Desafío Publicación: MIÉRCOLES 26 DE ENERO DE 2011
*Conflictos de Intereses
*Democracia Cuestionada
*¿Y si no Fuera del PAN?
Por Rafael Loret de Mola
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En 2010 la estratagema de las alianzas turbias, exitosas en tres de las cinco entidades en donde se experimentaron –Oaxaca, Puebla y Sinaloa-, anunció el abierto combate del gobernante PAN y el izquierdista PRD contra el PRI, considerado éste como confluencia de todas las mafias. Sin embargo, también panistas y perredistas han fincado cacicazgos regionales –como en Guanajuato y Michoacán- y desarrollado estructuras proselitistas con esquemas copiados al carbón de cuanto se hizo en el llamado “viejo” régimen –digamos en el Distrito Federal-.
En 2011, pese al antecedente, sólo en una entidad, Nayarit, en donde hace seis años se dio nueva alternancia ahora a favor del PRI, ha sido factible integrar una coalición electoral tras la compleja fusión de derecha e izquierda, incomprensible históricamente y sólo justificable como un recurso de supervivencia ante la imposibilidad de cada uno de los partidos aliados para andar y ganar por sí solos. A casi once años de la primera victoria nacional del PAN y a casi cinco de la segunda, el partido gobernante no fue capaz de ampliar su oferta política global, esto es por todo el territorio nacional, lo que le llevó a tomarle de la mano, como novia despechada, a la oposición más alejada de los ejes conceptuales del panismo original.
A su vez, el PRD no logra resolver una disyuntiva de fondo: ¿es preferible apoyar al partido que, amafiado, usurpó la Presidencia en 2006 con la izquierda como gran damnificada, para evitar el retorno del PRI, el partido del cual se escindieron, y en donde fueron formados, numerosos de los operadores sobresalientes de su dirigencia? Así planteado la tendencia aliancista, reducida al mínimo en la perspectiva actual, más parece confluencia de berrinches circunstanciales y rencores enfermizos; y si se quiere, igualmente de fundados temores a no contar con armas políticas suficientes para evitar, tras el presunto retorno del PRI a Los Pinos, una nueva y prolongada hegemonía, o dictadura, con los basamentos de los mismos, arraigados, grupos de presión.
Las ideologías están por los suelos. Y si es así, ¿cómo puede esperarse que la ciudadanía, la no comprometida con alguna causa partidista, reaccione validando, de nueva cuenta, a una democracia tramposa per se? Porque, sin duda, detrás de las mascaradas y de las alianzas turbias no anida un propósito evolutivo sino, nada más, el capricho sectario evidenciado por dos hechos incontrovertibles: el PAN, aun con el ejercicio del poder, no deja de ser minoritario; y el PRD, más allá de convocatorias callejeras ruidosas, no es capaz de mantener la menor coherencia por la desesperación de ir perdiendo sus limitadas coberturas. Tales hipótesis, en sí, devienen, por tanto, de sonoros fracasos.
El PRI, por su parte, peca de soberbia. En 2010 perdió tres gubernaturas de gran importancia para el contexto nacional y recuperó otras tres de menores alcances en cuanto a número de electores. Mantuvo, por tanto, la correlación de diecinueve gobiernos estatales bajo su control contra doce, incluyendo el gran Distrito Federal, en manos de sus rivales. Con ello, claro, se evidencia que un fraude potencial, como el que alega el PRD se cometió contra su causa hace un lustro, es imposible en la praxis porque la mayor parte de las entidades federales y sus órganos de representación política e incluso electoral están dentro de los fueros priístas.
Como se estima, eso sí, que los sufragios habrán de radicalizarse, esta vez entre el PRI y el PAN contra cualquier posibilidad de un viraje radical hacia la izquierda como se intuyó y boicoteó en 2006, el peso estructural del partido que mantiene exclusiva sobre los colores patrios será definitorio, sin duda, para atajar las fórmulas alquimistas, por demás sofisticadas, que pretenda instrumentar el gobierno central con uso de la parafernalia presidencial.
Todo ello sin menoscabo de la nueva actitud del mandatario en funciones, Felipe Calderón, quien, de plano, asegura a sus cercanos colaboradores y a cuantos mantienen con él la fuerza de la institución presidencial –también en las interrelaciones con los mandos castrenses y el Almirantazgo-, que él se encargará de evitar, a como dé lugar, la posible derrota de su partido en 2012. Esto es, como si se tratara de una especie de advertencia, con el país convertido en rehén de la guerra contra la delincuencia organizada, considerando al PAN y a quien sea su abanderado, de antemano, la única carta responsable para el futuro. Un discurso similar al del viejo priísmo en el campo del neopanismo en el linde entre la falacia y la parodia.
A través de los últimos doce meses, cuando la carrera sucesoria inició de facto, no han cambiado las condiciones del país ni las percepciones de una sociedad atenaceada por la demagogia; se han modificado, sí, incluso de modo dramático, las actitudes de los protagonistas, unos porque temen convertirse en pasto de vendettas a futuro y otros porque, sencillamente, requieren del poder, de todo el poder, para respirar. Esta es la coyuntura mientras el conglomerado se plantea si vale la pena o no acudir a las urnas.
