritor

APUESTA VIGENTE

Desafío Publicación: MARTES 13 DE JULIO DE 2010

*Apuesta Vigente

*El Reto de AMLO

*Con Oídos Sordos

Por Rafael Loret de Mola

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Tratemos de liberarnos de prejuicios, malquerencias, sinsabores y descalificaciones vanas para analizar, una vez más, la figura de Andrés Manuel López Obrador, sin duda la más representativa y vigorosa de una izquierda dividida y, para algunos, colapsada. El nombre concita, siempre, una automática repulsión por parte de una franja importante de mexicanos y el exaltado aval, incondicional, de un también amplio sector. Más allá de encuestas y sondeos, los más inducidos por los intereses de los corporativos que dominan los escenarios, a lo largo de cuatro años, esto es desde el conflicto comicial de 2006, el ex jefe del gobierno defeño ha mantenido voz, presencia y crispación en el papel del más destacado opositor de la administración calderonista.

Leí, con cuidado y liberado de las ataduras simplistas de los partidismos inútiles, la reciente obra editorial de Andrés Manuel, “La Mafia que se Adueñó de México... y el 2012” –Grijalbo, 2010-, y encontré en ella dos intenciones de fondo, loable la primera y cuestionable la segunda. Veamos:

1.- La radiografía sobre México, en muchos aspectos, es correcta. ¿O vamos a negar, a estas alturas, la preeminencia de los treinta oligarcas que mantienen dominio sobre los órganos del poder financiero y político? Sería, desde luego, una tremenda ingenuidad. Además, el pertinaz periplo lópezobradorista por todos los municipios del país –pasó cuatro meses en Oaxaca pues en esta entidad se cuenta con quinientos sesenta ayuntamientos-, le permitió ahondar en las conflictivas sociales que plantea correctamente a lo largo de su ensayo, esto es más allá de algunas empalagosas referencias sobre las bellezas naturales y la reciedumbre de los pueblos apenas apartados de los lugares comunes sobre el folklore y la idiosincrasia de cada región.

2.- Igualmente, en cada episodio de la obra, insiste en defender, tercamente, cada uno de sus actos políticos sin el menor atisbo de autocrítica, un elemento indispensable para asegurar el curso democrático sobre las tentaciones de la egolatría. Lo mismo subraya la trascendencia del plantón poselectoral, advirtiendo que gracias al mismo se desactivaron los posibles estallidos sociales tras el fraude de 2006, que justifica la invención, tragicómica, del inefable “Juanito”, Rafael Acosta, arguyendo que tal e dio como consecuencia de un mal fallo del Tribunal Federal Electoral. Tal significa, de acuerdo al criterio del propio López Obrador, que él mismo y sus movilizados pueden trocar las leyes, a su arbitrio, cada que consideren injustas sentencias o laudos. Un hombre y su gente por encima del Estado de Derecho.

Una línea similar a la seguida por el propio personaje en aquella amarga sesión general del Congreso destinada a desaforarlo en abril de 2005. Tras discursar sobre sus propósitos, descalificando a los propios legisladores porque acudían a un linchamiento político en el que no se superaría la consigna bajo argumentación alguna, optó por retirarse del recinto seguro de que se procedería judicialmente contra él, lo que no sucedió por el avieso temor de los Fox a una reacción popular incontrolable, subrayando con ello no solo su talante provocador sino también revelando cuál sería su comportamiento ante el contrapeso del Legislativo si llegase el caso de que accediera a la Presidencia: sencillamente desconocerlo y lo mismo reducir a cuantos no coincidieran con él bajo las interpretaciones de una cerrada elite de adoradores.

