miércoles, 29 de septiembre de 2010

REVISIÓN HISTÓRICA

Desafío Publicación: MIÉRCOLES 29 DE SEPTIEMBRE DE 2010

*Revisión Histórica

*Soberanía a Debate

*Las “Grandes Obras”

Por Rafael Loret de Mola

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No es posible contar nuestra historia sin atisbo de pasiones. La vieja pugna entre liberales y conservadores, republicanos y monárquicos, patriotas y traidores, parece haberse traducido en una interminable cadena de sofismas y no pocos mitos. Pese a ello, ni antes ni ahora, ha existido voluntad política alguna destinada a precisar lo roles determinantes de los próceres y resolver, al mismo tiempo, los enigmas criminales que comprometen a muchos de éstos cuyos nombres, en letras de oro, alternan, víctimas y victimarios, en los muros del Congreso.

Desde la asunción de los Fox y sus arengas infecundas, insistimos en la necesidad de que, sin dilación, se convocara a los distintos sectores de la sociedad, no sólo a las dirigencias partidistas sino también a los centros universitarios y específicamente a los historiadores, sin distingo de sus propias tendencias políticas, a integrar foros en todo el país para intentar revisar y resolver, con los consensos necesarios, contradicciones y paradojas que obnubilan el verdadero sentido de la gran proeza libertaria de los mexicanos. Porque, en todo caso, la fuerza de los principios debía imponerse a los mesianismos y caudillajes, muchos de ellos concebidos por las ambiciones malsanas de poder. Si la autocracia porfirista duró más de tres décadas, ¿a cuántas más se extendió la gran simulación?

Se dijo entonces que se correría el riesgo reconvertir a los antihéroes en próceres y viceversa. Los priístas, por ejemplo, se inclinan por exaltar en torno a la Insurgencia a Vicente Guerrero y no a Iturbide; y los panistas subrayan que quien se erigió emperador –con “repulsión” según él dijo en su hora final-, debía ostentar el grado de libertador por cuanto su intervención terminó, al fin, con la amarga y prolongada resistencia de los vencidos por las armas realistas pero que jamás se rindieron a éstas: el propio Guerrero, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria cuyo nombre real era José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix.

Y así, a través de la historia, los diferendos se ampliaron hasta llegar al amargo episodio del barbado enajenado de Miramar, traído desde sus palacetes de Europa a convocatoria de los conservadores –la voz cantante la llevó, nada menos, Juan Nepomuceno Almonte, hijo del gran Morelos-, para tratar de segregar a la República y al más grande y genuino de los mexicanos, Don Benito Juárez García. Pero éste, desde luego, tampoco fue perfecto y quienes lo incordian pretenden ensuciar su legado con la exaltación insidiosa de un tratado, el McLane-Ocampo, que jamás fue ratificado.

El panismo ahora reverencia a Francisco Madero y pretende negar a quienes rompieron el orden constitucional para erigir otro, epopeya ajena al iniciador de la Revolución; el propósito es exaltar los afanes democráticos del apóstol sin reconocer que sólo pudo sostenerse en la Presidencia quince meses sobre todo por no poder contener ni canalizar a los grupos rebeldes hacia las vías institucionales y no haberse podido substraerse a la traición del “chacal” Victoriano Huerta alentada desde la embajada de los Estados Unidos con la intervención del nefasto Henry Lane Wilson, prototipo de los injerentistas con mentalidad colonial. Por desgracia, a éstos no los hemos dejado atrás.

No es posible soslayar en estos términos las tendencias a vindicar las figuras de Iturbide, en su faceta de consumador de la Independencia, y de Porfirio Díaz, cuya prolongada gestión presidencial con ayuno de programas sociales igualitarios dio origen a la Revolución y al derramamiento de mucha sangre valiosa. Sobre el segundo pende la ignominia de un destierro que todavía no termina: en 2015 habrá de cumplirse el centenario de su muerte en París en donde aún reposan, en el cementerio de Mont Parnasse, sus restos.

Lo anterior nos coloca en la línea inicial: el imperativo revisionista, a cuatro días de la efeméride que marca la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, en 1821, para dar cauce a la nación mexicana, para intentar superar las tremendas confusiones que perviven y permiten, en no pocos casos, las emboscadas teóricas contrarias a la estabilidad general.

¿Cuántas veces las paradojas han conducido a otras, de mayores envergaduras incluso?¿O acaso vamos a negar que los crímenes políticos cometidos en nuestra época no siguen los hilos conductores de las aviesas conjuras y traiciones del pasado? De estas interrogantes surge, claro, el imperativo de repasar hechos, pero no de manera sesgada y bajo la guía de los sectarismos intransigentes y obcecados sino basándose en las fuentes reales y en conclusiones avaladas por la mayor parte de los mexicanos. De otra manera se seguirá corriendo el riesgo de que, como ha sucedido con la noble figura de “El Pípila”, unos intérpretes pretendan negar a otros suprimiendo pasajes que constituyen fundamentos para exaltar e inflamar el espíritu nacionalista. ¿O vamos a dejar la vanguardia de todo ello a los comerciantes de Televisa, incluso al servicio de los reconquistadores en cierne?

Debate

Los discursos también cuentan, aun cuando los eternos eufemismos tiendan columnas de humo sobre las mentes poco analíticas. Es muy difícil, en ocasiones, interpretar las palabras y sentencias pronunciadas con el tono agolado de los políticos profesionales quienes suelen dejar a la interpretación colectiva el fondo de las mayores controversias.

Hace una semana, desde la tribuna instalada en la Columna de la Independencia, el diputado yucateco Jorge Carlos Ramírez Marín –priísta y quien ya “suena” para ocupar la gubernatura de su entidad en 2012-, propuso dos tesis que no deben quedar en el tintero:

1.- La historia, aseveró, no debe depender de la tendencia triunfadora en cada justa electoral ni de quien gane o pierda. Y tiene razón, a la vista de los manoseos, que me recordaron a los comiciales de 2006, con los que algunos mercenarios desdibujaron a los próceres para cumplimentar a los consorcios españoles. Sólo faltó que pidiéramos perdón por cuanto significó romper con el yugo colonial.

Desde luego, este columnista ha sostenido que cada seis años se escribe una nueva minuta histórica arrastrando enormes paradojas conceptuales. Y no sólo después de la alternancia sino a través de la hegemonía priísta en la que alternaron liberales y conservadores, incluso ultras de cada bando, exaltando más las contradicciones y extendiendo las grandes complicidades. ¿Cómo conciliar, por ejemplo, los regímenes de Calles y Obregón?¿Y el de Cárdenas frente a éstos? Ni siquiera podemos encontrar símiles entre Díaz Ordaz y Echeverría pero sí, en cambio, entre Miguel de la Madrid, priísta, y Felipe Calderón, panista, o de éste con el doctor Zedillo, igualmente priísta, quien se negó a viajar a México para asistir a los fastos de la Independencia. Debió ser más trascendente, para él, mantenerse a la vera del gobierno de Washington poniendo distancia respecto a los mexicanos a quienes observa con el desdén propio de los ahítos.

2.- También dijo el diputado Ramírez que es el momento de “reinventar nuestra soberanía”. Más allá del referente semántico, el audaz aserto plantea, nada menos, que como prevalece hoy, nuestra soberanía está hecha jirones. Y, de ser así, no hay declaratoria de mayor envergadura que ésta por cuanto significa en esta hora cuando un gobierno vulnerable y acotado se mantiene gracias a las inercias institucionales.

No existe soberanía, como tal, cuando el sostenimiento de los equilibrios, o de las rectorías fundamentales, ya no dependen de nuestro gobierno sino de los lineamientos dictados desde fuera, contrarios incluso a las expectativas de nuestra sociedad. Si es esto lo que subrayó el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara baja, estamos, sin duda, ante la mayor coyuntura de nuestra historia, acaso de mucha mayor gravedad a la planteada en 1810 cuando se aprovechó la presencia francesa en España para exigir autonomía.

El Reto

México, dijo Felipe Calderón, “es más grande que sus problemas”. Lo recitó textualmente sin acreditar la sentencia a su autor original, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, invitado a la recepción en Palacio Nacional. Sin diferendos históricos, por cierto, este personaje, quien nos hizo confluir al año de la barbarie -1994-, ha pasado de la condición de prohombre a la de satán preferido y luego, otra vez, a la de voz influyente, para algunos determinante, en el palenque de la vida “institucional”.

Zedillo, desde luego, evitó cruzarse con su antiguo jefe. Sabe y valora su condición de opción bipartidista frente al salinismo redivivo. Y no era momento para un careo cuando la geopolítica nacional se cubre de mesías en potencia y de aliancistas sin fondo ideológico ni partidista. Unos y otros, como ya hemos sostenido, dependen y se desarrollan a la vera de los ex mandatarios mencionados con Vicente Fox en calidad de alfil... de uno y otro, dependiendo de las circunstancias.

La Anécdota

Aprovechó Felipe Calderón cada minuto bajo las candilejas de los festejos patrios. Y lo hizo, sobre todo, para mantener un absurdo: insistir en sus logros y adjudicar los del pasado “a los hombres y mujeres”, en condición heroica, capaces de construir cuanto hoy tenemos y disfrutamos. Esto es: en el pasado no fue el PRI, sino la sociedad, la que cumplió papeles constructivos; y en el presente es Calderón y el PAN los que, supuestamente, han realizado tareas superiores a las de sus antecesores como reclama la publicidad gubernamental. Falacia pura.

Cerca de la Columna de la Independencia, en donde Calderón hizo la reseña apuntada, un alto oficial del ejército aseveró en voz baja:

--Sólo falta que diga que el ejército nació con él.