Debate
Veamos cuáles son los propósitos de los protagonistas vigentes, todavía, en el gran escenario político del presente. Primero, desde los corrillos del poder central:
A).- Está claro que para Felipe Calderón, a través de este 2011, el único proyecto válido es el del continuismo. Aun si llegase el caso de un traspié hacia dentro del PAN y no pudiese hacerse de la candidatura de este partido alguno de sus entenados, el abanderado requerirá del apoyo de la casa presidencial como oxígeno vital para aguantar el denso y largo proceso. A trueque de ello, por supuesto, se vertería la impunidad sobre cuantos han resultado afectados por los escándalos a través del régimen calderonista. Por lo mismo, claro, el cuestionado Juan Molinar Horcasitas, ex secretario de Comunicaciones y Transportes vapuleado por denuncias sobre negligencias criminales, fue colocado como coordinador político del PAN, listo a incursionar en la campaña nacional inminente.
Dos años atrás, en 2009, acaso Calderón llegó a suponer, como salida de escape, la viabilidad de una nueva alternancia, con retorno priísta, ante la evidencia de su propia y notoria vulnerabilidad. Como no parecía capaz de gobernar per se, oteó hacia otras posibilidades con tal de protegerse a futuro. Poco después se dio cuenta de que el cálculo no le garantizaba salvamento alguno y optó por cerrar filas. Ahora, claro, se siente bastante más fuerte aunque mantenga temores sobre destino y reacomodo. Porque es evidente su responsabilidad en cuanto a los abusos de poder prohijados en las respuestas violentas entre las mafias enconadas.
B).- Si el PAN debió esperar más de sesenta años para conquistar el poder presidencial, es obvio que no tiene más prioridad que conservarlo sin importar costos, incluyendo los derivados de la traición a la democracia. Cualquiera cosa factible, digo, para asegurar la continuidad; otra cosa, lo saben bien, sería catastrófico por cuanto deviene de las facturas pendientes, sobre todo políticas, con cargo a los mandatarios negligentes, tibios y más bien amordazados.
Contra el propósito panista de mantenerse en la Presidencia obra la ausencia de liderazgos y el escaso prestigio y posicionamiento nacional de sus postulantes. El optimismo lo mantienen a la vista de las comparaciones y las mediciones respecto al arranque de las justas de 2000 y 2006 cuando sus abanderados partieron con desventajas en los momios trepándose al carro vencedor por obra y gracia de los empeñosos cabilderos del exterior, sobre todo españoles, expertos en campañas negras e inducciones tendenciosas.
El Reto
En cuanto a las otras opciones de gobierno se abren dos grandes expectativas:
1.- Para el PRD lo primordial es no ser arrollado. Esto es: luego de la experiencia traumática de 2006, en una elección presidencial en la que, pese a todo, obtuvo el mayor aval ciudadano del historial de la izquierda, no parece tener capacidad para reponerse al corto plazo superando los amagos cismáticos. Se antoja que la pretendida “candidatura de unidad” es sólo referente demagógico para tratar de evitar fugas mayores de militantes frustrados.
Insisto en que el fundamento toral del perredismo es avizorar el 2018 en otras condiciones y, siempre y cuando, puedan sostenerse en planos relevantes, con una buena representación en el Legislativo y algunas gubernaturas –en este segundo renglón van a la baja-.
2.- Para el PRI las cosas parecen rodar mejor aun con la resistencia de no pocos mexicanos –si se sumaran en un solo bando podrían ser mayoría-, a dar marcha hacia atrás en lo que sería el “triunfo de la anti-historia”, esto es la validación de la dictadura precedente porque las alternativas fueron peores. No obstante debe considerarse que, como nunca antes, los priístas han sido capaces de no pelearse por la dirigencia nacional, ya en manos del coahuilense Humberto Moreira Valdés, y lo mismo sucederá, casi seguramente, respecto a la candidatura presidencial. Enrique Peña Nieto no tiene quien le haga sombra entre sus correligionarios.
Moreira, incluso, contra las viejas costumbres, amplía convocatorias hacia aquellos resentidos que, en fuga, arribaron a otros partidos. Y ello delinea su postura de sumar –así sea también a la poderosa “maestra”, Elba Esther Gordillo, casi su madrina-, y de dirigir el timón... sin cometer más errores. Habremos de esperar.
La Anécdota
A Moreira, cuando despachaba en el Palacio de Gobierno de Coahuila, en su entrañable Saltillo, le pregunté a quemarropa:
--Si fuera Calderón priísta, ¿actuaría con él en lamisca forma? –esto es, con constantes desplantes y provocaciones-.
--Por supuesto que no. Ni siquiera me lo plantearía. Además, un presidente correligionario no marginaría, en cuanto a auxilios presupuestarios, a mi estado.
Las reglas de la nueva doctrina en el inicio del retorno de los brujos.