Y es esto lo que, sin duda, es advertencia sobre los peligros inherentes a su perfil aun cuando el sello, maquinado desde el poder para destruir su proyecto alternativo, hiera susceptibilidades explicablemente. Aún quienes han sido correligionarios del fogoso tabasqueño, cuya convocatoria sigue siendo de enorme importancia aunque le pese a sus detractores obcecados, admiten que el mayor de sus defectos es la arrogancia por la cual no le es dable reconocer razón más que la propia. Y ello, claro, no sólo inhibe a sus cercanos asesores, quienes se cobijan a su sombra para sostener relevancias entre ciertos medios afines y un apretado sector de intelectuales que se esmeran en parecer izquierdistas como parte de sus socorridos disfraces, sino también ocasiona frecuentes diferendos que, con el tiempo, se vuelven irreversibles.

De allí la sentencia de Jesús Ortega Martínez, dirigente nacional –“2012: La Sucesión”, Océano, 2010-, en el sentido de que quienes ahora rodean al líder y abanderado de 2006, para muchos un caudillo, son los antiguos pandilleros, digamos como Gerardo Fernández Noroña, y “los hijos de Salinas”, esto es quienes se forjaron durante la administración del mandatario a quien Andrés Manuel considera el jefe de todas las mafias y el eje del mal.

Debate

En febrero de 2004, dialogué con López Obrador, en su condición de jefe del gobierno del Distrito Federal. Recuerdo su sentencia respecto al ex mandatario aborrecido:

--Me preguntan si lo mío es personal con (Carlos) Salinas. Lo es. ¿Y sabes por qué? Porque no quiero que mis hijos crezcan en un país de mafias... y Salinas es la mafia misma.

Entonces le cuestioné, como han hecho otros, sobre la presencia de tantos ex salinistas, incluso cercándolo, desde Manuel Camacho hasta Marcelo Ebrard –ambos fueron, respectivamente, regente de la ciudad de México y secretario general del gobierno capitalino durante la gestión presidencial salinista-, y francamente se incomodó:

--Eso es cosa del pasado –replicó-. No caigas en la misma argumentación de nuestros enemigos que sólo buscan desacreditarnos.

Es decir, si no se aceptan hasta las contradicciones del dirigente, sin chistar, se es susceptible de ser ubicado en el listado de los mafiosos o de los cooptados y comprados por éstos sin el menor atisbo de objetividad. Quizá por ello, deduzco, evitó dialogar conmigo de cara al ensayo sobre la sucesión presidencial y optó por realizar el suyo propio, libre de las intemperancias de la dialéctica, un ejercicio obviamente democrático. Sólo sus incondicionales tienen acceso y aval, por parte del “misionero en campaña” como le califican los cercanos, para sus trabajos. Este columnista, por supuesto, prefiere el de sus lectores aunque también yerre, como todo ser humano, en algunos juicios y conclusiones. Lo importante es, desde luego, reconocerlo.

Pese a lo anterior, coincidimos en buena parte de los argumentos de fondo. La omnipresencia de Salinas, por ejemplo, parece imponerse en la justa presidencialista que ya comenzó aun cuando la fracción zedillista, duelo entre mafias sin duda, no ha dicho la última palabra. Y lo mismo puede decirse de la apretada elite de multimillonarios empeñados en modificar reglas y escenarios de la contienda política que, en 2012, puede significar la victoria de la antehistoria, como la he llamado; esto es: el retorno del PRI sin que este partido haya podido desprenderse de los valladares, morales e ideológicos, que llevaron al electorado a la búsqueda de un cambio estructural, por desgracia traicionado por los leguleyos de la derecha.

Ahora bien, ¿no es verdad que los treinta oligarcas han acumulado fortunas aprovechando las crisis estructurales fincadas en la depauperación del colectivo? López Obrador da datos duros de sobra al respecto, incluyendo la caída de la economía a partir de la instauración del neoliberalismo y la cancelación arbitraria del antiguo proyecto de desarrollo estabilizador destazado por el echeverriato, precursor de las tragedias financieras. Y ello no significa justificar los antiguos autoritarismos sino subrayar la ruina a la que fuimos arrojaron por los egresados de Harvard y Yale destinados tan solo a privilegiar la “macroeconomía” a despecho de la justicia social.