Sin una revisión de hechos seria y a fondo, no podremos separar al general Huerta, antihéroe por antonomasia, del general Cárdenas, el gran vanguardista y visionario. Formaron parte de cuadros castrenses similares y, sin embargo, uno y otro nada tienen que ver entre sí. De eso se trata contar la historia. Pero el pretendido cambio hacia la derecha no ha servido siquiera para eso.

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BLOG: www.rafaelloretdemola.blogspot.com

E-Mail: rafloret@hotmail.com

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Rafael Loret de Mola
Escritor

martes, 28 de septiembre de 2010

ANUNCIOS ELECTORALES

28 de septiembre de 2010

Se publicó en: Edición impresa Aparece en la pantalla una señora madura, descolgando un retrato de la pared. Asegura estar contenta porque, ese día, su hijo Pablo se casará con César. Un mensaje, a cuadro, indicia que tal es una de las historias entrañables de la gran ciudad con el remate proselitista en torno al cuarto informe de gobierno de Marcelo Ebrard Casaubón, una de las figuras claves de la izquierda aun cuando sus ansias de avanzar quizá sean frenadas por el ímpetu del candidato permanente, Andrés Manuel López Obrador, en fase de reconstruir sus plataformas.
El promocional, con cargo al erario claro, se repite en todos los horarios, incluyendo los vespertinos con audiencias infantiles y juveniles. Como si la normalidad expresa fuera la que refleja el aviso destinado a exaltar la buena disposición de las autoridades metropolitanas ante la crecida del movimiento lésbico-gay que ya incluso convirtió a algunas ciudades, de las llamadas vanguardistas, en feudos inescrutables: Ámsterdam, Barcelona... ¿y la ciudad de México?

Aclaro, y lo subrayo, que este columnista no discute el derecho de todos a disponer de su vida sexual como le plazca a cada quien. Tampoco está en contra de reducir los torpes estigmas y, sobre todo, la represión como consecuencia de la aviesa discriminación de la mayoría a quienes son vistos como distintos. No soy homofóbico pero ello no me priva de recoger, como es mi obligación, las opiniones controversiales de numerosos mexicanos a quienes se señala, desde los fueros de gays y lesbianas, como retrógradas, arcaicos y moralmente inaceptables por el solo hecho de disentir de las costumbres y modas que se han extendido como reguero de pólvora.

Sobre el comercial del gobierno defeño, por ejemplo, escuché decir a una ama de casa con acreditaciones universitarias:

--Puede que la postura de Ebrard sea vanguardista; el problema es que no sé si la sociedad está preparada para aceptar los nuevos dogmas en las interrelaciones sociales. Yo no sé cómo responderle a mi hijo pequeño, de seis años, cuando pregunta por qué Pablo y César, dos hombres, se van a casar. ¿Quién va a ser el papá y quién la mamá? La imaginación de los niños es tremenda y no faltan razonamientos tales como el de que alguno deberá privarse de sus genitales para consumar el rol femenino en el hogar. Esto es lo que me asfixia porque no tengo respuestas precisas. Nadie me adiestró para ello.

Sucede que la supuesta conquista de espacios, por parte de los homosexuales que se precian, tantas veces, de desfilar por las calles caricaturizándose –con pantaletas de colores, digo, y meneándose con frenesí sin el menor recato-, ha reducido los escenarios a las mayorías silentes que se sienten agobiadas ante las andanadas mediáticas, disparadas sin cesar sobre los hogares, que exaltan, todos los días y a cualquier hora, las tendencias gays sobre un conglomerado que no sabe como adaptarse ante el fenómeno. Unos, optan por tolerarlo ignorando las manifestaciones diversas; otros, prefieren encerrarse para evitar debates interminables que, por lo general, colocan en la picota a quienes sostienen estar en desacuerdo como si éstos fueran los herederos de los vejadores de otros tiempos.

Ya hemos dicho que, en materia de tabúes, los radicalismos afloran con la mayor facilidad. Hay temas que llaman a exacerbar las confrontaciones extremas sin la menor posibilidad de alcanzar conclusiones válidas para uno y otro bando: el aborto, los matrimonios lésbico-gays y la adopción de infantes por parte de éstos, entre los más frecuentes. No hay puntos medios sino una encarnizada puja por subrayar razones que no se comparten, sencillamente se imponen. Y las mayorías silentes, en buena parte de los casos, se repliegan sin conceder ante la fogosa defensa y el denodado impulso verbal de los actores minoritarios.

Fíjense en un hecho notable, amables lectores: la exaltación publicitaria de los matrimonios entre personas del mismo sexo en la capital del país, no produjo sino unas decenas de esponsales bajo todas las candilejas imaginables. Cada pareja fue promovida como si de redentora se tratara por el hecho de haberse atrevido a mostrarse ante una sociedad curiosa, primero, y asombrada, después, sobre todo por el apoyo ilimitado de una autoridad que basa sus mercados políticos a futuro en el consenso de las minorías.

No se les olvide, digo, que los miembros de los cárteles también votan. Por si quieren reclutarlos. Y, por supuesto, no se trata de comparar una cosa con la otra, desde luego que no, pero si hay algún símil éste es marcado por la frenética ambición de ascender, de algunos promotores de una supuesta nueva moral, en la escala del poder. No importan ideologías, y por eso se alían el agua y el aceite; tampoco limitantes, porque prevalece la idea de que no debe haber barreras de ninguna índole ni siquiera cuando se ponen en riesgo los derechos colectivos.

En esta línea, el gobierno defeño parece empeñado en abanicar cuanto le produzca ganancias mediáticas... como lo hace, en otro sentido, el gobernador mexiquense en la conducción del carro priísta.


Debate


Oteemos, de nuevo, hacia las alianzas partidistas. Bien sabemos que el PAN no acepta ni el aborto ni los matrimonios gays ni, mucho menos, la adopción por parte de éstos de menores. Y el PRD asume exactamente lo contrario, sobre todo porque no puede soslayar que buena parte de sus nutrientes políticas provienen de los movimientos en pro de las nuevas reglas de convivencia... aun cuando carezcan del consenso mayoritario.

Y coloco a los izquierdistas ante un dilema. ¿Se atreverían a llamar a un plebiscito, siguiendo la antigua línea de López Obrador –quien procedía así hasta para fijar la hora-, aceptando el veredicto aun cuando les pareciera contrario a las tendencias modernizadoras de la época? Esto es: si se consulta a los mexicanos, en su conjunto, si están o no a favor del aborto y la mayor parte de los sufragantes se inclina por la negativa, ¿tendrían los miembros de los partidos de izquierda la vocación democrática suficiente para asimilarlo y respetar el pronunciamiento?¿Y si se trata de legitimar popularmente los derechos lésbico-gays, procederían con el mismo talante aun perdiendo?

Porque resulta que en too esto, hasta la Suprema Corte de Justicia parece haberse olvidado de un concepto que debiera ser toral, como ordena la Constitución: la soberanía popular. Por supuesto, no se pretende unanimidad alguna –por lo general inalcanzable, salvo en las autocracias que aseveran interpretar los deseos generales al arbitrio de la clase gobernante-, sino de obtener el consenso mayoritario que, respetando a las minorías pero sin concederles la dirección de eventos y decisiones, determine las señales que deberán prevalecer. De eso se trata la democracia y, por ende, la convivencia pacífica en una comunidad plural.

Está bien pretenderse vanguardista, e incluso liderar causas en gestación. Pero no por ello llegar al extremo de divorciarse de la mayoría para arropar a quienes quieren imponer normas de cohabitación que se contraponen a los intereses generales. Una cosa es, no nos equivoquemos, defender las libertades, la de expresión sobre todo, y otra, muy distinta, convertir a la sociedad en rehén de plataformas que soslayan los derechos del colectivo. Lo primero es deber primigenio de los gobernantes; lo segundo es, tan solo, un mero recurso propagandístico ayuno del elemental sentido de la ética.

Una cosa, en fin, es respetar el derecho a la diversidad sexual; y otra que se obligue a acatar y hasta aplaudir costumbres y posturas reñidas con el concepto de moral que mantiene la mayor parte del conglomerado. Porque, en esencia, tal es contrario, precisamente, a la libertad de elegir cómo se quiere vivir. Espero que quede claro.


El Reto


En el mismo orden de ideas, los perredistas con quienes he dialogado a través de estos años, digamos desde la fundación de su partido en 1989 a la que observé, reconozco, con la mayor simpatía personal -consideraba entonces que se abría una nueva opción política con miras a determinar el fin del priísmo hegemónico-, señalan a la derecha como el mayor de los males históricos. La secuela de antihéroes, por ella abanicados y con el barbudo enajenado de Miramar a la cabeza, incordia el espíritu liberal que es conciencia de la izquierda.

No se explica, desde esta perspectiva, la tendencia aliancista entre derecha e izquierda con la única finalidad de derrotar a un PRI mejor estructurado en buena parte de las entidades federales. Y menos si observamos hacia delante: ¿podría justificarse, en la lid presidencial inminente, una alianza de este tipo con el propósito de derrotar al PRI... aunque prevalezca el PAN en el poder, aun con la ilegitimidad que acarra desde 2006 y las consiguientes descalificaciones aun quehacer francamente deficitario?¿Acaso el peor enemigo de la izquierda no se sitúa en la derecha conservadora y viceversa?

Y si de alianzas se trata, ¿no sería, en todo caso, más coherente la aproximación entre el PRD... y el PRI del que descienden buena parte de los perredistas de hoy? Les dejo la reflexión para medir cómo las ambiciones partidistas circunstanciales acaban por imponerse a la historia y la moral política.

La Anécdota


Insisten, los amables lectores, sobre el presente y el destino de las viejas cofradías, entre ellas la de la “mano caída” que inauguró el sexenio delamadridiano como tal en pleno auge de la simulación. ¿Se han esfumado acaso? Pues no, prevalecen y se desarrollan. Pregúntenle, por ejemplo, a Emilio Gamboa Patrón, flamante dirigente nacional de la CNOP priísta, por las rutinas seguidas en su deslumbrante asunción bajo el cobijo de su jefe, Miguel.