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BLOG: www.rafaelloretdemola.blogspot.com
E-Mail: rafloret@hotmail.com
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miércoles, 26 de enero de 2011
lunes, 24 de enero de 2011
LUJAMBIO CON BROZO
desafío
editorial PorRedacción / EL MEXICANOlunes, 24 de enero de 2011
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Se publicó en: Edición impresa En este México nuestro tan peculiar, folklórico para algunos y lúdico hasta para jugar con la muerte, no es extraño que el titular de Educación Pública, quien despacha en el sillón que fue de Vasconcelos, el maestro de América y gran novelista de la Revolución –cualidad ésta superior a los juicios arcaicos que le exhiben como reaccionario-, escoja el foro televisivo de mayor raigambre cultural para proponerse “presidenciable” en aras de sus propias apetencias políticas.
Lo merece, caramba, después del atinado manejo de los fondos destinados a las fiestas del bicentenario insurgente, y en menor grado del centenario de “la bola” ante la cual los miembros del PAN son más bien remisos, sobre los que ni siquiera se ha intentado una mínima auditoría. Todavía esperamos la “torre” prometida en lenta, lentísima construcción a las puertas de Chapultepec y del Castillo desde gobernaron el autócrata Porfirio Díaz y el enajenado barbado de Miramar. Claroscuros siempre; cortinas de humo, también.
Hace unos días, Alonso Lujambio Irazábal, licenciado en Ciencias Sociales egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y candidato a doctor por la Universidad de Yale en Ciencia Política, neopanista puesto que apenas se afilió al PAN en junio de 2009, esto es dos meses después de ser situado al frente de la SEP a la salida de esta dependencia de la también “presidenciable” Josefina Vázquez Mota, acudió a Televisa, claro, fuente de inspiración mediática, para responder, en esencia, a los señalamientos del priista y profesor Humberto Moreira Valdés sobre los rezagos educativos... evidentes.
Y lo hizo, desde luego, en el reverenciado plató del célebre Brozo, el payaso tenebroso, célebre por haber desnudado y avergonzado nacionalmente al lópezobradorista René Bejarano, llamado desde entonces “el señor de las ligas” y vídeofilmado en flagrancia cuando recibía un monumental embute de manos del argentino Carlos Ahumada. El histrión, por supuesto, esmeró sus dotes para iniciar la propaganda del funcionario tratando de exaltar, cuidadosamente, los veneros de la seducción colectiva. Y Lujambio, por supuesto, se condujo como pez en el agua, siguiendo las lecciones del “gran seductor en campaña”.
En los preámbulos de su estimulante y culta comparecencia ante las cámaras de televisión, Lujambio se dio espacio para llamar a Moreira “protagonista cavernario”, “mentiroso” además, por haber dispuesto de un “montaje teatral” –esto es una entrevista de banqueta con algunos reporteros-, osando cuestionar las inmaculadas cifras del gobierno calderonista que deben ser tomadas como verdades absolutas a riesgo de ser igualmente señalados, cuantos duden, de ser representantes del paleolítico. Esto es como si el arribo del PAN hubiera sido de similar impacto al aerolito de Chicxulub que aniquiló a los dinosaurios, salvo los políticos.
Sólo que alrededor observamos, por aquí y por allá, dentro de la administración federal en curso igualmente, a no pocos “tiranosaurios”, herederos del Jurásico que aún no se extingue –mientras contemplemos, tan cera, a personajes de la talla de Emilio Gamboa, Bartlett e incluso los Fox, en plenas actuaciones, no habrá manera de poner el punto final-, como demostración evidente del continuismo estructural de la derecha que llegó al poder en 1982 y no en 2000 como algunos suponen con los segmentos panistas victoriosos.
Olvidó el “ministro”, quien no podía afiliarse al PAN de sus sueños antes de 2003 en su calidad de “consejero ciudadano” del Instituto Federal Electoral en donde debía permanecer sin partido para eslabonar la crónica de la falsa imparcialidad del organismo, los deberes y límites de los funcionarios públicos. Deber, sí, el de informar y responder a dudas, interrogantes e incluso cuestionamientos; límite, por cuanto a la urbanidad política mínima que obliga a los altos servidores públicos a guardar ponderación, seriedad y respeto hacia cualquier ciudadano aunque no sea de su misma filiación política. Esto es: si desea ponerse a las patadas con los priistas, que se baje de la nube de su ministerio. Así de sencillo.
Veamos, a punto, hasta donde se elevan las distorsiones. Moreira aseveró que resulta “dramático” corroborar el alto grado de deserción educativa entre los jóvenes pues sólo “cinco de cada diez” que ingresan a primaria terminan una carrera profesional; y Lujambio replicó que “lo dramático” es “que se invente los datos”. En la escala de valores del secretario se sitúan primero las estadísticas –sigo sus palabras como sonaron-, y después los escolapios mal formados y sin recursos para llegar a la meta universitaria.