El Reto

No es dable, por tanto, asumir el burdo maniqueísmo, entre el bien y el mal absolutos, para condenar a priori cuanto viene de López Obrador. Es necesario aplicarnos a una actitud ponderada y sensata que permita reflexionar sobre la validez de sus postulados, defendidos con vehemencia e incluso pasión, sin cernirnos al torpe rechazo que genera el personaje entre quienes desearían verlo fuera de cualquier entorno político, esto es sin la menor vocación democrática a favor del debate y la pluralidad.

Finalmente, cabe un pronóstico: así como hubo quienes emitieron tempranamente el certificado de defunción para el PRI cuando éste fue derrotado en 2000, quienes hicieron lo propio con Andrés Manuel tras el sostenido proceso para desfondarlo, aprovechando sus propios errores es cierto, están prohijando un serio error de cálculo.

El movimiento lópezobradorista, aunque le pese a muchos, no está finiquitado ni mucho menos. Basta leer el reciente trabajo de Andrés Manuel para encontrar planos de identidad social apreciables e incluso contundentes. Y ello indica, sin género de duda, que los juicios sumarios contra él podrían revertirse.

El columnista acepta que la mayor parte de los planteamientos registrados en la obra comentada son certeros y agudos e incluso francamente irreprochables. Digo, a pesar del controvertido perfil del autor y su mesiánico acento, que él niega desde luego, hasta cuando subraya que la lid por la candidatura de unidad de la izquierda hacia el 2012 se habrá de resolver entre él, naturalmente, y el leal Marcelo Ebrard. Veremos.

La Anécdota

A Carlos Slim Helú no le va del todo mal en el análisis lópezobradorista. De él, Andrés Manuel, dice:

--“Slim es bastante sencillo aunque es el hombre más rico del mundo. No usa trajes especiales ni le da por ser extravagante. Es sensible... En cuanto a lo político, no tengo evidencias de que Slim actúe bajo las órdenes de Salinas”. (Páginas 44 y 45)

En alguna ocasión, el propio Slim me confió que acercó a dos figuras de la izquierda: al propio López Obrador y al ex presidente del gobierno español, Felipe González Márquez. Durante la reunión, el segundo no cesó de hablar sobre la perspectiva de una “izquierda responsable”, esto es adecuada a los tiempos en donde los radicalismos estorban. Y, al final, González le comentó a Slim:

--Me dio la impresión de que Andrés prestaba oídos sordos. No escuchaba sino tenía la mirada perdida, divagaba más bien.

Quizá sucede que sólo le guste escucharse a sí mismo. Y en esto radica, sin duda, su mayor debilidad.

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Rafael Loret de Mola
Escritor

sábado, 10 de julio de 2010

ACTUAR C0M0 MANDATARI0

Uno de los políticos de izquierda con carrera ascendente, y acaso uno de quienes mejor ha evolucionado a los sacudimientos del establishment -esto es manteniendo ideologías sin perderse del todo por adaptarse a los hechos consumados-, es Carlos Navarrete Ruiz, presidente de la mesa directiva del Senado en cuya función no se ha perdido en vanas radicalizaciones ni verbos crispados. Sereno, contra las presiones de los más exaltados, su voz significa una buena dosis de la ponderación perdida en el México de los sectarismos.

Cuando conversé con él recientemente, no dudó en manifestarme, en una clara radiografía no exenta de autocrítica –un elemento extraño entre la ensoberbecida clase política nacional-, cuáles habían sido los errores que posibilitaron, en 2006, la arribazón de la derecha reduciendo ventajas para luego trocar, fraudulentamente, los porcentajes mínimos. Y me confió lo medular de sus conversaciones con Andrés Manuel López Obrador en los campos proselitistas. En una de ellas, a la vista de las encuestas que comenzaban a marcar tendencias a la baja en cuanto a las preferencias del colectivo si bien todavía sin perder la vanguardia de la justa presidencial, le dijo al abanderado que no admitía, en su fuero interno, el menor reproche:

--Es necesario que comiences a hablar como presidente y no como agitador exaltado.

