jueves, 3 de febrero de 2011

Las lecciones de Guerrero

PorRafael LORET DE MOLAjueves, 03 de febrero de 2011
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Se publicó en: Edición impresa La sacudida de Guerrero, sin duda, mostró la vulnerabilidad no sólo de los actores políticos sino igualmente la de los partidos empeñados en sostener la ambigüedad, sobre todo ideológica, con tal de llevar agua al molino en donde confluyen todos los sectarismos. En esta línea cabe anotar que el único partido resistente a la cooptación de militantes de otras filiaciones es el PRI y además del cual quienes salen no regresan. Acaso ello se deba a que, por la “costumbre del poder”, su capacidad de maniobra es infinitamente mayor a la de sus adversarios, incluido el PAN, gobernante en los fueros federales desde hace ya más de una década.
De allí el planteo absurdo sobre una hipotética “alianza” entre el partido en el poder presidencial, el PAN, y el que se dijo atropellado por la usurpación de Felipe Calderón en 2006, el PRD. En cierto modo sería más coherente para la izquierda, siguiendo su discurso, unirse al PRI para derrocar a una derecha facciosa que extendió los vicios arteros del establishment en lugar de ofrecer el cambio estructural prometido. Los gobernantes panistas, por decir lo menos, han sido los mayores embusteros de la historia y este estigma no se borra ni con las dotes manipuladoras de sus cabilderos importados. El remedio, entonces, resultó peor a la enfermedad.

En entorno así cualquiera se anima a presentarse como la solución a mano. Comentamos en días anteriores que, por ejemplo, Cuauhtémoc Cárdenas, tres veces candidato presidencial y una más precandidato, no se molesta cuando escucha los “cantos de sirena” sobre sus posibilidades a futuro; ello, claro, como efecto de la buena acogida, entre intelectuales y hasta empresarios cansados de los revoltijos políticos, a su autobiográfico ensayo, “Sobre mis Pasos”, cuya salida coincidió con la del nuevo mamotreto verde de Salinas cuyo grosor acapara los anaqueles, de las tiendas departamentales en donde es socio sobre todo, y no deja nada en la memoria salvo las ramplonas “justificaciones” a posteriori.

Cárdenas dice que no la anda buscando –la presidencia-, pero enseguida se dice dispuesto a abrir mentes y perspectivas si, en algún momento, las condiciones le favorecen. El punto medio exacto entre el sí y el no, como cuando la moneda está en el aire, surcando horizontes y hollando ánimos. Desde luego, como se encuentra el PRD en esta hora dramática, no son muchas las opciones para construir verdaderos liderazgos. Y Cuauhtémoc, sin duda, tiene el perfil para ello aunque arrastre ya, sin remedio, casi setenta y siete años de existencia. (El “viejo”, Adolfo Ruiz Cortines, contaba con sesenta y dos cuando le fue colocada la banda tricolor en diciembre de 1952. ¡Y cómo le pesó la edad ante sus quisquillosos gobernados!)

Al mismo tiempo, los panistas andan a la desesperada. No les basta, al parecer, con cuatro secretarios de Estado, un senador, una diputada –la única mujer que figura entre los postulantes de los tres partidos con verdadera representatividad y posibilidades de ganar-, y hasta con un externo que ahora coquetea, sin recato, con el señor Calderón, el ex rector Juan Ramón de la Fuente, hasta hace un año visto como alternativa... de izquierda. No. Otros tienen su “corazoncito” entre los gobernadores que se consideran a sí mismos enviados de la divinidad.

El primero que pretendió sacar la cara, con muy poco éxito y escaso andar, fue el guanajuatense Juan Manuel Oliva Ramírez, al amparo del influyente “yunque” ultraderechista. Pero, insisto, no le alcanzó el aire ni para llegar a la primera escala. Concentrado en los enredos regionales acabó por perder la conexión con la realidad al grado de que los controles internos se le fueron de las manos y carece, ahora mismo, de posibilidades reales siquiera para asegurarse una sucesión cómoda. Quienes más despuntan como posibles precandidatos a tomar el relevo no se hicieron a su sombra sino fuera y hasta en contra de ella: el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, y el senador sanmiguelense Luis Alberto Villarreal García, el clásico seductor en campaña.

Otro mandatario ambicioso –lo ha sido siempre, incluso cuando rebasó al priísta Arturo Zamora en una contienda viciada por acusaciones sobre vínculos con el narcotráfico que nunca fueron probadas, mucho menos al perderse el interés electoral-, el de Jalisco, Emilio González Márquez, de plano se suelta a través de mensajes publicitarios con formatos similares a los del avanzado mexiquense Peña Nieto. Y ello, a despecho, de sus recientes escándalos por alcoholismo –dicen que, cuando menos, el despacho presidencial ya está debidamente avituallado para el caso-, sus desplantes sectarios y su sustantiva pérdida de apoyos entre un electorado hastiado de cuentistas.

Y ya surge un tercer mandatario en lisa: el flamante gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, cuyos “fans” mantienen una cruzada cibernética en la que presentan a su “gallo” con más espolones que los más pintados, proponiéndolo como un casi nuevo mesías... digo, para que Andrés Manuel no se quede solo en el Olimpo de los “elegidos” por propio convencimiento. Lo curioso es que el personaje apenas tiene tres días de despacho gubernamental y ya quiere separarse del cargo para ir hacia la candidatura grande. Los poblanos se convirtieron sólo en plataforma.