No, no se trata de caer en juegos de palabras, con tendencias a degradar a un postulante presidencial que no niega la cruz de su parroquia, esto es en estado puro de precandidato, sino de subrayar la ligereza con la que se arguye desde las alturas en donde se ha perdido toda proporción de las cosas, esto es hasta el mínimo sentido social, en defensa... hasta del evidente inmovilismo, marca señera de los regímenes panistas, desde el 2000. ¿Resultados? Por favor.
Debate
Durante su “comparecencia” televisiva, con Brozo y su “secretaria” usurpando las dotes del Congreso, Alonso Lujambio subrayó como el mayor logro del régimen calderonista en materia de educación “el sistema de evaluación” que antes no existía para conocer, específicamente, los niveles de capacitación del magisterio; en la misma emisión se le preguntó cuál sería un objetivo a alcanzar y respondió: “contar con un sistema universal de evaluación” porque, expresó, ahora no puede evaluarse a quienes permanecen en un mismo nivel y no ascienden en la escala jerárquica de mentores. ¿Basta con eso?
Resulta que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) coloca a México con niveles educativos más bien bajos entre las naciones latinoamericanas y tal revelación no fue contestada por los responsables del ramo con la misma vehemencia que concitaron las críticas del priísta Moreira, profesor y por tanto enterado de rezagos y vicios de los programas oficiales. Y es que, desde luego, el organismo internacional, libre de las pasiones sectarias prevalecientes en nuestro país, no hizo sino compilar los avances de cada nación y establecer comparaciones a partir de ello. No había réplica posible con todo y que el escaparate fuera funesto para las ambiciones de Lujambio.
Desde luego, la posición del secretario en campaña podría observarse como un diferendo con la poderosa “maestra” Elba Esther Gordillo, reina más que dirigente del sindicato magisterial, a quien las condiciones siempre favorecen por cuanto a su excepcional capacidad de maniobra. Desde hace varios lustros la influencia de la señora –considerada la mujer de mayor poder en la historia de México-, es determinante dentro y fuera de la SEP, a grado de que la anterior titular de esta dependencia, Josefina Vázquez Mota, no negó sus diferencias con la lidereza al momento de integrarse a la Cámara de Diputados como activo del PAN.
Al respecto, doña Josefina –otro prospecto avanzado-,
marcó distancia respecto a “otros” ex titulares de la SEP, concretamente el regiomontano y foxista Reyes Tamez Guerra, que terminaron bebiendo de la mano de la maestra. Tamez es ahora, nada menos, legislador por Nueva Alianza, el Panal, partido fundado a expensas y financiamientos de la señora Gordillo sin el menor rubor. Los “saltos”, a la larga, perfilan siempre el carácter y la condición de los protagonistas de la vida institucional. Las interrelaciones sólo confunden, y funden, a los ingenuos.
En fin, más allá de todas las especulaciones, pervive el sentido de la realidad inocultable. Porque si el señor Lujambio, politicólogo de acuerdo a su apretado currículo, alega que el 66.3 por ciento de los jóvenes, y no el 27 por ciento, tienen oportunidad de entrar a la preparatoria, el fiel de la balanza, por demás riguroso y efectivo, está en la percepción misma de una sociedad a la que ya no adormece, como antaño, la demagogia rupestre.
El Reto
Lujambio, casi jubiloso por la presencia de la “secretaria” de Brozo a la que solicitó dejara ver sus ojos en abono de su belleza, seductor al fin, asintió en cuanto el payaso de la tele le situó como “presidenciable”. Enseguida alegó que “nunca” será factor de división en su partido, aunque no tenga antecedentes partidistas, sino de “cohesión” y algo más: se comprometió a ser una especie de garante de la unidad para consolidar presencia y prospectiva de su instituto político. Increíble: con poco más de año y medio de militancia se considera un factor determinante del PAN. Basta el dato para subrayar los tremendos niveles de improvisación en el partido gobernante.
Salieron sobrando, en esta línea, los empalagosos elogios a su jefe Calderón porque delinean la sumisión de quien espera, ansioso, la señal definitiva. Y para rematar enfatizó que “el sexenio no está muerto” lo que, en sí, denota exactamente lo contrario. Porque si tiene que especificarlo se debe, cuando menos, a que no son pocos quienes estiman la caducidad extrema de una administración agónica y fatídica en materia de resultados. Aclaración no pedida...
Si Lujambio resulta, al fin, el candidato –por el momento, los momios de Ernesto Cordero se movieron al alza-, seguramente comenzará deslindándose del señor Calderón, como éste lo hizo respecto a Fox cuando así le convino. Los secretos ya no lo son tanto.
La Anécdota
Cinco veces, de manera directa, pregunté a Lujambio, en diciembre de 2009, su opinión sobre Elba Esther Gordillo –“2012: La Sucesión”, Océano, 2010-, y otras tantas evadió referiste al asunto el personaje. Al final, nuestra insistencia apenas logró un esbozo.
-¿No será un factor determinante Elba Esther para el futuro?
-Ella es la dirigente de uno de los más importantes sindicatos del país. Como tal, opinará y actuará, en su momento.