Le explicó que el tono provocador, irritable e incendiario, intranquilizaba seriamente a la población que requería de otra cosa: de mensajes optimistas y, sobre todo, certeros sobre el porvenir. De haberlo hecho así, me queda por descontado, no habría tenido el menor éxito la campaña negra sobre los "peligros para México" ni se le hubiera acartonado en la burda expresión aquella de las "chachalacas".

--Sucede –concluyó Navarrete- que él tomaba muy mal las críticas.

El antecedente tiene calado en el presente porque la polarización sigue incrustada en la vida institucional como se ha demostrado antes y después de los tormentosos comicios estatales en catorce entidades del país, ensangrentados además bajo el flagelo de la violencia sorda. Y de estos escenarios, contaminados por las sospechas en todas las direcciones imaginables, surgió igualmente la tardía reacción de la casa presidencial clamando por una visión de Estado. Esto es, lo mismo, en estricto sentido, que solicitaba Navarrete a López Obrador con una salvedad: en el caso actual la propuesta surge de quien ostenta la banda tricolor sobre el pecho aun cuando, por cuanto a la inseguridad, no pueda ocultar estar acotado y cada vez con menor movilidad pública. No viajó a Tamaulipas, tras el crimen contra Rodolfo Torre Cantú, y lo hizo a regañadientes a Nuevo León tras el paso del primer gran huracán de la temporada, Alex.

Calderón, entonces, pretende comenzar a actuar como mandatario cuando está desarrollando su cuarto año de gestión y los vacíos de poder son enormes, tanto que los recuentos sobre las supuestas aportaciones de Acción Nacional durante la década debió hacerlos, desde su "centro" en San Cristóbal, el ex presidente Fox quien mantiene reflectores y micrófonos, sin darse apenas respiro, como no lo había hecho ninguno de sus predecesores. Y es tanta su influencia que un importante sector del panismo, reacio ante el "liderazgo" del monaguillo César Nava, depende de él para intentar presentar un nuevo frente contra el presidencialismo desde los feudos partidistas. En la misma línea estaba, hasta producirse su secuestro el pasado 14 de mayo, Diego Fernández de Cevallos y es ésta una de las líneas en las que debiera profundizarse.

En otro horizonte, desde el priísmo arraigado al pasado, más allá de duelos y festines electorales a la vieja usanza –hasta lavadoras y enseres domésticos entraron a las subastas-, el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, se pronunció por una presidencia fuerza. Considerando el posicionamiento nacional del personaje, analizar el asunto es de gran importancia para descubrir intenciones debajo de la piel mediática.

¿Actuar acaso con "visión de Estado" significa retornar al viejo molde del "presidencialismo autoritario", al que Fox pretendió enterrar verbalmente sin la menor voluntad de reducir facultades y añejas costumbres? Si se apuesta por consolidar la jerarquía presidencial, al suponer que el acotamiento de la misma es una de las causas del desorden creciente y la consiguiente proliferación de la violencia, ¿se estaría abonando en pro de una transformación estructural a fondo? Definitivamente no. Porque, sin género de dudas, la fórmula no puede ser otra que ésta: a mayor presidencialismo menor democracia. Así ha ocurrido siempre sobre los rastros permanentes de la simulación.

La fortaleza de la institución presidencial, como se ha observado en distintas épocas, no conlleva la necesaria apertura para que la sociedad madure y, en consecuencia, ejerza el factor que debiera ser medular: la soberanía popular.