La contaminación, por lo visto, es multipartidista y por ello tiende a consolidarse... igual que como sucedió con los cárteles dominantes que fueron tolerados, desde la década de los ochenta, hasta convertirse, como ya se denunció en Ciudad Juárez, en el poder fáctico que determina las nuevas interrelaciones sociales.

Bíblicamente podríamos resumir que quien esté libre de pecado arroje la primera piedra. ¿Quién se anima?¿El pequeño “césar” panista, con su carilla de monaguillo regañado, deslumbrado por su Patylú?¿O los priístas que retornan a la senda de las antiguas cofradías?¿Serán acaso los perredistas quienes, desde el clóset, animan a los radicales dispuestos a atropellar al colectivo obligándolo a exaltar a los homosexuales como banderas de la nueva era?

Por favor, sencillamente que prevalezca un poco de sensatez. ¿Podremos hacerlo?

E-Mail: rafloret@hotmail.com

miércoles, 22 de septiembre de 2010

CANDADOS SECTARIOS

* Candados sectarios
* De las intenciones

* Naufragio para dos


No se confundan los amables lectores. El hecho de señalar las reales posibilidades de Enrique Peña Nieto para asumir, en 2012, la Presidencia, no significa, de modo alguno, que le consideremos el más capaz para el desempeño pretendido ni, mucho menos, el de mayores méritos políticos y académicos. Sencillamente está allí, en la vanguardia, acompañado del eco intermitente de los usos mediáticos y aprovechando la popularidad que le viene por añadidura. Hace tiempo, querámoslo o no, huele a presidente y sólo hasta hace muy poco sus adversarios comenzaron la contracampaña. Lo dejaron crecer, sin duda, y ahora no saben cómo frenarlo.

Habilidoso, más bien marrullero, con consejeros formados a la vieja usanza del priísmo manipulador, hizo valer “su” mayoría en el Congreso estatal –sin necesidad de comprarla como lo hizo su antecesor, Arturo Montiel, aprovechando la propensión de los legisladores panistas por las prebendas-, para imponer un candado, de hierro forjado diríamos, a las candidaturas “comunes” y así evitar que la suma de la segunda y tercera minorías pudieran aventajar a la primera con nefastas consecuencias para la imagen del gobernador que se prevé invencible en la justa presidencial por venir.

Lo peor del caso, sin embargo, no fue el golpe de timón del calculador mandatario, quien dice es rehén de sus obligaciones actuales cuando no hace otra cosa que pensar en su propia proyección, sino la torpe reacción de sus opositores: dijeron, nada más, que Peña actuaba por temor. Sólo eso, sin ponderar ninguna otra condición ni circunstancia: sólo el miedo a perder la hegemonía en una entidad de gran población, con enorme presupuesto y evidentemente estratégica para armar la plataforma del futuro inmediato. Tal dijeron como si se tratara de la única fórmula para sacudir al mexiquense galopante en ausencia de argumentación de fondo.

No olvidemos que el tema de las alianzas turbias –así las califiqué a la vista de las tremendas incoherencias ideológicas y la ausencia evidente de moral política cuando se consolidaron-, se desbordó, sin que se justificara, a causa de las victorias de tres de los cinco postulantes a gubernaturas que pudieron reunir en torno suyo, sobre todo, al PAN gobernante y al PRD que le niega legitimidad al titular de la Presidencia. En el fondo, como ya expresamos, pervive el bipartidismo personalista: los salinistas alcanzaron el aval priísta; los zedillistas, con alguna excepción –la de Hidalgo-, debieron converger hacia las alianzas para disputar terrenos y poder, palmo a palmo. Los partidos se convirtieron, entonces, en los cabuses –los últimos carromatos- de la misma maquinaria de vapor.

Volteemos hacia el Estado de México. Le dicen a Peña que no oculta sus temores. Es cierto. Pero, ¿y sus adversarios pueden camuflar sus intenciones soterradas, ambiciones de poder incluidas? El miedo es explicable en un ámbito rebosante de asechanzas. En cambio, ¿pueden justificarse los acuerdos destinados sólo a tomar los controles como si de un golpe de Estado técnico se tratara?

Los voceros del PAN, César Nava, y del PRD, Jesús Ortega, insisten en que aliarse es ético y conveniente, aun con grandes diferencias conceptuales de por medio, por el prurito de frenar a los cacicazgos priistas regionales. Pero soslayan una evidencia: que también los panistas y los perredistas cojean del mismo pie cuando se erigen en mandamases. Y en esta línea, ¿cómo explicar la “alianza” de PAN y PRD en Guerrero en donde un ex gobernador priísta Ángel Heladio Aguirre Rivero, disputa al priista Manuel Añorve Baños, la gubernatura que ésta en manos del perredista Zeferino Torreblanca? Aquí el cacicazgo tiene colores amarillos y, pese a ello, el PRD va con el PAN con tal de que el PRI tropiece. El pretexto, por tanto, se viene abajo. Y las intenciones de baja calaña afloran sin remedio.

Entonces, las dirigencias del PAN y el PRD no actúan con sentido democrático, como dicen, sino en pos de propósitos sectarios que les permitan, ofreciendo a sus militantes como carnadas, pescar cargos en río revuelto gracias a que los cardúmenes de electores están dispersos en tres y ninguno es lo suficientemente numeroso para desplazar a los otros dos si se juntan.

El vicio está, por lo tanto, en una equivocada interpretación del pluralismo que engendra sectores intransigentes aun cuando éstos pueden aliarse... si buscan prevalecer ante la opción ajena de mayor calado. Rebatiña de sufragios en ausencia de estructuras sólidas que permitan vencer por la vía de la credibilidad y el liderazgo. Porque está visto que ni el PAN ni el PRD, en el Estado de México o en cualquiera de las entidades en donde ganaron los aliancistas, expriístas incluidos, pueden vencer con sus propias fuerzas territoriales.

Lo anterior debiera cernir la suerte de cada uno de estos partidos en un entorno de verdadera democracia. Lo único razonable, moralmente hablando, es ampliar coberturas y convocatorias a base de convencer al electorado sobre proyectos concretos y no a golpes de amasijos amorfos.


Debate


Vayamos, paso por paso, para encontrar el numen de la controversia en el Estado de México:

1.- Enrique Peña es quien va a la vanguardia de la justa presidencialista y, por tanto, está constituido en el enemigo a vencer.

2.- Los dirigentes del PAN y el PRD, diametralmente opuestos, midieron sus propios alcances y consideraron que la fuerza intrínseca de cada partido no alcanzaba, ni remotamente, para asegurarles la victoria. De allí pasaron al propósito de aliarse para someter a la “primera minoría”, la del PRI, a su vez alejada de la posibilidad de constituir la mayoría absoluta.

3.- En el caso del Estado de México, la alianza serviría para agotar y acotar al gobernador Peña en trance de convertirse en el abanderado del PRI a la Presidencia. Una especie de zancadilla sin otro objetivo que ocasionarle un traspié a éste con miras hacia un hipotético reacomodo de las fuerzas políticas.

4.-Peña reacciona ocultando la pierna de apoyo para esquivar el golpe a la espinilla y asesta su propia patada: aprovecha a “su” mayoría en el Legislativo estatal para impedir las candidaturas comunes desde partidos cuyas plataformas y principios no son, de modo alguno, coincidentes. Ir en contra de éstos por circunstanciales ambiciones –tal es la tesis de fondo- es tan inmoral como la preeminencia de las mafias.

5.- PAN y PRD reaccionan aseverando que Peña les tiene miedo y por ello canceló la ruta aliancista. Y Peña, naturalmente, le apuesta a la medicina del tiempo mientras sus asesores calculan que el diferendo acabará por extinguirse sin que cambien las circunstancias. Golpe dado...

Por tanto, es incorrecto culpar a Peña por actuar con perversidad política a sabiendas de que las alianzas turbias son igualmente perversas. Pero no con ello se agotan posibilidades. ¿Por qué las dirigencias del PAN y el PRD no se dan a la tarea de encontrar figuras relevantes y capaces de desplazar a la férrea estructura priísta sin requerir de alianzas turbias?¿No existen, acaso, mexiquenses con mayores talentos a las herencias con las que se cubre al junior Alfredito del Mazo, el “delfín” de Peña? En esto de la concatenación de errores, todos cojean del mismo pie; y es esto lo que no han sabido aprovechar ni estructurar los operarios políticos.

Porque es obvio que, de acuerdo a los cálculos de Peña, la postulación de Alfredito le asegurará disponibilidades, financieras y políticas, por parte del grupo de Alfredo padre, el ex gobernador y ex aspirante presidencial –no llegó siquiera a candidato, salvo por el Distrito Federal-, en pleno desarrollo de la política gregaria.


El Reto


En marzo de este año, en un segundo encuentro programado para la realización de “2012: La Sucesión” –Océano, 2010-, puse sobre la mesa el nombre del ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente.

--Éste podría ser el candidato común, del PAN y el PRD, de realizarse una alianza.

Peña, inquieto, se removió en su asiento. Y, sin responder directamente, preguntó a Roberto Padilla, uno de sus colaboradores más cercanos:

--¿Puede ser?¿Tiene residencia?

Padilla negó con la cabeza pero sin mucha convicción, acaso sorprendido también ante una posibilidad que no habían tomado en cuenta. Y Peña no pudo evitar un gesto de preocupación porque no alcanzaba, en ese momento, a medir los alcances del personaje citado. La advertencia, sin saberlo este columnista, le había llegado de fuera y tal significaba un enorme fallo estructural por parte de sus consejeros de cabecera.

