Desafío Publicación: MIÉRCOLES 26 DE ENERO DE 2011
*Conflictos de Intereses
*Democracia Cuestionada
*¿Y si no Fuera del PAN?
Por Rafael Loret de Mola
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En 2010 la estratagema de las alianzas turbias, exitosas en tres de las cinco entidades en donde se experimentaron –Oaxaca, Puebla y Sinaloa-, anunció el abierto combate del gobernante PAN y el izquierdista PRD contra el PRI, considerado éste como confluencia de todas las mafias. Sin embargo, también panistas y perredistas han fincado cacicazgos regionales –como en Guanajuato y Michoacán- y desarrollado estructuras proselitistas con esquemas copiados al carbón de cuanto se hizo en el llamado “viejo” régimen –digamos en el Distrito Federal-.
En 2011, pese al antecedente, sólo en una entidad, Nayarit, en donde hace seis años se dio nueva alternancia ahora a favor del PRI, ha sido factible integrar una coalición electoral tras la compleja fusión de derecha e izquierda, incomprensible históricamente y sólo justificable como un recurso de supervivencia ante la imposibilidad de cada uno de los partidos aliados para andar y ganar por sí solos. A casi once años de la primera victoria nacional del PAN y a casi cinco de la segunda, el partido gobernante no fue capaz de ampliar su oferta política global, esto es por todo el territorio nacional, lo que le llevó a tomarle de la mano, como novia despechada, a la oposición más alejada de los ejes conceptuales del panismo original.
A su vez, el PRD no logra resolver una disyuntiva de fondo: ¿es preferible apoyar al partido que, amafiado, usurpó la Presidencia en 2006 con la izquierda como gran damnificada, para evitar el retorno del PRI, el partido del cual se escindieron, y en donde fueron formados, numerosos de los operadores sobresalientes de su dirigencia? Así planteado la tendencia aliancista, reducida al mínimo en la perspectiva actual, más parece confluencia de berrinches circunstanciales y rencores enfermizos; y si se quiere, igualmente de fundados temores a no contar con armas políticas suficientes para evitar, tras el presunto retorno del PRI a Los Pinos, una nueva y prolongada hegemonía, o dictadura, con los basamentos de los mismos, arraigados, grupos de presión.
Las ideologías están por los suelos. Y si es así, ¿cómo puede esperarse que la ciudadanía, la no comprometida con alguna causa partidista, reaccione validando, de nueva cuenta, a una democracia tramposa per se? Porque, sin duda, detrás de las mascaradas y de las alianzas turbias no anida un propósito evolutivo sino, nada más, el capricho sectario evidenciado por dos hechos incontrovertibles: el PAN, aun con el ejercicio del poder, no deja de ser minoritario; y el PRD, más allá de convocatorias callejeras ruidosas, no es capaz de mantener la menor coherencia por la desesperación de ir perdiendo sus limitadas coberturas. Tales hipótesis, en sí, devienen, por tanto, de sonoros fracasos.
El PRI, por su parte, peca de soberbia. En 2010 perdió tres gubernaturas de gran importancia para el contexto nacional y recuperó otras tres de menores alcances en cuanto a número de electores. Mantuvo, por tanto, la correlación de diecinueve gobiernos estatales bajo su control contra doce, incluyendo el gran Distrito Federal, en manos de sus rivales. Con ello, claro, se evidencia que un fraude potencial, como el que alega el PRD se cometió contra su causa hace un lustro, es imposible en la praxis porque la mayor parte de las entidades federales y sus órganos de representación política e incluso electoral están dentro de los fueros priístas.
Como se estima, eso sí, que los sufragios habrán de radicalizarse, esta vez entre el PRI y el PAN contra cualquier posibilidad de un viraje radical hacia la izquierda como se intuyó y boicoteó en 2006, el peso estructural del partido que mantiene exclusiva sobre los colores patrios será definitorio, sin duda, para atajar las fórmulas alquimistas, por demás sofisticadas, que pretenda instrumentar el gobierno central con uso de la parafernalia presidencial.
Todo ello sin menoscabo de la nueva actitud del mandatario en funciones, Felipe Calderón, quien, de plano, asegura a sus cercanos colaboradores y a cuantos mantienen con él la fuerza de la institución presidencial –también en las interrelaciones con los mandos castrenses y el Almirantazgo-, que él se encargará de evitar, a como dé lugar, la posible derrota de su partido en 2012. Esto es, como si se tratara de una especie de advertencia, con el país convertido en rehén de la guerra contra la delincuencia organizada, considerando al PAN y a quien sea su abanderado, de antemano, la única carta responsable para el futuro. Un discurso similar al del viejo priísmo en el campo del neopanismo en el linde entre la falacia y la parodia.
A través de los últimos doce meses, cuando la carrera sucesoria inició de facto, no han cambiado las condiciones del país ni las percepciones de una sociedad atenaceada por la demagogia; se han modificado, sí, incluso de modo dramático, las actitudes de los protagonistas, unos porque temen convertirse en pasto de vendettas a futuro y otros porque, sencillamente, requieren del poder, de todo el poder, para respirar. Esta es la coyuntura mientras el conglomerado se plantea si vale la pena o no acudir a las urnas.