Y tal dijo después de haber negado que la poderosa señora Gordillo había sido “un factor determinante” en la postulación del candidato panista a la Presidencia en 2006. Ya veremos hacia donde se inclinará la balanza. Lujambio o Moreira. Con alguien deberá guerrear la “maestra” ahora que Roberto Madrazo es cadáver político.
E-Mail: rafloret@hotmail.com
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editorial PorRedacción / EL MEXICANOlunes, 24 de enero de 2011
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Se publicó en: Edición impresa En este México nuestro tan peculiar, folklórico para algunos y lúdico hasta para jugar con la muerte, no es extraño que el titular de Educación Pública, quien despacha en el sillón que fue de Vasconcelos, el maestro de América y gran novelista de la Revolución –cualidad ésta superior a los juicios arcaicos que le exhiben como reaccionario-, escoja el foro televisivo de mayor raigambre cultural para proponerse “presidenciable” en aras de sus propias apetencias políticas.
Lo merece, caramba, después del atinado manejo de los fondos destinados a las fiestas del bicentenario insurgente, y en menor grado del centenario de “la bola” ante la cual los miembros del PAN son más bien remisos, sobre los que ni siquiera se ha intentado una mínima auditoría. Todavía esperamos la “torre” prometida en lenta, lentísima construcción a las puertas de Chapultepec y del Castillo desde gobernaron el autócrata Porfirio Díaz y el enajenado barbado de Miramar. Claroscuros siempre; cortinas de humo, también.
Hace unos días, Alonso Lujambio Irazábal, licenciado en Ciencias Sociales egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y candidato a doctor por la Universidad de Yale en Ciencia Política, neopanista puesto que apenas se afilió al PAN en junio de 2009, esto es dos meses después de ser situado al frente de la SEP a la salida de esta dependencia de la también “presidenciable” Josefina Vázquez Mota, acudió a Televisa, claro, fuente de inspiración mediática, para responder, en esencia, a los señalamientos del priista y profesor Humberto Moreira Valdés sobre los rezagos educativos... evidentes.
Y lo hizo, desde luego, en el reverenciado plató del célebre Brozo, el payaso tenebroso, célebre por haber desnudado y avergonzado nacionalmente al lópezobradorista René Bejarano, llamado desde entonces “el señor de las ligas” y vídeofilmado en flagrancia cuando recibía un monumental embute de manos del argentino Carlos Ahumada. El histrión, por supuesto, esmeró sus dotes para iniciar la propaganda del funcionario tratando de exaltar, cuidadosamente, los veneros de la seducción colectiva. Y Lujambio, por supuesto, se condujo como pez en el agua, siguiendo las lecciones del “gran seductor en campaña”.
En los preámbulos de su estimulante y culta comparecencia ante las cámaras de televisión, Lujambio se dio espacio para llamar a Moreira “protagonista cavernario”, “mentiroso” además, por haber dispuesto de un “montaje teatral” –esto es una entrevista de banqueta con algunos reporteros-, osando cuestionar las inmaculadas cifras del gobierno calderonista que deben ser tomadas como verdades absolutas a riesgo de ser igualmente señalados, cuantos duden, de ser representantes del paleolítico. Esto es como si el arribo del PAN hubiera sido de similar impacto al aerolito de Chicxulub que aniquiló a los dinosaurios, salvo los políticos.
Sólo que alrededor observamos, por aquí y por allá, dentro de la administración federal en curso igualmente, a no pocos “tiranosaurios”, herederos del Jurásico que aún no se extingue –mientras contemplemos, tan cera, a personajes de la talla de Emilio Gamboa, Bartlett e incluso los Fox, en plenas actuaciones, no habrá manera de poner el punto final-, como demostración evidente del continuismo estructural de la derecha que llegó al poder en 1982 y no en 2000 como algunos suponen con los segmentos panistas victoriosos.
Olvidó el “ministro”, quien no podía afiliarse al PAN de sus sueños antes de 2003 en su calidad de “consejero ciudadano” del Instituto Federal Electoral en donde debía permanecer sin partido para eslabonar la crónica de la falsa imparcialidad del organismo, los deberes y límites de los funcionarios públicos. Deber, sí, el de informar y responder a dudas, interrogantes e incluso cuestionamientos; límite, por cuanto a la urbanidad política mínima que obliga a los altos servidores públicos a guardar ponderación, seriedad y respeto hacia cualquier ciudadano aunque no sea de su misma filiación política. Esto es: si desea ponerse a las patadas con los priistas, que se baje de la nube de su ministerio. Así de sencillo.
Veamos, a punto, hasta donde se elevan las distorsiones. Moreira aseveró que resulta “dramático” corroborar el alto grado de deserción educativa entre los jóvenes pues sólo “cinco de cada diez” que ingresan a primaria terminan una carrera profesional; y Lujambio replicó que “lo dramático” es “que se invente los datos”. En la escala de valores del secretario se sitúan primero las estadísticas –sigo sus palabras como sonaron-, y después los escolapios mal formados y sin recursos para llegar a la meta universitaria.