Mirador

En el deslinde de deberes y jurisdicciones, lo mismo en Querétaro tras el secuestro de Fernández de Cevallos que en Tamaulipas luego del crimen contra el candidato Torre, la administración federal y por consiguiente el panismo han quedado bastante mal parados muy a pesar de las inducciones desde el poder central para desvirtuar los hechos planteándolos como resultantes de las malas actuaciones de los regímenes estatales. Por supuesto no se pretenda con ello disculpar la negligencia de los gobernadores priístas quienes, en ocasiones, dan la impresión de solazarse cuando fallan la Presidencia y sus operadores en materia de seguridad nacional.

En Querétaro, cabe el recordatorio, el panismo vernáculo pretendió aprovechar el drama de uno de sus mayores iconos, ex candidato presidencial además a lo largo del turbulento 1994, el año de la barbarie, a través de monumentales en los que se acusaba al gobernador priísta, José Calzada Rovirosa, tácitamente, por no haber actuado adecuadamente para prevenir sucesos de violencia y sin considerar que la responsiva en cuanto se refiere a la persecución de las actividades del crimen organizado, lo mismo si se trata de bandas de secuestradores, terroristas, subversivos o narcotraficantes, corresponde al gobierno de la República.

Y otro tanto ocurrió en Tamaulipas. El señor Calderón, presuroso cuando intenta tapar hoyos y desviar la atención general, aseguró que el atentado contra el médico Torre, apenas seis días antes de los comicios regionales, era obra del "crimen organizado". Y enseguida salieron los voceros de la Procuraduría General para informar que esta dependencia no se atraería el caso y sólo coadyuvaría con las autoridades estatales, una posición oportunista y totalmente incorrecta porque las indagatorias sobre delitos federales corresponden a esta institución y a ninguna otra.

Más todavía: el atentado de marras ocurrió sobre la carretera entre Ciudad Victoria y Soto la Marina, esto es una rita federal, y por tanto había una doble razón para privilegiar las actuaciones de la PGR sobre las de los cuerpos de policía tamaulipecos. Y si no procedió con la celeridad y la energía necesaria, ello, por supuesto, fue producto de una consiga superior, desde la casa presidencial para decirlo claramente, destinada a secundar el bíblico lavado de manos de Poncio Pilatos contra las huellas certeras de sus evasiones institucionales.

¿Quién, entonces, ha carecido de visión de Estado para proceder de acuerdo a sus funciones ejecutivas, las expresamente ordenadas por la legislación, y optar por sacudirse con discursos y referentes al pasado –el panismo ya tiene una década en posición de la Primera Magistratura y la acusación, por ende, cae en sus propios tiempos-, de sus deberes primigenios?¿O vamos a señalar a los gendarmes de la esquina por la negligencia general ante la crecida de las bandas delincuenciales por toda la geografía patria?

Ya va siendo hora de que las filípicas presidenciales comiencen con una autocrítica. Sin fantasmas.

Polémica

Por visión de Estado debe entenderse la que está desprovista de sectarismos facciosos, pasiones viscerales e intereses gremiales. Pues bien, el señor Calderón ha sido, sin duda, el mejor propagandista de su partido –fin de la tenencia y otros alivios fiscales incluidos-, a despecho de su condición de mandatario y con parciales tildes; además, en la misma línea, se ha obsesionado con los diferendos sobre las derramas públicas destinadas al proselitismo y se apoya en las figuras máxima del corporativismo, sobre todo Elba Ester Gordillo. La praxis no coincide con la teoría.

Con cuanto ha venido ocurriendo, Calderón, con su caudal de buenas intenciones iniciales si bien soportando el peso de su ilegitimidad política, ha perdido los papeles. Porque es él, sin duda, quien carece de condiciones visionarias, atrapado dentro de una medianía intelectual destinado sólo a pagar facturas pendientes. Así se ha sostenido y por ello apadrinó candidaturas desprendidas del "elbismo" corporativista, faccioso, profundamente antidemocrático, en plena debacle moral de su gobierno.

Ha dilapidado sustentos morales e ideológicos mientras protegía a los poderes fácticos. No tiene, en fin, credibilidad alguna.

