domingo, 6 de febrero de 2011

CUARTO DE SIGLO. A LA MEMORIA DE MI PADRE

Veneno Puro PUBLICACIÓN: DOMINGO 6 DE FEBRERO DE 2011

*Cuarto de Siglo

*Reina Impunidad

*Sobrina...al fin

Por Rafael Loret de Mola

- - - - - - - - - - - - - - - -

A la Memoria de Carlos Loret

de Mola Mediz, con una losa de

un cuarto de siglo de impunidad

- - - - - - - - - - - - - - - -

La impunidad mantuvo y extendió su reinado a partir de 2000, cuando tantas voces hablaron de cambio mientras negociaban una tranquila transición política en pro de la continuidad, bajo una derecha incapaz siquiera de honrar a sus propios muertos. Con esta dualidad, entre sus viejos reclamos y las nuevas justificaciones, quienes integran el régimen panista, extendido ya a más de una década en ausencia ostensible de resultados, optaron por festejar los fastos del bicentenario insurgente y del centenario revolucionario sólo insinuando señalamientos bizantinos, detrás de bambalinas siempre y sin sello oficial, para intentar raspar a los caudillos incómodos. Sólo eso, agobiados por las interrelaciones con las mafias que jamás habían avanzado tanto como ahora.

Hace poco más de un año, pregunté al diputado sinaloense, Manuel Clouthier Carrillo –“2012: La Sucesión”, Océano, 2010-, si el expediente judicial sobre la muerte de su padre, el célebre “Maquío”, estaba cerrado pese a múltiples conjeturas y lagunas en la investigación. Y respondió:

--Nunca he dejado de tener sospechas, fundadas, sobre el supuesto accidente.

Sin embargo, veintiún años después de aquel suceso, y con diez años de panismo en el ejercicio presidencial, el gran icono de la derecha no ha sido redimido. La versión gubernamental, sellada hasta hoy como si los candados del tiempo fueran parte de las complicidades extendidas para no agitar las aguas, insiste en un fatal choque de su vehículo con un carguero, entre Culiacán y Mazatlán, a la altura del kilómetro 158 de la rúa México-Nogales. Con el ex candidato presidencial pereció también el entonces diputado Javier Calvo Manrique. Desde esa fatal jornada, la familia Clouthier guarda y repasa sus “dudas razonables”. Y no ha podido pasar de esta línea.

Fue notoria, eso sí, la precipitación con la que el vocero panista, nada menos Carlos Castillo Peraza quien después se convertiría en figura central e ideólogo relevante de su partido hasta 2000 cuando optó por alejarse meses antes de su muerte en Bonn, pretendió dar carpetazo a cualquier especulación sobre un posible atentado. Sin tener datos duros, Castillo sencillamente avaló la historia gubernamental, renunció a cualquier tipo de indagatoria y obviamente a denuncia alguna, para continuar su andar muy de cerca, siempre a la derecha, de Carlos Salinas.

No es el único caso, claro. Podríamos enlazar, en una suerte de hilo conductor para asomarnos al balcón de la impunidad, los “accidentes” claves en los que nadie cree por cuanto a las tortuosidades de los hechos y el nivel de las víctimas. Citemos algunos casos: José Ángel Conchello, José Luis “la calaca” González –muerto, en apariencia perseguido sobre una moto en las inmediaciones de Avándaro, cuando Marta Sahagún le había alejado definitivamente del club de amigos incondicionales-, Rubén Martín Huerta y Juan Camilo Mouriño. Para negociar, es mejor, desde luego, sostener las versiones oficiales que hablan de fatalidades inoportunas, crueles. Nada más. Porque cualquiera otra cosa atenta, aseguran, contra la estabilidad fundamentada en los arreglos soterrados con los grupos dominantes, igual ayer que hoy.

Y tal es la monserga que persiste. No hay poder decidido a pasar sobre las consignas, los prejuicios, los arreglos oscuros y los rastros ignominiosos de cuantos han ejercido el mando y protegieron sus espaldas al ungir a sus sucesores. Callan, distraen la mirada, se alzan de hombros... y se mantienen en los corrillos políticos al amparo del erario y la desvergüenza. Si hasta los genocidas pueden eludir la ley –tal el caso del anciano Luis Echeverría-, ¿qué puede esperarse de la justicia en la era de los gobiernos vulnerables, temerosos y paralizados? Cada que hago esta reflexión me subleva el pensamiento. Y me aterra no poder hacer más.

Dos de los hijos de “Maquío”, optaron por renunciar al PAN. Primero Tatiana, quien se alejó del partido que abanderó su padre por divergencias con la designación presidencialista de Manuel Espino Barrientos bajo la férula de los “demócratas” Fox; y después Manuel, el primogénito, más recientemente, apenas hace un año, para marcar distancias respecto a Felipe Calderón y su sectario combate a un sector del narcotráfico en el que no figuran los grandes “capos” sinaloenses encabezados por Joaquín “el chapo” Guzmán. Esto es, sin referentes al severo cuestionamiento sobre la posibilidad de una conjura criminal contra el “Maquío”. Él, claro, hubiera actuado de otro modo.

A la derecha, al parecer, le estorban sus propios héroes civiles. Son conciencias que pesan una barbaridad cuando llega la hora de compartir gobierno por encima de las ideologías, tal y como se ha dado con las alianzas turbias y la reciente declinación del candidato panista al gobierno de Guerrero, en medio de un lodazal siniestro, cinco días antes de una jornada electoral viciada de origen, dirimida entre dos priístas, uno de ello con disfraz.

Sin duda, la mayor víctima de la impunidad, a través de todos estos años, ha sido la democracia.