No, no se trata de caer en juegos de palabras, con tendencias a degradar a un postulante presidencial que no niega la cruz de su parroquia, esto es en estado puro de precandidato, sino de subrayar la ligereza con la que se arguye desde las alturas en donde se ha perdido toda proporción de las cosas, esto es hasta el mínimo sentido social, en defensa... hasta del evidente inmovilismo, marca señera de los regímenes panistas, desde el 2000. ¿Resultados? Por favor.
Debate
Durante su “comparecencia” televisiva, con Brozo y su “secretaria” usurpando las dotes del Congreso, Alonso Lujambio subrayó como el mayor logro del régimen calderonista en materia de educación “el sistema de evaluación” que antes no existía para conocer, específicamente, los niveles de capacitación del magisterio; en la misma emisión se le preguntó cuál sería un objetivo a alcanzar y respondió: “contar con un sistema universal de evaluación” porque, expresó, ahora no puede evaluarse a quienes permanecen en un mismo nivel y no ascienden en la escala jerárquica de mentores. ¿Basta con eso?
Resulta que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) coloca a México con niveles educativos más bien bajos entre las naciones latinoamericanas y tal revelación no fue contestada por los responsables del ramo con la misma vehemencia que concitaron las críticas del priísta Moreira, profesor y por tanto enterado de rezagos y vicios de los programas oficiales. Y es que, desde luego, el organismo internacional, libre de las pasiones sectarias prevalecientes en nuestro país, no hizo sino compilar los avances de cada nación y establecer comparaciones a partir de ello. No había réplica posible con todo y que el escaparate fuera funesto para las ambiciones de Lujambio.
Desde luego, la posición del secretario en campaña podría observarse como un diferendo con la poderosa “maestra” Elba Esther Gordillo, reina más que dirigente del sindicato magisterial, a quien las condiciones siempre favorecen por cuanto a su excepcional capacidad de maniobra. Desde hace varios lustros la influencia de la señora –considerada la mujer de mayor poder en la historia de México-, es determinante dentro y fuera de la SEP, a grado de que la anterior titular de esta dependencia, Josefina Vázquez Mota, no negó sus diferencias con la lidereza al momento de integrarse a la Cámara de Diputados como activo del PAN.
Al respecto, doña Josefina –otro prospecto avanzado-,
marcó distancia respecto a “otros” ex titulares de la SEP, concretamente el regiomontano y foxista Reyes Tamez Guerra, que terminaron bebiendo de la mano de la maestra. Tamez es ahora, nada menos, legislador por Nueva Alianza, el Panal, partido fundado a expensas y financiamientos de la señora Gordillo sin el menor rubor. Los “saltos”, a la larga, perfilan siempre el carácter y la condición de los protagonistas de la vida institucional. Las interrelaciones sólo confunden, y funden, a los ingenuos.
En fin, más allá de todas las especulaciones, pervive el sentido de la realidad inocultable. Porque si el señor Lujambio, politicólogo de acuerdo a su apretado currículo, alega que el 66.3 por ciento de los jóvenes, y no el 27 por ciento, tienen oportunidad de entrar a la preparatoria, el fiel de la balanza, por demás riguroso y efectivo, está en la percepción misma de una sociedad a la que ya no adormece, como antaño, la demagogia rupestre.
El Reto
Lujambio, casi jubiloso por la presencia de la “secretaria” de Brozo a la que solicitó dejara ver sus ojos en abono de su belleza, seductor al fin, asintió en cuanto el payaso de la tele le situó como “presidenciable”. Enseguida alegó que “nunca” será factor de división en su partido, aunque no tenga antecedentes partidistas, sino de “cohesión” y algo más: se comprometió a ser una especie de garante de la unidad para consolidar presencia y prospectiva de su instituto político. Increíble: con poco más de año y medio de militancia se considera un factor determinante del PAN. Basta el dato para subrayar los tremendos niveles de improvisación en el partido gobernante.
Salieron sobrando, en esta línea, los empalagosos elogios a su jefe Calderón porque delinean la sumisión de quien espera, ansioso, la señal definitiva. Y para rematar enfatizó que “el sexenio no está muerto” lo que, en sí, denota exactamente lo contrario. Porque si tiene que especificarlo se debe, cuando menos, a que no son pocos quienes estiman la caducidad extrema de una administración agónica y fatídica en materia de resultados. Aclaración no pedida...
Si Lujambio resulta, al fin, el candidato –por el momento, los momios de Ernesto Cordero se movieron al alza-, seguramente comenzará deslindándose del señor Calderón, como éste lo hizo respecto a Fox cuando así le convino. Los secretos ya no lo son tanto.
La Anécdota
Cinco veces, de manera directa, pregunté a Lujambio, en diciembre de 2009, su opinión sobre Elba Esther Gordillo –“2012: La Sucesión”, Océano, 2010-, y otras tantas evadió referiste al asunto el personaje. Al final, nuestra insistencia apenas logró un esbozo.