El temor a ser sorprendido, en este y otros trances, agobia, sin duda, al poderoso gobernador mexiquense quien, sin embargo, no las tiene todas consigo.


La Anécdota


El miedo fue uno de los grandes protagonistas de los fastos de la Independencia, en el bicentenario del arranque de la guerra. Y bajo las candilejas y los fuegos de artificio –por cierto armados por extranjeros que desplazaron a los grandes artesanos mexicanos-, dos “presidenciables” acabaron por exhibirse.

1.- Ernesto Cordero Arroyo, en el berenjenal de la Cámara baja, no pudo explicar, con mediana corrección siquiera, la ausencia de prioridades sociales en la elaboración del presupuesto para el 2011. Al contrario: sólo defendió al IVA con los argumentos de siempre, es decir adelantando que una reducción del mismo paralizaría al país... cuando es evidente que está detenido. Temor puro.

2.- Alonso Lujambio Irazábal, convertido en vocero forzado de las celebraciones, insistió en que el espectáculo en el zócalo sería lo “nunca visto” y, al mismo tiempo, llamó a la ciudadanía... a permanecer en sus casas, sin exponerse. Nunca precisó cuál era el mensaje: esto es si se quería o no la asistencia popular en torno al Palacio Nacional. El temor dominó la escena y Lujambio apareció como un indeciso en fuga.

Si tales son las cartas fuertes de Calderón para asegurar el continuismo de la derecha, ¡qué nos agarren confesados!

E-Mail: rafloret@hotmail.com

martes, 21 de septiembre de 2010

CANDADOS SECTARIOS

Publicación: MIÉRCOLES 22 DE SEPTIEMBRE DE 2010

*Candados Sectarios

*De las Intenciones

*Naufragio para dos

Por Rafael Loret de Mola

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No se confundan los amables lectores. El hecho de señalar las reales posibilidades de Enrique Peña Nieto para asumir, en 2012, la Presidencia, no significa, de modo alguno, que le consideremos el más capaz para el desempeño pretendido ni, mucho menos, el de mayores méritos políticos y académicos. Sencillamente está allí, en la vanguardia, acompañado del eco intermitente de los usos mediáticos y aprovechando la popularidad que le viene por añadidura. Hace tiempo, querámoslo o no, huele a presidente y sólo hasta hace muy poco sus adversarios comenzaron la contracampaña. Lo dejaron crecer, sin duda, y ahora no saben cómo frenarlo.

Habilidoso, más bien marrullero, con consejeros formados a la vieja usanza del priísmo manipulador, hizo valer “su” mayoría en el Congreso estatal –sin necesidad de comprarla como lo hizo su antecesor, Arturo Montiel, aprovechando la propensión de los legisladores panistas por las prebendas-, para imponer un candado, de hierro forjado diríamos, a las candidaturas “comunes” y así evitar que la suma de la segunda y tercera minorías pudieran aventajar a la primera con nefastas consecuencias para la imagen del gobernador que se prevé invencible en la justa presidencial por venir.

Lo peor del caso, sin embargo, no fue el golpe de timón del calculador mandatario, quien dice es rehén de sus obligaciones actuales cuando no hace otra cosa que pensar en su propia proyección, sino la torpe reacción de sus opositores: dijeron, nada más, que Peña actuaba por temor. Sólo eso, sin ponderar ninguna otra condición ni circunstancia: sólo el miedo a perder la hegemonía en una entidad de gran población, con enorme presupuesto y evidentemente estratégica para armar la plataforma del futuro inmediato. Tal dijeron como si se tratara de la única fórmula para sacudir al mexiquense galopante en ausencia de argumentación de fondo.

No olvidemos que el tema de las alianzas turbias –así las califiqué a la vista de las tremendas incoherencias ideológicas y la ausencia evidente de moral política cuando se consolidaron-, se desbordó, sin que se justificara, a causa de las victorias de tres de los cinco postulantes a gubernaturas que pudieron reunir en torno suyo, sobre todo, al PAN gobernante y al PRD que le niega legitimidad al titular de la Presidencia. En el fondo, como ya expresamos, pervive el bipartidismo personalista: los salinistas alcanzaron el aval priísta; los zedillistas, con alguna excepción –la de Hidalgo-, debieron converger hacia las alianzas para disputar terrenos y poder, palmo a palmo. Los partidos se convirtieron, entonces, en los cabuses –los últimos carromatos- de la misma maquinaria de vapor.

Oteemos hacia el Estado de México. Le dicen a Peña que no oculta sus temores. Es cierto. Pero, ¿y sus adversarios pueden camuflar sus intenciones soterradas, ambiciones de poder incluidas? El miedo es explicable en un ámbito rebosante de asechanzas. En cambio, ¿pueden justificarse los acuerdos destinados sólo a tomar los controles como si de un golpe de Estado técnico se tratara?

Los voceros del PAN, César Nava, y del PRD, Jesús Ortega, insisten en que aliarse es ético y conveniente, aun con grandes diferencias conceptuales de por medio, por el prurito de frenar a los cacicazgos priístas regionales. Pero soslayan una evidencia: que también los panistas y los perredistas cojean del mismo pie cuando se erigen en mandamases. Y en esta línea, ¿cómo explicar la “alianza” de PAN y PRD en Guerrero en donde un ex gobernador priísta Ángel Heladio Aguirre Rivero, disputa al priísta Manuel Añorve Baños, la gubernatura que ésta en manos del perredista Zeferino Torreblanca? Aquí el cacicazgo tiene colores amarillos y, pese a ello, el PRD va con el PAN con tal de que el PRI tropiece. El pretexto, por tanto, se viene abajo. Y las intenciones de baja calaña afloran sin remedio.

Entonces, las dirigencias del PAN y el PRD no actúan con sentido democrático, como dicen, sino en pos de propósitos sectarios que les permitan, ofreciendo a sus militantes como carnadas, pescar cargos en río revuelto gracias a que los cardúmenes de electores están dispersos en tres y ninguno es lo suficientemente numeroso para desplazar a los otros dos si se juntan.

El vicio está, por lo tanto, en una equivocada interpretación del pluralismo que engendra sectores intransigentes aun cuando éstos pueden aliarse... si buscan prevalecer ante la opción ajena de mayor calado. Rebatiña de sufragios en ausencia de estructuras sólidas que permitan vencer por la vía de la credibilidad y el liderazgo. Porque está visto que ni el PAN ni el PRD, en el Estado de México o en cualquiera de las entidades en donde ganaron los aliancistas, expriístas incluidos, pueden vencer con sus propias fuerzas territoriales.

Lo anterior debiera cernir la suerte de cada uno de estos partidos en un entorno de verdadera democracia. Lo único razonable, moralmente hablando, es ampliar coberturas y convocatorias a base de convencer al electorado sobre proyectos concretos y no a golpes de amasijos amorfos.

Debate

Vayamos, paso por paso, para encontrar el numen de la controversia en el Estado de México:

1.- Enrique Peña es quien va a la vanguardia de la justa presidencialista y, por tanto, está constituido en el enemigo a vencer.

2.- Los dirigentes del PAN y el PRD, diametralmente opuestos, midieron sus propios alcances y consideraron que la fuerza intrínseca de cada partido no alcanzaba, ni remotamente, para asegurarles la victoria. De allí pasaron al propósito de aliarse para someter a la “primera minoría”, la del PRI, a su vez alejada de la posibilidad de constituir la mayoría absoluta.

3.- En el caso del Estado de México, la alianza serviría para agotar y acotar al gobernador Peña en trance de convertirse en el abanderado del PRI a la Presidencia. Una especie de zancadilla sin otro objetivo que ocasionarle un traspié a éste con miras hacia un hipotético reacomodo de las fuerzas políticas.

4.-Peña reacciona ocultando la pierna de apoyo para esquivar el golpe a la espinilla y asesta su propia patada: aprovecha a “su” mayoría en el Legislativo estatal para impedir las candidaturas comunes desde partidos cuyas plataformas y principios no son, de modo alguno, coincidentes. Ir en contra de éstos por circunstanciales ambiciones –tal es la tesis de fondo- es tan inmoral como la preeminencia de las mafias.

5.- PAN y PRD reaccionan aseverando que Peña les tiene miedo y por ello canceló la ruta aliancista. Y Peña, naturalmente, le apuesta a la medicina del tiempo mientras sus asesores calculan que el diferendo acabará por extinguirse sin que cambien las circunstancias. Golpe dado...

Por tanto, es incorrecto culpar a Peña por actuar con perversidad política a sabiendas de que las alianzas turbias son igualmente perversas. Pero no con ello se agotan posibilidades. ¿Por qué las dirigencias del PAN y el PRD no se dan a la tarea de encontrar figuras relevantes y capaces de desplazar a la férrea estructura priísta sin requerir de alianzas turbias?¿No existen, acaso, mexiquenses con mayores talentos a las herencias con las que se cubre al junior Alfredito del Mazo, el “delfín” de Peña? En esto de la concatenación de errores, todos cojean del mismo pie; y es esto lo que no han sabido aprovechar ni estructurar los operarios políticos.

Porque es obvio que, de acuerdo a los cálculos de Peña, la postulación de Alfredito le asegurará disponibilidades, financieras y políticas, por parte del grupo de Alfredo padre, el ex gobernador y ex aspirante presidencial –no llegó siquiera a candidato, salvo por el Distrito Federal-, en pleno desarrollo de la política gregaria.

El Reto

En marzo de este año, en un segundo encuentro programado para la realización de “2012: La Sucesión” –Océano, 2010-, puse sobre la mesa el nombre del ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente.

--Éste podría ser el candidato común, del PAN y el PRD, de realizarse una alianza.

Peña, inquieto, se removió en su asiento. Y, sin responder directamente, preguntó a Roberto Padilla, uno de sus colaboradores más cercanos:

--¿Puede ser?¿Tiene residencia?