Debate


Por fortuna, no soy priísta. Si lo fuera, en una hipótesis muy lejana de mis convicciones, al primero que le pediría cuentas de sus actos, contrarios a la fidelidad partidista, sería al doctor Ernesto Zedillo, a quien he llamado “el gran simulador”: fue, sin duda, el candidato menos carismático de cuantos han pululado por los campos de la demagogia y, sin embargo, es el mexicano, hasta ahora, más votado de la historia al lograr aglutinar más de diecisiete millones de sufragios sobre el rastro sangriento de Lomas Taurinas.

No nos confundamos. Los panistas de cepa arguyen que debe reconocerse a Zedillo como un impulsor de la democracia por haber garantizado una transición ordenada, sin sobresaltos ni violencia, en el 2000. Y, desee luego, no debe escatimarse el hecho de que las elecciones de ese año han sido acaso las menos impugnadas de cuantas hemos atestiguado aun cuando en no pocos miembros del Institucional quedó la idea de que se había consumado una elección de estado “al revés”, esto es para favorecer a la derecha.

Insisto: la responsabilidad de Zedillo no se circunscribe a la jornada comicial ni a la posterior transmisión del Ejecutivo, hechos con los que aseguró el cobijo de la impunidad respaldado por la administración federal sucesora, la de los Fox, sino parte del allanamiento de la ruta a Acción Nacional asfixiando a las cartas del PRI, lanzando a un candidato displicente, Francisco Labastida, limitando los financiamientos a la campaña de éste a mansalva y negociando la alternancia, con descaro, en la Casa Blanca, para garantizar con ella el “desmantelamiento” de las células subversivas en crecida... tras la irrupción del EZLN y el magnicidio de Colosio.

Por ello le califiqué, en su momento, como el gran simulador, precisamente por su propensión aguda a disfrazar intenciones presentándose como ajeno a los grandes escándalos políticos por él prohijados. ¿O acaso el clamor por el cambio, bandera de Fox, no fue espejo de las desviaciones y corruptelas del régimen zedillistan incapaz, además, de paliar la depauperación del colectivo en alza? No olvidemos lo obvio, por favor.

Pues bien, con estos antecedentes, ¿cuenta Zedillo con autoridad moral para considerar y gritar “vamos a ganar”en el 2012? Pero, ¿quiénes? Algunos leyeron en este desfogue de banqueta un refrendo priísta; pero, ¿no está Zedillo más cerca de la derecha –lo ha estado de Calderón- que de cualquiera otra causa?

Reitero: de ser priísta alzaría mi voz para exigir la expulsión de este personaje, tal y como sucedió con Elba Esther Gordillo en julio de 2006. Como no lo soy, dejo constancia de los daños colaterales que sufrirá el PRI, sin remedio, por efecto de sus propias indefiniciones. Cuando los márgenes de ventaja no son muy amplios, basta un error para el colapso. Veremos.


El Reto


Sin duda, pervive la gran puja entre Zedillo y Salinas. ¿Quién es peor? Alguna vez me planteó el dilema, en Saltillo, Enrique Martínez, ex gobernador de Coahuila y hoy coordinador priísta en el Estado de México, muy cerca de Enrique Peña. Le pedí que él respondiera, en razón a mi distancia respecto al priísmo, y señaló a Salinas. Esto es, se quedó con Zedillo de quien se sentía más cerca.

De allí el curso de los acontecimientos. Salinas no ocultó su simpatía por los Fox, con quienes intercambió opiniones cada que se las pidieron, y Zedillo, abiertamente, se ha dejado querer y ver con Calderón en una fragua constante para delinear el continuismo institucional sin distingo de partidos ni emblemas. En el fondo, para muchos, la sucesión en 2012 tendrá, sin remedio, el sello de uno de estos ex mandatarios, priístas en esencia pero mutantes cuando conviene a los intereses corporativos.

Por ello, no sólo el aspirante priísta, Peña, como se dice, busca el calor de los ex mandatarios de la misma filiación; también se acercan al fuego los panistas ansiosos de merecer la unción, igualmente, por parte de “su” presidente, el más faccioso de cuantos han vivido en Los Pinos. Ya veremos los resultados al final.


La Anécdota


Calderón, en su madura crisis de personalidad, ahora se inclina por los chascarrillos a la manera de Fox. Dijo, recientemente que en Acapulco, en donde antes se ofrecía “agua de coco” ahora se vende “coca”, como si fuera sólo cuestión de género, en femenino.

Siguiendo esta línea, el zar antidrogas estadounidense, Gil Kerlikowske, asumió un papel protagónico, en plan propositivo de alto nivel, al sugerir que los cárteles deben ser llamados de otra manera: “empresas criminales multifacéticos”. ¿O las llamamos “ecrimul” para simplificar? Propongo a los lectores que anoten algunas sugerencias al respecto para rebautizar a los grupos facinerosos notables. Es importante. Recuerden que es la ÚNICA aportación del conocido “zar” y de su gobierno para el combate a las drogas. Además, de los discursos, claro.

E-mail: rafloret@hotmail.com

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