-¿No será un factor determinante Elba Esther para el futuro?
-Ella es la dirigente de uno de los más importantes sindicatos del país. Como tal, opinará y actuará, en su momento.
Y tal dijo después de haber negado que la poderosa señora Gordillo había sido “un factor determinante” en la postulación del candidato panista a la Presidencia en 2006. Ya veremos hacia donde se inclinará la balanza. Lujambio o Moreira. Con alguien deberá guerrear la “maestra” ahora que Roberto Madrazo es cadáver político.
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viernes, 21 de enero de 2011
MOREIRA Y EL PRI
PorRafael LORET DE MOLAviernes, 21 de enero de 2011
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Se publicó en: Edición impresa Enero está calientito, como se esperaba. Sobre todo porque, en ausencia de ponderación y seriedad, los actores políticos entrecruzan acusaciones y devuelven adjetivos tratando de parecer ingeniosos al construir las consabidas muletillas. El tono, por supuesto, puede ir acorde con la fogosidad de los líderes partidistas, obligados a defender fueros y parcelas de poder, no así con quienes, desde el primer mandatario federal hasta el regidor más humilde, ejercen funciones de gobierno y están obligados no sólo a conservar las formas y la ecuanimidad sino igualmente a responder, sin aspavientos ni injurias, a cuanto se plantee desde los bastiones de la libertad de expresión.
Para decirlo sin eufemismos, es obvio que la llegada de Humberto Moreira al PRI –asumirá formalmente sus funciones el 4 de marzo pero en los hechos ya marcha sobre caballo de hacienda-, desató la euforia polemista de la derecha gobernante que, por supuesto, ya esperaba las andanadas características del ex gobernador de Coahuila; si en funciones de ejecutivo estatal no limitó su verbo ni desplante alguno ante un acosado –específicamente por sus demonios interiores- Felipe Calderón, era obvio que continuaría con la estrategia de exhibir rezagos, medias mentiras y turbiedades demagógicas de sus adversarios... sopesando el riesgo de revires, igualmente duros, concentrados en las deudas históricas del llamado “viejo régimen” a los que los panistas llaman “priorato” como uno más de los pendones de su afectado proselitismo.
Por supuesto, sin restar importancia a los señalamientos sobre las monumentales corruptelas a lo largo del priísmo hegemónico, la dirigencia del PAN soslaya un hecho incontrovertible: fueron los priístas quienes propiciaron, en su momento, las reformas políticas y electorales que posibilitaron la victoria de la primera alternancia en 2000; a cambio, los panistas, desde aquel año emblemático, han sido más bien resistentes a modificar las reglas del juego político: los Fox no movieron un ápice y Calderón no pudo evitar la iniciativa para modificar al Instituto Electoral Federal restando a los funcionarios bajo sospecha, como el anterior presidente consejero, Luis Carlos Ugalde, confeso además. De no ser por ello, la parálisis habría sido total.
Sobre sus frecuentes desencuentros con Calderón, le pregunté a Moreira, alguna vez, si actuaría igual de ser priísta el presidente de la República. Y me respondió, como es él, sin evadirse, que en tal caso tendría la obligación de ser más cuidadoso, por disciplina partidista; y alegó, claro, que el “primer mandatario”, pese a su jerarquía nacional, era visto por él como un formidable adversario político aunque no por ello fuese imposible coordinar acciones entre los gobiernos de Coahuila y el federal.
Precisamente este perfil de Moreira fue el que llevó al priísmo a concentrarse alrededor suyo para lograr un consenso insólito –más en la era en que ha jugado el papel de opositor-, desarticulando a algunos grupos opuestos a este personaje y con inclinación más evidente por la negociación “fina”, esto es en donde las complicidades pueden tejerse en los sótanos mientras se discursa otra cosa. Emilio Gamboa, sin duda, era fiel espejo de este flanco de larga cola y pernicioso andar por las rutas de los chantajes mutuos; y se diluyó sin el menor agobio contra las expectativas de divisionismo.
En idéntica línea, se antoja imparable la postulación de Enrique Peña Nieto a la Primera Magistratura cuando llegue el momento aun cuando, de hecho, la campaña comenzó hace muchos meses. Tiene tiempo para terminar su periodo como gobernador –lo que no pudo hacer Moreira-, y entrar de lleno a las labores partidistas a partir de ello, en septiembre próximo. Como nunca antes, ni siquiera en la cúspide del presidencialismo autoritario que determinaba, “dedazo” de por medio, el curso de la sucesión, había sido tan clara la definición del abanderado dispuesto a “sacrificarse” ocupando la residencia oficial de Los Pinos.
Cuando era el mandatario en funciones quien jugaba el “solitario” para resolver su propio relevo, los semblanteos y golpes bajos formaban parte de la cultura política. Digamos que a estas alturas –enero del año del “destape”-, sólo los muy cercanos a Palacio Nacional atinaban, con certeza, el nombre del ungido. Incluso, en la mente del único juez, el propio presidente, podían darse rebases y modificaciones en la carrera cuando observaba a los “finalistas” tratando de desenredar algunas tramas complejas con las que se medían talentos y condiciones. No había nada seguro, por tanto.