Padilla negó con la cabeza pero sin mucha convicción, acaso sorprendido también ante una posibilidad que no habían tomado en cuenta. Y Peña no pudo evitar un gesto de preocupación porque no alcanzaba, en ese momento, a medir los alcances del personaje citado. La advertencia, sin saberlo este columnista, le había llegado de fuera y tal significaba un enorme fallo estructural por parte de sus consejeros de cabecera.

El temor a ser sorprendido, en este y otros trances, agobia, sin duda, al poderoso gobernador mexiquense quien, sin embargo, no las tiene todas consigo.

La Anécdota

El miedo fue uno de los grandes protagonistas de los fastos de la Independencia, en el bicentenario del arranque de la guerra. Y bajo las candilejas y los fuegos de artificio –por cierto armados por extranjeros que desplazaron a los grandes artesanos mexicanos-, dos “presidenciables” acabaron por exhibirse.

1.- Ernesto Cordero Arroyo, en el berenjenal de la Cámara baja, no pudo explicar, con mediana corrección siquiera, la ausencia de prioridades sociales en la elaboración del presupuesto para el 2011. Al contrario: sólo defendió al IVA con los argumentos de siempre, es decir adelantando que una reducción del mismo paralizaría al país... cuando es evidente que está detenido. Temor puro.

2.- Alonso Lujambio Irazábal, convertido en vocero forzado de las celebraciones, insistió en que el espectáculo en el zócalo sería lo “nunca visto” y, al mismo tiempo, llamó a la ciudadanía... a permanecer en sus casas, sin exponerse. Nunca precisó cuál era el mensaje: esto es si se quería o no la asistencia popular en torno al Palacio Nacional. El temor dominó la escena y Lujambio apareció como un indeciso en fuga.

Si tales son las cartas fuertes de Calderón para asegurar el continuismo de la derecha, ¡qué nos agarren confesados!

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viernes, 17 de septiembre de 2010

¿NOS QUEDAMOS SIN HEROES?

PorRedacción / EL MEXICANOviernes, 17 de septiembre de 2010

Se publicó en: Edición impresa Una semana más y nos quedamos sin héroes. Y, para colmo, los antihéroes cobran relevancia. Escucho voces en el sentido de que es tiempo de vindicar a Agustín de Iturbide, por cuanto fue él quien encabezó al llamado Ejército Trigarante que entró victorioso a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821, separándolo de sus demenciales exaltaciones imperiales endosadas a un pueblo desangrado y con patria apenas estrenada. En la misma línea, poco falta para la entronización de Porfirio Díaz, el oaxaqueño que comparte honores en el museo de su tierra con el Benemérito Juárez, y la reiterada solicitud de que sus restos retornen al suelo mexicano mientras se fustiga a los revolucionarios y sus legados.
En 2000, con el arribo de los Fox a la Primera Magistratura, suponíamos que una de las prioridades con vistas a consolidar el reinado de la derecha, ya extendido a dos sexenios, sería una revisión a fondo de la historia tendiente a superar mitos e interpretaciones sesgadas que se extendieron como verdades de acuerdo a los intereses y posturas, muchas de éstas circunstanciales, de quienes se arrogaban los derechos de exclusividad sobre los hechos históricos para reforzar los basamentos del priísmo hegemónico. Pero nada sucedió porque, entre otras cosas, el ascendido Vicente optó por validar la continuidad por cuanto el gobierno de su antecesor, el simulador Zedillo, había legado bienes estimables. Se consumó así uno de los mayores engaños al colectivo mexicano.

Obvio es decir que Calderón no se atreve a ser vanguardista de nada, sino sólo un transeúnte de la política con apenas escalas. Y en esta línea prefiere el papel de testigo al de ejecutivo que dispone y señale derroteros. Dicho de manera más sencilla, opta por dejar pasar las aguas beneficiándose de las corrientes superficialmente. Por ello, claro, no participa, en apariencia, del mediático debate sobre la historia patria en la que las grandes televisoras privadas, especialmente Televisa, asumen su derecho a “humanizar” a los próceres restándoles toda jerarquía de prohombres. Y tal no es sino un golpe severo contra la conciencia nacional cada vez más abatida.

Los pueblos, ya lo expresamos, requieren de paladines como elementos sustantivos para exaltar la devoción nacional y el orgullo de la propia estirpe. Las naciones sin memoria, o escasas de hondas raíces que puedan sostener a los árboles vigorosos, son siempre pastos fáciles de conquistadores e invasores –los financieros tienen más fuerza que varios ejércitos juntos-, dispuestos siempre a expandirse en desdoro de los intereses vernáculos. Por ello ahora, al celebrar el bicentenario de la Independencia no podemos sino otear hacia las huellas evidentes de la reconquista representada por los grandes consorcios ibéricos que han desplazado ya a no pocas empresas nacionales. Un festejo, sí, que debería ser, si de coherencias hablamos, un gran acto de contrición.

Este columnista no será quien inhiba sus estentóreos vítores a quienes nos dieron el legado patrio; ni sumará sus críticas para desalentar los fastos que, pese a todo, convergen hacia la identidad de todos los mexicanos en torno a valores entrañables que van más allá de los símbolos y las versiones tendenciosas de la historia. Si nos conmueve nuestro bélico Himno, aun cuando no podamos ni sepamos guerrear, es porque nuestras fibras son legítimas y lo son también nuestras bienaventuranzas por ser, sencillamente, mexicanos. Y es este baluarte, hasta hoy inexpugnable, lo que nos hace resistir los embates de simuladores, reconquistadores y traidores.

Debate


Nos quitaron al Pípila –a quien sus contemporáneos llamaron así porque, decía, tenía “cara de guajolote”-, a Hidalgo y Morelos los exaltaron como malos religiosos que despreciaban las reglas elementales, entre ellas el celibato, para imponer su voluntad aun a costa de liderar huestes de incondicionales hacia una muerte segur, y a Ignacio Allende lo situaron en la línea de los criminales, incluso por su tentativa de asesinar al cura de Dolores nombrado el “generalísimo” de los insurgentes. Todo ello, claro, porque debían humanizarse a los héroes mexicanos restándoles sus espíritus redentores.

Y todo ello, claro, muy al gusto de los ejecutivos que sesean tragándose su propia lengua y que, poco a poco, van imponiéndonos sus reglas en una fase de reconquista ya muy avanzada. Sólo otro bando, el de los narcotraficantes y demás entes criminales, ha avanzado más rápidamente. No tenemos, al parecer, escapatoria porque nos tienen emboscados desde dos planos distintos.

Entonces, ¿quién fue Juan José de los Reyes Martínez Amaro, hijo de Pedro Martínez y María Rufina Amaro, nacido en San Miguel, en esos días llamado El Grande, el 3 de enero de 1782, de oficio barretero en la mina de Mellado y miembro del ejército insurgente que asaltó la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato? A él le apodaron “Pípila” y fue él quien, sin duda alguna, abrió brechas y puertas a los improvisados soldados de Hidalgo y a los batallones de Allende para que encendieran la antorcha libertaria sobre un reducto de los realistas insensibles. Sólo que Televisa ahora, sin el menor debate destinado a revisar la historia, dice una cosa distinta y esta versión debe ser considerada palabra sagrada, imbatible. Y con la bendición, claro, de los timoratos de Palacio Nacional expertos en lavarse las manos, como el Poncio de la Biblia.

Así las cosas, no dudamos que el próximo año sea exaltada la figura de Félix Calleja, el último virrey, por cuanto a sus “valiosas” aportaciones en pro del mestizaje amén de sus interesados servicios a la Corona española medidos por los saqueos a las riquezas de la hasta entonces bautizada como Nueva España. A lo mejor se piensa que cuando México nació todavía debía pagar deudas a los agiotistas del viejo mundo en razón al valor del poder perdido en aras de la construcción de una patria desangrada a causa, precisamente, de la soberbia de los invasores a través de cuatro siglos de explotación.

Ningún otro pueblo, que sepamos, ha sido objeto de tales andanadas desalentadoras y contrarias a la conciencia nacionalista. No imaginamos siquiera una versión de Washington, padre de la Unión Americana, en calidad de matador insensible de ingleses; ni podríamos suponer que el célebre David Crocket, exaltado por su defensa del Álamo, fue sólo una leyenda. Pero allá, claro, los nuevos británicos van a la zaga con todo y sus primeros ministros supeditados a la Casa Blanca.

El Reto


Desde luego, nadie podrá quitarnos nuestro orgullo nacional más allá de las versiones sobre lo que, de verdad, gritó el padre Hidalgo en los umbrales de su templo en Dolores, convertido hoy en una extraña simbiosis, la de Dios y la patria, en un espacio que es, al mismo tiempo, iglesia y museo, retablo religioso y altar de la mexicanidad.

Hoy, conmemoramos y lo haremos con pasión. ¿México comenzó a ser en 1821 y no en 1810? Es cierto... pero hace doscientos años dejamos de ser, en espíritu, reductos del coloniaje cruel que encadenaba las conciencias de cuantos no eran ni querían ser españoles porque se sentían, con razón, oriundos de una tierra distinta, generosa y rica, que hoy nos convoca a reverenciarla.

Sea ésta la suprema lección que una nuestras voces y nuestros corazones más allá de los estigmas, las versiones tramposas y los propósitos rastreros de los mismos conservadores que se dieron a la tarea de traernos al enajenado de Miramar porque no admitían a Juárez, un zapoteco culto, ni a su Presidencia. No olvidemos: la xenofobia pervive hoy en los aviesos servidores de los nuevos conquistadores.


La Anécdota


Hace algunos años, en el temático parque de Walt Disney, en Orlando, nos asomamos al “hall” de los presidentes en donde las figuras, con la técnica llamada “animatronic”, parecen reales y se mueven, gesticulan y hablan como así fuesen. Incluso, alternan sus discursos el mayor de los estadounidenses, Abraham Lincoln, y el mandatario en turno, en esos días, el deplorable George Bush junior.