Por las Alcobas


Constantemente los amables lectores preguntan sobre los postulantes a la Presidencia de la República y sus posiciones tras descalabros y exaltaciones públicas frecuentes. Pese a ello, los momios apenas se mueven.

¿Recuerdan a quiénes auguraron que Enrique Peña Nieto caería dramáticamente por efecto del caso Paulette?¿Y a los que dieron por muerto a López Obrador arguyendo la imposibilidad de reactivar a los movimientos sociales que han sido su refugio?

Por su parte, los panistas deshojan sus margaritas a la vista de cuatro secretarios de Estado, un senador ahora antipresidencialista y una diputada afín al señor Calderón, además de dos gobernadores que escuchan los latidos de su corazón.

Pero las preferencias, es decir las apuestas hacia el futuro, apenas se mueven. Peña sigue arriba, con todo y los resquemores por la liberación de los presos políticos de San Salvador Atenco; y le sigue el panista que se mueve fuera de los feudos de Los Pinos: Santiago Creel. La terna de la primera línea la sigue cerrando el "misionero" López Obrador. Pero ello no significa que los mencionados llegarán a las candidaturas.



Finalmente, ¿son éstos los mejores, los más capaces? Hablaremos de ello la próxima semana.

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no de los políticos de izquierda con carrera ascendente, y acaso uno de quienes mejor ha evolucionado a los sacudimientos del establishment -esto es manteniendo ideologías sin perderse del todo por adaptarse a los hechos consumados-, es Carlos Navarrete Ruiz, presidente de la mesa directiva del Senado en cuya función no se ha perdido en vanas radicalizaciones ni verbos crispados. Sereno, contra las presiones de los más exaltados, su voz significa una buena dosis de la ponderación perdida en el México de los sectarismos.
Cuando conversé con él recientemente, no dudó en manifestarme, en una clara radiografía no exenta de autocrítica –un elemento extraño entre la ensoberbecida clase política nacional-, cuáles habían sido los errores que posibilitaron, en 2006, la arribazón de la derecha reduciendo ventajas para luego trocar, fraudulentamente, los porcentajes mínimos. Y me confió lo medular de sus conversaciones con Andrés Manuel López Obrador en los campos proselitistas. En una de ellas, a la vista de las encuestas que comenzaban a marcar tendencias a la baja en cuanto a las preferencias del colectivo si bien todavía sin perder la vanguardia de la justa presidencial, le dijo al abanderado que no admitía, en su fuero interno, el menor reproche:
--Es necesario que comiences a hablar como presidente y no como agitador exaltado.
Le explicó que el tono provocador, irritable e incendiario, intranquilizaba seriamente a la población que requería de otra cosa: de mensajes optimistas y, sobre todo, certeros sobre el porvenir. De haberlo hecho así, me queda por descontado, no habría tenido el menor éxito la campaña negra sobre los "peligros para México" ni se le hubiera acartonado en la burda expresión aquella de las "chachalacas".
--Sucede –concluyó Navarrete- que él tomaba muy mal las críticas.
El antecedente tiene calado en el presente porque la polarización sigue incrustada en la vida institucional como se ha demostrado antes y después de los tormentosos comicios estatales en catorce entidades del país, ensangrentados además bajo el flagelo de la violencia sorda. Y de estos escenarios, contaminados por las sospechas en todas las direcciones imaginables, surgió igualmente la tardía reacción de la casa presidencial clamando por una visión de Estado. Esto es, lo mismo, en estricto sentido, que solicitaba Navarrete a López Obrador con una salvedad: en el caso actual la propuesta surge de quien ostenta la banda tricolor sobre el pecho aun cuando, por cuanto a la inseguridad, no pueda ocultar estar acotado y cada vez con menor movilidad pública. No viajó a Tamaulipas, tras el crimen contra Rodolfo Torre Cantú, y lo hizo a regañadientes a Nuevo León tras el paso del primer gran huracán de la temporada, Alex.
Calderón, entonces, pretende comenzar a actuar como mandatario cuando está desarrollando su cuarto año de gestión y los vacíos de poder son enormes, tanto que los recuentos sobre las supuestas aportaciones de Acción Nacional durante la década debió hacerlos, desde su "centro" en San Cristóbal, el ex presidente Fox quien mantiene reflectores y micrófonos, sin darse apenas respiro, como no lo había hecho ninguno de sus predecesores. Y es tanta su influencia que un importante sector del panismo, reacio ante el "liderazgo" del monaguillo César Nava, depende de él para intentar presentar un nuevo frente contra el presidencialismo desde los feudos partidistas. En la misma línea estaba, hasta producirse su secuestro el pasado 14 de mayo, Diego Fernández de Cevallos y es ésta una de las líneas en las que debiera profundizarse.
En otro horizonte, desde el priísmo arraigado al pasado, más allá de duelos y festines electorales a la vieja usanza –hasta lavadoras y enseres domésticos entraron a las subastas-, el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, se pronunció por una presidencia fuerza. Considerando el posicionamiento nacional del personaje, analizar el asunto es de gran importancia para descubrir intenciones debajo de la piel mediática.
¿Actuar acaso con "visión de Estado" significa retornar al viejo molde del "presidencialismo autoritario", al que Fox pretendió enterrar verbalmente sin la menor voluntad de reducir facultades y añejas costumbres? Si se apuesta por consolidar la jerarquía presidencial, al suponer que el acotamiento de la misma es una de las causas del desorden creciente y la consiguiente proliferación de la violencia, ¿se estaría abonando en pro de una transformación estructural a fondo? Definitivamente no. Porque, sin género de dudas, la fórmula no puede ser otra que ésta: a mayor presidencialismo menor democracia. Así ha ocurrido siempre sobre los rastros permanentes de la simulación.
La fortaleza de la institución presidencial, como se ha observado en distintas épocas, no conlleva la necesaria apertura para que la sociedad madure y, en consecuencia, ejerza el factor que debiera ser medular: la soberanía popular.