Debate
Veamos cuáles son los propósitos de los protagonistas vigentes, todavía, en el gran escenario político del presente. Primero, desde los corrillos del poder central:
A).- Está claro que para Felipe Calderón, a través de este 2011, el único proyecto válido es el del continuismo. Aun si llegase el caso de un traspié hacia dentro del PAN y no pudiese hacerse de la candidatura de este partido alguno de sus entenados, el abanderado requerirá del apoyo de la casa presidencial como oxígeno vital para aguantar el denso y largo proceso. A trueque de ello, por supuesto, se vertería la impunidad sobre cuantos han resultado afectados por los escándalos a través del régimen calderonista. Por lo mismo, claro, el cuestionado Juan Molinar Horcasitas, ex secretario de Comunicaciones y Transportes vapuleado por denuncias sobre negligencias criminales, fue colocado como coordinador político del PAN, listo a incursionar en la campaña nacional inminente.
Dos años atrás, en 2009, acaso Calderón llegó a suponer, como salida de escape, la viabilidad de una nueva alternancia, con retorno priísta, ante la evidencia de su propia y notoria vulnerabilidad. Como no parecía capaz de gobernar per se, oteó hacia otras posibilidades con tal de protegerse a futuro. Poco después se dio cuenta de que el cálculo no le garantizaba salvamento alguno y optó por cerrar filas. Ahora, claro, se siente bastante más fuerte aunque mantenga temores sobre destino y reacomodo. Porque es evidente su responsabilidad en cuanto a los abusos de poder prohijados en las respuestas violentas entre las mafias enconadas.
B).- Si el PAN debió esperar más de sesenta años para conquistar el poder presidencial, es obvio que no tiene más prioridad que conservarlo sin importar costos, incluyendo los derivados de la traición a la democracia. Cualquiera cosa factible, digo, para asegurar la continuidad; otra cosa, lo saben bien, sería catastrófico por cuanto deviene de las facturas pendientes, sobre todo políticas, con cargo a los mandatarios negligentes, tibios y más bien amordazados.
Contra el propósito panista de mantenerse en la Presidencia obra la ausencia de liderazgos y el escaso prestigio y posicionamiento nacional de sus postulantes. El optimismo lo mantienen a la vista de las comparaciones y las mediciones respecto al arranque de las justas de 2000 y 2006 cuando sus abanderados partieron con desventajas en los momios trepándose al carro vencedor por obra y gracia de los empeñosos cabilderos del exterior, sobre todo españoles, expertos en campañas negras e inducciones tendenciosas.
El Reto
En cuanto a las otras opciones de gobierno se abren dos grandes expectativas:
1.- Para el PRD lo primordial es no ser arrollado. Esto es: luego de la experiencia traumática de 2006, en una elección presidencial en la que, pese a todo, obtuvo el mayor aval ciudadano del historial de la izquierda, no parece tener capacidad para reponerse al corto plazo superando los amagos cismáticos. Se antoja que la pretendida “candidatura de unidad” es sólo referente demagógico para tratar de evitar fugas mayores de militantes frustrados.
Insisto en que el fundamento toral del perredismo es avizorar el 2018 en otras condiciones y, siempre y cuando, puedan sostenerse en planos relevantes, con una buena representación en el Legislativo y algunas gubernaturas –en este segundo renglón van a la baja-.
2.- Para el PRI las cosas parecen rodar mejor aun con la resistencia de no pocos mexicanos –si se sumaran en un solo bando podrían ser mayoría-, a dar marcha hacia atrás en lo que sería el “triunfo de la anti-historia”, esto es la validación de la dictadura precedente porque las alternativas fueron peores. No obstante debe considerarse que, como nunca antes, los priístas han sido capaces de no pelearse por la dirigencia nacional, ya en manos del coahuilense Humberto Moreira Valdés, y lo mismo sucederá, casi seguramente, respecto a la candidatura presidencial. Enrique Peña Nieto no tiene quien le haga sombra entre sus correligionarios.
Moreira, incluso, contra las viejas costumbres, amplía convocatorias hacia aquellos resentidos que, en fuga, arribaron a otros partidos. Y ello delinea su postura de sumar –así sea también a la poderosa “maestra”, Elba Esther Gordillo, casi su madrina-, y de dirigir el timón... sin cometer más errores. Habremos de esperar.
La Anécdota
A Moreira, cuando despachaba en el Palacio de Gobierno de Coahuila, en su entrañable Saltillo, le pregunté a quemarropa:
--Si fuera Calderón priísta, ¿actuaría con él en lamisca forma? –esto es, con constantes desplantes y provocaciones-.
--Por supuesto que no. Ni siquiera me lo plantearía. Además, un presidente correligionario no marginaría, en cuanto a auxilios presupuestarios, a mi estado.
Las reglas de la nueva doctrina en el inicio del retorno de los brujos.
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