Una pareja de mexicanos que por allí deambulaban, comentó, muy cerca de mí:

--En México si hubiese un salón de estas características no duraría ni una semana. Imagínate, Díaz junto a Madero y Juárez a la par de Maximiliano; o peor aún, Fox y Salinas, o Echeverría y López Portillo. No quedaría títere con cabeza.

Pensé, entonces, a quien conviene que así sea. Y más todavía que nuestros héroes –no los nombrados como mandatarios-, parezcan pacotillas. Un buen punto para reflexionar hoy antes del primer brindis. Que sea con tequila del bueno... o con mezcalito.

E-Mail: rafloret@hotmail.com

jueves, 9 de septiembre de 2010

LIMOSNA PRESIDENCIAL

Desafío Publicación: JUEVES 9 DE SEPTIEMBRE DE 2010

*Limosna Presidencial

*Pobreza sin Próceres

*El Merengue de Felipe

Por Rafael Loret de Mola

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Desde hace no pocos lustros –situémonos en la lejana década de los setenta cuando comencé a ejercer la crítica-, detesto el uso de la pobreza, a través de la demagogia ramplona y pertinaz, para aviesos fines políticos. Porque no hay informe ni referencia oficial a lo largo del ya amplio lapso de mi carrera en el que no se asiente el imperativo de combatir a la pobreza, sea pidiendo perdón –como lo hizo López Portillo-, o perfilando el altruismo de cada mandatario –desde López Mateos hasta Calderón-, sin comparación posible con cuanto realizaron sus antecesores. “Nunca como ahora”, es el eslogan siempre de moda en las voces de los perentorios huéspedes de Los Pinos.

Reza la publicidad presidencial que transitamos por el sexenio de la infraestructura extendiendo la falacia sobre las cuentas de inversiones públicas fantasmas o deliberadamente exageradas. Mucho insisten los miembros del gabinete actual que la “transparencia” –medida, porque los asuntos de fondo permanecen bajo siete candados en razón a una falaz interpretación de la seguridad del Estado, como si esta dependiera de la falsa solvencia moral de la nueva clase gobernante-, no es equiparable a la danza de los millones tan recurrente en el pasado. Esto es como si el pasado se contara sólo más atrás de la asunción de la derecha al poder presidencial y no con relación a una década, la última, caracterizada por la andadura en reversa.

Durante sus mensajes recientes, alrededor de lo que antes fue el monólogo presidencial sin apenas intervención del Legislativo, Felipe Calderón subraya, como hechos exaltados desde la parafernalia del Ejecutivo federal, dos puntales de su interpretación sobre el concepto de justicia social:

1.- Uno de cada tres mexicanos –de acuerdo a las cuestionables estadísticas oficiales-, algo así como treinta y cuatro millones de compatriotas, recibe poco más de setecientos pesos al mes como aportación estatal para redimirlos de la miseria.

2.- Más de un millón de casas paupérrimas –poco menos de la mitad reconocida-, han sido galardonadas con pisos de cemento, en vez de los originales, “de tierra”, para atajar así una de las condiciones “más dolorosas” de la pobreza extrema. Y en lo que resta del sexenio, aseveran los informes, TODAS las viviendas humildes recibirán el beneficio... aunque no lo constate personalmente el “primer mandatario”, dadas sus ocupaciones superiores, cuya imagen se engrandece cuando pasea por las calles inundadas de Tlacotalpan, en una entidad en estado de emergencia por las catástrofes naturales, empapándose los pantalones.

En resumen, uno de cada tres mexicanos, treinta y cuatro millones reitero, requiere el estipendio mensual del gobierno... aun cuando, de acuerdo a las cifras oficiales exaltadas por la administración federal antecesora, la de los Fox, sólo se registra que están en la miseria extrema quienes perciben menos de un dólar al día. Tal se dio por decreto, para manipular las estadísticas, sin el menor propósito de combatir los rezagos reales.

Otro punto: ¿no fue el PAN, y entre sus voceros el propio Calderón, el partido que condenó el programa de pensiones oficiales a los mexicanos de la tercera edad, durante la jefatura de gobierno encabezada por Andrés López Obrador, por considerar que con ello se extendía demagógicamente la filosofía del paternalismo? Ahora es el gobierno panista el que extiende el concepto, sin recato y sin poner el énfasis en el antecedente, con tal de intentar rescatar a la figura presidencial del oprobio de las inercias.

Si uno de cada tres mexicanos debe ser tratado como menesteroso, tras diez años de gobiernos panistas incapaces de crear fuentes de empleos acordes con el crecimiento natural de la población –el déficit en el renglón es uno de los más altos del mundo-, ¿ello no significa acaso que se han privilegiado las desigualdades en obsequio de los grandes aliados y socios del grupo gobernante que han forjado algunas de las mayores fortunas del universo en una de las naciones más contrastantes del orbe?

La pobreza como argumento es, sencillamente, inaceptable. El hilo conductor de los discursos mentirosos –de ser ciertos hace tiempo que las tantas derramas habrían dado frutos siquiera para abatir, en serio, la postración de millones de coterráneos-, demuestra, al mismo tiempo, la persistencia del continuismo que se fundamenta en el mantenimiento del estado de cosas con renovados maquillajes semánticos. No se ataja el fondo, nunca se ha hecho, sino sólo se disimulan los surcos infamantes con la aplicación sostenida de la manipulación colectiva.

¿Viviendas con pisos de cemento? Una buena manera de justificar la simulación, aun cuando, repito, sea complejo cerciorar, incluso desde los despachos aburguesados de los altos funcionarios, la verosimilitud de lo declarado. Nos debe bastar con la perorata superior en defensa de la institución presidencial, tan ajada por las críticas malsanas de cuantos conformamos, desde la era foxista, el diabólico círculo rojo. La verdad, claro, se percibe a través del oropel de las ceremonias y de los fastos del bicentenario. ¡Viva Fernando VII!

Debate

Otra de las tendencias, muy “oportunas”, es la de tratar de desmitificar a las figuras centrales de nuestra historia. En todos los tiempos y escenarios, es evidente que los próceres son presentados con sus perfiles heroicos, si bien como seres humanos perfectibles cometieron severos errores. Sólo que los pueblos, en cualquier región del mundo, requieren del cobijo de cuantos modificaron entornos y perfiles con ideas firmes tendientes a mejorar condiciones en pro de las generaciones que les sucedieron.

Porque, según parece, una de las “aportaciones” de la derecha en estos días, con la complicidad de ciertos empresarios que apuestan por la inmovilidad de las cosas, es la de exhibir los explicables yerros humanos de los caudillos y reducir la historia, incluso, a la recreación de los intereses pasajeros. Por ejemplo, considerar que la Independencia sólo tuvo como móvil la pretensión de los criollos –hijos de españoles nacidos en Nueva España-, de desplazar a los funcionarios originarios de la península ibérica en el cerrado mundo del poder avieso. Esto es como si nada hubiesen aportado los indígenas y cuantos guerrearon, al lado de Hidalgo y Morelos sobre todo, en pos de la justicia.

Si bien el “grito de Dolores” incluyó a Fernando VII como elemento sustantivo, sobre todo por el reclamo a la supresión arbitraria de la vanguardista Constitución de Cadiz, la proclama independentista no debe ser vista desde un apretado contexto en el que sólo perviven los intereses circunstanciales. La gesta fue bastante más que eso pero tal no responde a la corta visión de quienes pretenden recontarnos la historia... a la manera telenovelera de Televisa.

Por otra parte, las cintas cinematográficas recién estrenadas, “El Atentado” e “Hidalgo” –que será vista a partir del 16 de septiembre-, insisten en presentar una suerte de versión española de las gestas revolucionarias de México. Esto es: como si los neoconquistadores de hoy, al amparo de consorcios financieros hispanos, se arrogaran el derecho de cuestionar los valores éticos de cuantos los arrojaron de sus colonias para cumplir con ello el destino soberano de las naciones iberoamericanas. Mucho cuidado con ello.

Todo lo explicado, claro, se está dando con la complacencia de un gobierno que prometió –como ha hecho en todos los renglones- preservar la mística de los antecedentes libertarios, exaltando las celebraciones, y se quedó en el punto de partida... nada más prendiendo foquitos de colores como en cada septiembre. Bueno, ahora habrá dispendios de pantallas gigantes y de producciones falsamente vanguardistas y torpemente desalentadoras.

El Reto

Acudí a ver “El Atentado” y corroboré lo asentado en los párrafos precedentes. Un libreto cuestionable y una buena historia se diluyeron en una grotesca producción que, en ausencia de escenografías decorosas y reales, optó por los telones arcaicos para simular locaciones. Y se contó el episodio en el que el dictador Porfirio Díaz enfrentó a un teporocho en la Alameda en 1987 sin más consecuencias que las muertes del agresor y de un inspector de policía cuyo intérprete jamás exhibe la trama real de una conjura.

El gran público se quedó sin respuestas sobre quienes pudieron tramar el hecho y sus consecuencias cuando se afianzaba el poder central en manos del vencedor del 2 de abril. Esto es, como si se pudiera asentar que un enajenado, borracho, con conexiones hacia dentro del gobierno porfirista, fuese el principio y el fin del gran complot contra uno de los autócratas más reconocidos por sus pares europeos y hasta por los presidentes estadounidenses.

Lo mismo sucedió, sin que creamos en las coincidencias, con los expedientes de Colosio que comienzan y finalizan bajo la faz de Mario Aburto, atrapado ahora por la doctrina de Confucio, quien “pudo actuar solo o acompañado” de acuerdo a la inolvidable y grotesca sentencia de Miguel Montes García, el primero de los “fiscales especiales” designados para descubrir la trama criminal.