Mirador
En el deslinde de deberes y jurisdicciones, lo mismo en Querétaro tras el secuestro de Fernández de Cevallos que en Tamaulipas luego del crimen contra el candidato Torre, la administración federal y por consiguiente el panismo han quedado bastante mal parados muy a pesar de las inducciones desde el poder central para desvirtuar los hechos planteándolos como resultantes de las malas actuaciones de los regímenes estatales. Por supuesto no se pretenda con ello disculpar la negligencia de los gobernadores priístas quienes, en ocasiones, dan la impresión de solazarse cuando fallan la Presidencia y sus operadores en materia de seguridad nacional.
En Querétaro, cabe el recordatorio, el panismo vernáculo pretendió aprovechar el drama de uno de sus mayores iconos, ex candidato presidencial además a lo largo del turbulento 1994, el año de la barbarie, a través de monumentales en los que se acusaba al gobernador priísta, José Calzada Rovirosa, tácitamente, por no haber actuado adecuadamente para prevenir sucesos de violencia y sin considerar que la responsiva en cuanto se refiere a la persecución de las actividades del crimen organizado, lo mismo si se trata de bandas de secuestradores, terroristas, subversivos o narcotraficantes, corresponde al gobierno de la República.
Y otro tanto ocurrió en Tamaulipas. El señor Calderón, presuroso cuando intenta tapar hoyos y desviar la atención general, aseguró que el atentado contra el médico Torre, apenas seis días antes de los comicios regionales, era obra del "crimen organizado". Y enseguida salieron los voceros de la Procuraduría General para informar que esta dependencia no se atraería el caso y sólo coadyuvaría con las autoridades estatales, una posición oportunista y totalmente incorrecta porque las indagatorias sobre delitos federales corresponden a esta institución y a ninguna otra.
Más todavía: el atentado de marras ocurrió sobre la carretera entre Ciudad Victoria y Soto la Marina, esto es una rita federal, y por tanto había una doble razón para privilegiar las actuaciones de la PGR sobre las de los cuerpos de policía tamaulipecos. Y si no procedió con la celeridad y la energía necesaria, ello, por supuesto, fue producto de una consiga superior, desde la casa presidencial para decirlo claramente, destinada a secundar el bíblico lavado de manos de Poncio Pilatos contra las huellas certeras de sus evasiones institucionales.
¿Quién, entonces, ha carecido de visión de Estado para proceder de acuerdo a sus funciones ejecutivas, las expresamente ordenadas por la legislación, y optar por sacudirse con discursos y referentes al pasado –el panismo ya tiene una década en posición de la Primera Magistratura y la acusación, por ende, cae en sus propios tiempos-, de sus deberes primigenios?¿O vamos a señalar a los gendarmes de la esquina por la negligencia general ante la crecida de las bandas delincuenciales por toda la geografía patria?
Ya va siendo hora de que las filípicas presidenciales comiencen con una autocrítica. Sin fantasmas.
Polémica
Por visión de Estado debe entenderse la que está desprovista de sectarismos facciosos, pasiones viscerales e intereses gremiales. Pues bien, el señor Calderón ha sido, sin duda, el mejor propagandista de su partido –fin de la tenencia y otros alivios fiscales incluidos-, a despecho de su condición de mandatario y con parciales tildes; además, en la misma línea, se ha obsesionado con los diferendos sobre las derramas públicas destinadas al proselitismo y se apoya en las figuras máxima del corporativismo, sobre todo Elba Ester Gordillo. La praxis no coincide con la teoría.
Con cuanto ha venido ocurriendo, Calderón, con su caudal de buenas intenciones iniciales si bien soportando el peso de su ilegitimidad política, ha perdido los papeles. Porque es él, sin duda, quien carece de condiciones visionarias, atrapado dentro de una medianía intelectual destinado sólo a pagar facturas pendientes. Así se ha sostenido y por ello apadrinó candidaturas desprendidas del "elbismo" corporativista, faccioso, profundamente antidemocrático, en plena debacle moral de su gobierno.
Ha dilapidado sustentos morales e ideológicos mientras protegía a los poderes fácticos. No tiene, en fin, credibilidad alguna.
Por las Alcobas