Mirador

Carlos Loret de Mola Mediz, mi padre, llevó siempre el periodismo como tejido vital. Para él la política fue un paréntesis efímero, de tres lustros en los que fue diputado, senador y gobernador de Yucatán, de manera consecutiva y sin pausa, sin que por ello perdiera su esencia. Aun en su condición de mandatario, se permitía, él mismo, redactar sus propios boletines de prensa, realizar enlaces radiofónicos y televisivos, conducir programas especiales en defensa de la soberanía yucateca –como cuando Echeverría pretendió privilegiar a su entenado David Gustavo Gutiérrez Ruiz, colocado como virrey de Quintana Roo- y responder, uno a uno, los “remitidos” –denuncias ciudadanas se llamarían ahora- del influyente Diario vernáculo.

Cuando el destino lo llevó a explorar la escarpada sierra de Guerrero, en febrero de 1986, viaje del que sólo regresó su cadáver, llevaba en el alma la convicción sobre una monumental traición desde el poder, protagonizada por el deplorable Miguel de la Madrid. Por ello –y ahora lo subrayo una vez más-, sostuvo reuniones que él consideró “claves” con algunos personajes de la época, entre ellos Javier García Paniagua y Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, intentando hacer presión sobre el mandatario para que corrigiera el rumbo sin consumar, como finalmente ocurrió, la entrega a una nueva secta de funcionarios, los neoliberales que abrieron de par en par las puertas de Los Pinos al capital del exterior y a sus aliados y prestanombres mexicanos. Luego llegaría la derecha a la casona presidencial.

Esa fue la circunstancia que marcó el abyecto crimen. Y todavía viven, con cinismo inaudito, algunos de los principales personajes de la trama: el ya mencionado De la Madrid, oscuro en su decrepitud, Emilio Gamboa, el entonces joven fundador de la “cofradía de la mano caída”, y el siniestro Manuel Bartlett, señor que fue de Bucareli, arrimado a la izquierda, a la que tanto igualmente afrentó –no se olvide 1988 y los asesinatos de 260 líderes sociales y políticos-, sin haber sido siquiera citado judicialmente para responder por lo que sucedió en “El Filo Mayor” sino también por el asesinato de Manuel Buendía dos años atrás, en 1984, del que igualmente pudo ser fragua.

Por desgracia, México sigue sitiado por la impudicia y la traición. Quizá por ello la impunidad reina sobre un conglomerado a veces manipulado, otras afrentado, que cae frecuentemente en el marasmo de la amnesia. Valga por ello este recordatorio, doloroso siempre para este columnista que, para su infortunio, no puede ni quiere ni debe olvidar.

Polémica

He alzado la voz decenas de veces y nadie ha querido escuchar. No han sostenido su palabra cuantos, en ejercicio de cargos públicos, ofrecieron reabrir los expedientes respectivos convencidos de que había bastante más que “dudas razonables” sobre la desaparición física de Don Carlos. Desde presidentes de la República –en especial, Salinas-, hasta procuradores y comisionados de derechos humanos. Al final, sólo fueron farsantes.

En lo personal me agobia, un cuarto de siglo después, no haber podido honrar la memoria del hombre a quien debo todo lo que soy, mi profesión y mi destino. Sigo con las manos vacías y eso eleva mi profunda desazón por tantos inútiles empeños. Debí haber hecho más, lo admito, pero las puertas jamás se abrieron. Menos mal que otros, desde la lucha civil, lo han logrado siquiera para atemperar la ominosa injusticia de las ausencias que, paradójicamente, son presencias permanentes en nuestras conciencias.

Todavía no puedo mitigar mi sed de justicia. Pero todavía estoy aquí, ante el teclado que es extensión del espíritu. Cuando menos, miles de lectores y muchos más mexicanos no creyeron ni creen en la vergonzosa falacia del “accidente”. Les pido a los míos, a quienes están cerca y también a los que se han alejado, no olvidar. Tal es nuestro deber de conciencia.

Por las Alcobas

El último desplante lo sufrí hace unos meses. En Mérida, capital yucateca con personalidad propia, abundan calles, parques y hasta urbanizaciones que ostentan nombres de fraccionadores y hasta de donadores millonarios apoyados por las jerarquías políticas y religiosas. Y por allí hay una calle que eleva al cacique extinto, Cervera, a un nicho injustificado. Su sobrina, la gobernadora Ivonne Ortega, se refugia en él como extensión de una pequeña tiranía que será repudiada por la historia.

Le dije a la mandataria que ya era de cerrar heridas, subsanar politiquerías e integrar a todas las corrientes de pensamiento al núcleo fuerte del yucatanismo. Que era justo honrar la memoria de Don Carlos a quien hasta sus adversarios le reconocen como el mejor gobernador de la entidad. Y me aseguró que así sería. Pero, claro, nada hizo. Es la sobrina y al estatus reflejo se debe. Pero, como el cacique, pasará... y quien esto escribe mantendrá su trinchera.

- - - - - - - - - - - - -

BLOG: www.rafaelloretdemola.blogspot.com

E-Mail: rafloret@hotmail.com

- - - - - - - - - - - - -



Rafael Loret de Mola
Escritor

1 comentario:

  1. Siempre admiré a tu padre y a ti siempre te he seguido, este escrito tuyo sacado desde el fondo del alma me impactó de tal manera que me animé a enviar este comentario y como nos hermanamos en la amarga impunidad que corroe el alma y el espiritu te invito a que visites www.mojadousa.blogspot.com y me gustaria verte en twitter poderosa herramienta de comunicacion y que se engalanaria al tener a alguien como tu compartiendo con la gente. "Ante la impunidad Ni perdon, ni olvido"

    Jorge Luis Fraire Huacuja

    ResponderEliminar