Los hilos conductores se tocan.

La Anécdota

El 19 de enero de 2010, en una locación de Los Pinos, Felipe Calderón agasajó al entonces director del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes, con motivo del aniversario de la institución. El ágape llegó al clímax cuando el mandatario, desinhibido cuan niño de guardería, empujó el rostro de Yunes hacia el pastel impregnándolo de betún y merengue. Y así, los dos amigos estrecharon cercanías ante el asombro de la primera dama, Margarita Zavala.

--¿Sabes cómo se conoce a Yunes ahora en los corrillos de Palacio? –pregunta un bien informado testigo-.

--Dímelo tú.

--“El Merengue de Los Pinos”. Porque gracias a este dulce se exhibió la camaradería del titular del Ejecutivo federal con uno de los discípulos más aventajado, y con curso propio, de la impresentable “novia de Chucky”, Elba Esther.

Por algo será, naturalmente. Y se pretendió, por ello, convertir a Veracruz en rehén de los juguetones.

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Rafael Loret de Mola
Escritor

miércoles, 8 de septiembre de 2010

A DONDE VA EL PAÍS

DESAFÍO
RAFAEL LORET DE MOLA
Estatal PorRedacción
/ EL MEXICANOmiércoles, 08 de septiembre de 2010
Se publicó en: Edición impresa


Al inicio de la administración foxista señalé que podríamos comenzar a creer en un auténtico cambio estructural cuando fuera confinado alguno de los ex presidentes predadores, todos ellos multimillonarios a través de prestanombres y cómplices, como prueba irrefutable de que no habría marcha atrás posible. Y ello sin la brutalidad con la cual se eliminó a la Rusia zarista, asesinando a mansalva a Nicolás II, su mujer Alexandra y su prole, para determinar, precisamente, la imposibilidad de retornar hacia el pasado. Ya va a cumplirse un siglo de aquel horror.
Quizá ésta sea la razón por la que es factible, y al corto plazo, el regreso de las viejas mafias, con sabor a dinastías impertérritas, tras una alternancia fallida cuyas desviaciones obligan a situarnos, de nuevo, en el punto de arranque, esto es en la coyuntura de andar hacia los males conocidos porque los remedios resultaron peores. Acaso si se hubiera puesto en el banquillo, y más que eso detrás de las rejas, a algunos de los antecesores de Calderón, tal perspectiva hubiese resultado imposible al derruirse los cimientos podridos del viejo régimen; en vez de ello, se intentó edificar sobre ellos hasta el colapso conocido: los andamios se vinieron abajo por la impericia de los albañiles de la política.

Ni siquiera Luis Echeverría, procesado bajo señalamientos de genocida por la matanza del Jueves de Corpus de 1971, llegó a la instancia carcelaria; pese a las evidencia en su contra se le exculpó del cargo sin que pudiera determinarse el sentido de la justicia. Más bien, como explicamos en “Destapes” –Océano, 2004-, el caso fue observado por sus herederos priístas como un intento de linchamiento lo que favoreció el chantaje soterrado de cara a la sucesión presidencial de 2006. Así me lo confió, en su momento, Roberto Madrazo, el candidato perdedor de aquella justa, quien optó por asegurar al presidencialismo incluso sobre su propia sangre afrentada. (Fue Echeverría, no lo olvidemos, uno de los actores principales en cuanto a las “oportunas” muertes, en 1969, de Carlos Alberto Madrazo Becerra y su esposa, progenitores de Roberto, en un trágico accidente de un jet de Mexicana, ahora en fase de extinción).

Y ni que decir de los demás. Miguel de la Madrid toleró el “boom” del narcotráfico aconsejado por su secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, ahora en fase de izquierdoso con pierde oveja; Carlos Salinas nos condujo, sin remedio, al año de la barbarie, 1994; Ernesto Zedillo dio cauce a un neoliberalismo, orquestado desde los sótanos del Fondo Monetario Internacional, depauperador y antinacionalista; y los Fox, ella y él naturalmente, construyeron con su pasividad el escenario ideal para extender la tutela de los grandes consorcios financieros del exterior y la de sus socios sobre el aparato gubernativo. Todo ello acarreando la deuda externa asfixiante con el beneplácito de una pequeña elite de “aliados”, igual bajo la hegemonía priísta que después de la transición hacia una derecha continuista. Los mismos nombres, idénticos enlaces.

El hilo conductor de los amafiamientos es, sin duda, la residencia oficial de Los Pinos. Tal es la fuente de las contaminadas aguas que desembocaron, sin cauce alternativo, en la malsana interrelación de la clase política con los cárteles, el mayor poder fáctico, en la hora de los amarres subterráneos. No puede entenderse de otra manera la interrelación permanente entre algunos de los funcionarios públicos más relevantes –en la cúpula del poder central-, y los grandes capos que dirigen los operativos sin mostrar manos ni rostros.

Porque, desde luego, los “padrinos” apenas se incomodan cuando caen sus lugartenientes, digamos Arturo Beltrán Leyva e Ignacio Coronel Villarreal, o se confina a Edgar Valdez Villarreal, “la Barbie”, en la víspera de la anual presentación de cuentas del titular del Ejecutivo federal. Esto es como si se tratara de un libreto. Siempre lo ha sido, antes y después de la perentoria sacudida del 2000.

Los golpes de efecto cubren los escenarios de la vida pública en ausencia real de gobierno. Porque es obvio que la publicidad institucional sobre inversiones públicas –“nunca como ahora”-, es tan inductiva y manipuladora que cae sobre su propio peso. ¿Quién cree en la manutención de carreteras cuando transita sobre los agujeros del asfalto que caracterizan a las rutas nacionales?¿Y en el supuesto saneamiento de las paraestatales basado en el despojo y empobrecimiento de los obreros? Lo mismo mineros, electricistas o empleados de la más antigua compañía aérea de México. ¿Dónde está el gobierno para prevenir catástrofes laborales como las enunciadas y orientar el rumbo sin demagógicos afanes?

Por ello, claro, el muy risueño sujeto apodado como la muñeca favorita de las niñas contemporáneas, no dejó de mofarse ante las cámaras, acaso sabedor de que protagonizaba un episodio más de la gran parodia del sexenio. Luego vendrá la protección, como testigo de excepción, en los Estados Unidos. Así suelen cerrarse los círculos en desdoro de nuestra precaria soberanía.

Debate

Los políticos se cruzan acusaciones entre sí pero algunas de ellas son contundentes. En 1995, el entonces gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, lanzó baterías contra quien fungía como procurador general de la República, Antonio Lozano, y acabó siendo secuestrado sin que, hasta hoy, pudieran determinarse móviles y autorías. Se dejaron correr los tiempos mientras se señalaba a Madrazo como el rey de los mafiosos hasta destroncarlo con la alevosa intervención de la inefable “novia de Chucky”, Elba Esther, quien así ganó los favores de Calderón. Cada bando, pues, esconde sus secretos.

Hace unas semanas leí la tesis profesional de Francisco David Casco Sosa, “El Narcotráfico en México”, destinada a obtener la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, de cuyo texto extraigo algunos sustentos:

1.- Jorge Bastida Gallardo fue el gran “lavador de dinero” del cártel de Juárez, encabezado por el muerte viviente Amado Carrillo Fuentes.

2.- Bastida se interrelacionó con Juan Alberto Zepeda Méndez, a quien conoció cuando el primero laboraba en la Comisión Federal de Electricidad, y quien le pondría en contacto con Grupo Financiero Anáhuac, protegido por la familia De la Madrid.

3.- Posteriormente, “el blanqueador de dinero de Carrillo Fuentes conoció a José Francisco Ruiz Massieu, en funciones de gobernador de Guerrero durante el periodo salinista, y al “jefe” Diego Fernández de Cevallos”, ex candidato presidencial del PAN, precisamente porque el amigo de éste, Zepeda Méndez, era secretario técnico del proyecto turístico de Punta Diamante, en Acapulco. Además, Zepeda era “uno de los hombres de confianza de Ruiz Massieu”.

4.-Bastida, el “lavador”, se relacionó, a partir de entonces, “con personajes políticos de altos vuelos” –incluyendo las familias presidenciales, a través de Federico de la Madrid y Raúl Salinas de Gortari-, haciendo pingues negocios con ellos.

5.- En una información divulgada por el periódico Público de Guadalajara, “se indica que Bastida se asoció con una empresa denominada Intecon, que tenía como finalidad adquirir un terreno en Paseo de la Reforma, en el Distrito Federal, con el objeto de construir un hotel de la cadena española Meliá; en ese proyecto intervendría, además, el Banco Bilbao Vizcaya –que luego se fusionaría con Bancomer bajo el cobijo oficial-, con el quince por ciento de las acciones y una aportación de cincuenta millones de dólares”.

El amafiamiento, en la cúpula del poder político, va de la mano con la reconquista. ¿Festejamos el bicentenario?

El Reto


La “oportuna” muerte de Juan Camilo Mouriño, por cierto, vista por Calderón como el mayor agobio durante lo que va de su gestión, se produjo a la par con dos escenarios conflictivos –“2012: La Sucesión”, Océano-:

1.- Desde su arribo a Gobernación se hizo notoria su postura para encontrar salidas a la omnipresencia del narcotráfico. Pero tras la aprehensión de Alfredo Beltrán Leyva –hermano del finado Arturo-, supuestamente por efecto de una traición de Joaquín Guzmán, “El Chapo”, se dio lugar a las vendettas.

2.- Mouriño significaba el mejor de los puentes para los intereses hispanos en México. Durante dos años, el diferendo sobre el uso de los recursos energéticos de “aguas profundas”, representaba una carta blanca para el grupo ibérico Repsol. Tras su muerte, esta empresa debió vender el 30por ciento de sus activos a una compañía rusa. Y los beneficiarios fueron los estadounidenses con intervención de la inefable CIA. ¿Casualidades?