Constantemente los amables lectores preguntan sobre los postulantes a la Presidencia de la República y sus posiciones tras descalabros y exaltaciones públicas frecuentes. Pese a ello, los momios apenas se mueven.
¿Recuerdan a quiénes auguraron que Enrique Peña Nieto caería dramáticamente por efecto del caso Paulette?¿Y a los que dieron por muerto a López Obrador arguyendo la imposibilidad de reactivar a los movimientos sociales que han sido su refugio?
Por su parte, los panistas deshojan sus margaritas a la vista de cuatro secretarios de Estado, un senador ahora antipresidencialista y una diputada afín al señor Calderón, además de dos gobernadores que escuchan los latidos de su corazón.
Pero las preferencias, es decir las apuestas hacia el futuro, apenas se mueven. Peña sigue arriba, con todo y los resquemores por la liberación de los presos políticos de San Salvador Atenco; y le sigue el panista que se mueve fuera de los feudos de Los Pinos: Santiago Creel. La terna de la primera línea la sigue cerrando el "misionero" López Obrador. Pero ello no significa que los mencionados llegarán a las candidaturas.


Finalmente, ¿son éstos los mejores, los más capaces? Hablaremos de ello la próxima semana.
Veneno Puro (Edición impresa) viernes, 09 de julio de 2010PorRAFAEL LORET DE MOLA EstatalLas opiniones y comentarios expresados aquí no representan la opinión o el punto de vista de El Mexicano de ninguna manera. Evite escribir malas palabras e insultos. Los comentarios ofensivos serán borrados. Usted es responsable de lo que publica en el portal. Comentarios (0)
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