En tiempos de simulaciones, los fastos coinciden con la reconquista.

La Anécdota


Primeras familias. Todas ellas contaminadas en mayor o menor grado.

1.- Luis Echeverría: su cuñado, Rubén Zuno Arce, permanece en prisión por delitos contra la salud a partir de los contrabandos con nitrato de plata.

2.- Miguel de la Madrid: su hijo Federico, gran gestor y socio del Grupo Anáhuac acusado por lavado de dinero, es uno de quienes están bajo sospecha de acuerdo a sendos expedientes de la DEA.

3.- Carlos Salinas: su hermano Raúl, ya liberado, jamás pudo explicar el origen de sus millones de dólares depositados en Suiza.

4.- Ernesto Zedillo: su suegro y cuñados, amén de su hermano Rodolfo, vivieron al amparo de grandes propiedades que antes fueron de poderosos capos.

5.- Vicente Fox: la colindancia de su rancho “La Estancia”, en San Francisco del Rincón, Guanajuato, es, nada memos, con una propiedad acreditada por narcos muy conocidos quienes erigieron en el lugar el mayor laboratorio, para la refinación de cocaína, sobre territorio mexicano. Ya fue desmantelado.

¿Son sólo coincidencias?

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viernes, 3 de septiembre de 2010

EL INFORME DE CALDERON

Cuando conviene al discurso oficial, especialmente en tiempos de demagogia exultante, el continuismo oficioso se trueca por los perniciosos referentes al pasado. Y, en la misma línea, los actores políticos suelen dejar a un lado la buena memoria –la que utilizan para perseguir a críticos y disidentes-, para convocar a la amnesia colectiva cuando es necesario cubrirse las espaldas. En todo caso, el cinismo marca las pautas.
Con motivo de su repaso anual, que ya no informe preciso, Felipe Calderón Hinojosa lo mismo se muestra como respetuoso de la Constitución para justificar sus ausencias en el Congreso de la Unión y ni siquiera intentar una puesta en escena democrática, que recibe la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal (TRIFE) por los excesos publicitarios, con visos proselitistas, en los que incurrió, violando al ordenamiento superior, coincidentemente con las campañas comiciales en catorce entidades del país. Pero se queja, eso sí, de las limitantes y airea que el titular del Ejecutivo federal sólo puede ser enjuiciado por causa grave, como lo es la traición a la patria. Esto es: interpreta sus propias funciones y limitaciones según le conviene en un entorno minado por el hastío social.

En esta línea, el llamado “primer mandatario” lanza una campaña contra el lavado de dinero... a casi cuatros años de distancia de su asunción presidencial a trompicones. Lo hace, además, luego de la infortunada estrategia militar con la que saludó su advenimiento presidencial, entregando responsabilidades a los mandos castrenses sin haber saneado las infiltradas estructuras del ejército, cuyos saldos sangrientos van en crecida sin el menos desahogo a las presiones persistentes de las mafias. Cuestionado por sus adversarios, y no pocos de sus correligionarios, reaccionó... apenas hace unos días con el propósito de mejorar su imagen ante el corte de caja anual.

Ahora, a través de la Secretaría de Hacienda –acaso en un nuevo esfuerzo por colocar en el aparador al titular del ramo, Ernesto Cordero Arroyo-, el mandatario ordenó instrumentar acciones concretas para perseguir el “lavado de dinero” y desactivar así las derramas provenientes del narcotráfico, la industria del secuestro y las extorsiones frecuentes. Para ello, claro, lo primero será sobre vigilar las operaciones en efectivo, de más de cien mil pesos, en todos los rubros desde los destinados a la adquisición de inmuebles hasta las compras de automóviles.

Otra vez las sospechas se extienden hacia quienes, entre otras cosas, forman parte del extenso buró de crédito, recientemente “saneado” por la urgencia de implementar nuevas líneas de financiamiento, y requieren manejar sus egresos fuera de los bancos. Claro, igualmente los grandes “capos” suelen evitar dejar rastros y operan con enormes cantidades en efectivo... aun cuando, precisamente, utilizan a ciertas instituciones bancarias para proteger fortunas y transacciones.

No descubrimos el hilo negro sino precisamos que, a lo largo de los últimos años, los grandes cárteles han podido utilizar los servicios de los bancos sin grandes agobios; precisamente, una de las claves para convertir el dinero sucio en “bueno” es a través de éstos con la debida complacencia de los ejecutivos de cuentas adiestrados, claro, para ampliar coberturas protegiendo a sus clientes “especiales”, lo mismo cuando se trata de capos célebres que de funcionarios rapaces.

¿Y qué ha hecho nuestro gobierno al respecto? Desde la asunción de la derecha al poder, en 2000, las fusiones de los bancos mexicanos con los consorcios del exterior han estado marcadas por las sospechas. Y se han alentado los contubernios y las complicidades que rematan en la cúpula del poder político.


Debate


En 1998, en su obra, “Crónica de Héroes y Bandidos” –Grijalbo-, Andrés Oppenheimer, periodista estadounidense por largo tiempo afincado en Florida e interesado en la conflictiva latinoamericana, introdujo sendos capítulos sobre “la señorita (Amy) Elliot”, con relación a la jefa del departamento de banca privada mexicana de Citibank en Nueva York y a quien llegaron, en primera instancia, las cuentas de Raúl Salinas de Gortari, el hermano incómodo de Carlos, cuya procedencia estaba bajo sospecha. Oppenheimer pregunta:

--¿Pero, es posible que Citibank –el mayor banco extranjero en México desde 1929-, no tuviera noticia de las historias que se estaban propagando en México sobre los negocios turbios de Raúl Salinas?¿Puede ser que se haya dicho en voz tan alta en México, y no hubiera llegado a los oídos de la gerencia del banco en Nueva York?

Pero, además, el corporativo Citygroup ha sido señalado, a causa de diversas indagatorias incluyendo los de la procuradora suiza Carla del Ponte, como una de las instituciones en donde más se “lava” dinero en el mundo. En “Confidencias Peligrosas” –Océano, 2002-, recogí parte de un informe confidencial sobre algunas de las operaciones de este grupo:

“En noviembre de 2000 el inmigrante ruso, Irakly Kavelazade, registró dos mil corporaciones anónimas en Delaware y abrió cuentas para muchas de ellas en el Citibank de Nueva York y en el Comercial Bank de San Francisco. Una investigación posterior demostró que las cuentas se habían abierto sin que los bancos averiguaran la historia del cliente”.

Y no sólo eso. Continúa la cita:

“Sumemos a algunos de los notables cuentahabientes de la intocable institución. Comencemos con el ex presidente filipino Joseph Estrada, destituido y preso por cargos de prevaricación quien realizó transacciones millonarias hacia el banco estadunidense. Otro es Vladmiro Montesinos, el financiero clave de la administración de Alberto Fujimori, quien dejó la presidencia del Perú envuelto en el escándalo: un empleado de Montesinos, Víctor Venero Garrido, fue arrestado por el FBI bajo cargos de lavado de dinero en el momento en que retiraba fondos depositados en sus cuentas del mismo banco.

Tales apenas una parte de la historia del Citigroup en el que, además, los mafiosos rusos ocultaron sus delitos financieros. Hay evidencias al respecto.


El Reto


En mayo de 2001, con los Fox en plenitud de poder, el Citigroup consumó la adquisición de Banamex mediando una transacción fijada en 12 mil 500 millones de dólares y cuando uno de los principales accionistas vendedores, Roberto Hernández Ramírez –antiguo condiscípulo de Vidente Fox quien estuvo a punto de ser su cuñado incluso-, sostenía, en la Corte de Nueva York un litigio, que terminó perdiendo, para librarse de los señalamientos periodísticos sobre sus vínculos con el tráfico de cocaína. La sentencia fue dictada el 20 de julio del mismo año cuando Hernández y su socio, Alfredo Harp, se disponían a escuchar las ofertas gubernamentales para que invirtieran en el rubro de la petroquímica.

Tales han sido los aportes más destacados de los gobiernos de la derecha en cuanto al “lavado de dinero”. Sin una sola indagatoria sobre la fusión de Citigroup y Banamex –ambas instituciones bajo severa sospecha de proteger las fortunas de las mafias-, y con todos los parabienes para la extranjerización de la banca mexicana. Las complicidades no tocan fondo en este sector sino, por el contrario, se extienden apostando a la amnesia de los mexicanos.

Ahora, además, sólo a través de los bancos podrán realizarse transacciones de más de cien mil pesos. Parece ser, entonces, que están libres de sospechas a diferencia de los mexicanos comunes a quienes se acosa. Porque las grandes fortunas del narcotráfico ya están suficientemente protegidas.


La Anécdota


Contubernios o no, el hecho es que ninguna de las “primeras familias” que han pasado por Los Pinos se salvan de las sospechas. Y así llegamos a los Fox cuyas heredades en San Francisco del Rincón, allá por donde también fincaron “Las Poquianchis” –célebres lenonas que enterraban a sus víctimas alrededor de su casa de citas en la década de los cincuenta-, colindan con ranchos que fueron –o son- de narcotraficantes muy nombrados:

--Por cierto –me cuenta una fuente bien informada-, donde se encuentra “La Estancia”, extensión de San Cristóbal, hace algunos años fue desmantelado el mayor de los laboratorios de cocaína que se ha encontrado en México.

Las coincidencias, en estos campos, casi siempre llevan prendidas a las complicidades. Aunque por allá se clame ahora, con dejo convenenciero, con legalizar la producción, la distribución y el consumo de drogas. Dicho, claro, cuando los Fox ya no están, por fortuna, en Los Pinos.

E-Mail: rafloret@hotmail.com