En la perspectiva actual, aun cuando no puede descartarse alguna crisis o una catástrofe violenta como está el entorno, Peña no cuenta siquiera con un contrapeso de mediana estatura. Quienes “sonaban” como posibles sucedáneos a principios del año pasado, se han difuminado por distintas causas: Manlio Fabio Beltrones, el de mayor peso por su conocimiento estructural del sistema, se bajó del carro en cuanto sopesó la enorme desventaja que tenía; Fidel Herrera Beltrán, quien jamás negó sus sueños, optó por reacomodarse dentro del PRI al dejar el gobierno veracruzano sin el menor aliento futurista personal; Beatriz Paredes Rangel huele ya a cadáver político; y, finalmente, Humberto Moreira Valdés ya tiene una misión específica, precisamente la consolidación de Peña. Sin rivales internos, insisto, como en ninguna otra época.
Debate
Sucede al PAN en el ámbito federal lo que al PRI en el Estado de México, demostración fehaciente del paralelismo entre los estilos de gobierno, incluyendo los vicios más acendrados. Felipe Calderón ha sido resistente a permitir a sus colaboradores “presidenciables” que se muestren de más, provocando con ello el consiguiente “adelanto” de sus rivales más connotados, Peña Nieto del PRI y Marcelo Ebrard del PRD en compañía del radicalizado López Obrador. Tres personajes con talantes de líderes a cambio de un gabinete descafeinado.
El planteo es igual en el Estado de México: el PAN ya cuenta con Luis Felipe Bravo, desprendido de la secretaría particular de Calderón con todo y un nada despreciable caudal político; y el PRD señala hacia Alejandro Encinas, ideológicamente uno de los dirigentes de la izquierda con mayor coherencia y solvencia moral a pesar de su fidelidad hacia los arrebatos lópezobradoristas. Dos elementos perfectamente posicionados en el ámbito nacional y conocidos de sobra en el estatal.
En cambio, por el lado del PRI, la oferta es más amplia pero sin que ninguna de las cartas posibles tenga una penetración política similar a las de sus adversarios ya lanzados. Ni siquiera el alcalde de Ecatepec, Eruviel Avila, ni el presidente estatal del PRI, Ricardo Aguilar Castillo, ni los legisladores Ernesto Nemer y Luis Videgaray, tienen los alcances, en cuanto a la percepción del colectivo, de sus antagonistas en ristre. Esto es, insisto, una moneda muy similar a la que está en el aire en el entorno de la sucesión presidencial aunque con distintos colores partidistas. ¿Una mera coincidencia?
Por supuesto, en los días por venir, y antes de que termine enero, las definiciones confirmarán lo explicado con los consabidos cantos a la “democracia”... inductiva. Hay quienes apuestan por la inminente salida de Ernesto Cordero Arroyo de la Secretaría de Hacienda, después de acomodar a sus alfiles en Comunicaciones y Energía, para dedicarse al proselitismo con ocho meses de desventaja respecto a los que utilizó Calderón, desde mayo de 2004, para promoverse luego de renunciar a la Secretaría de Energía con todo y un conveniente diferendo con Fox.
A final de cuentas, el “delfín” parece ser Cordero pese a los rounds de sombra de Alonso Lujambio y las fintas de Javier Lozano. Tampoco cuajó el “caballo negro”, Heriberto Félix Guerra, quien ni siquiera se preocupó por afiliarse al PAN para llenar los requisitos mínimos; acaso, como ya fue candidato de este partido al gobierno de Sinaloa en 2004 sin ser panista, consideró que así evitaba el desgaste de las camarillas. No fue así, evidentemente. Y en cuanto a los “no presidencialistas” del PAN, el senador Santiago Creel y la diputada Josefina Vázquez Mota, sólo parecen bordar fantasías mientras el autoritarismo, al estilo del PAN, hace de las suyas.
El Reto
Las ventajas, por lo expuesto, en la carrera sucesoria son del PRI. La “pole position”, para situarnos en los escenarios automovilísticos. La cuestión sigue siendo, claro, si Peña Nieto aguantará el paso, y las presiones, hasta la culminación del largo proceso y, sobretodo, después. ¿Buen candidato y mal presidente? Ya hemos tenido malos candidatos... que siguen en semejante nivel al ocupar el despacho de Los Pinos, como Calderón. Y también aspirantes populares que finiquitan su mandato bajo sospechas, como el señor Fox.
En este sentido, podría establecerse alguna semejanza entre los Fox y Peña –también “lanzado” desde un gobierno estatal sin disimular sus ansias de candidato-, aun cuando no sean muy favorables para las expectativas del electorado potencial. Todavía el flujo de las decepciones, desde los cauces del 2006, parecen alentar a los abstencionistas reacios a elegir entre opciones que no son, para ellos, las mejores. Lo malo es que tampoco señalan hacia cuáles podrían serlo. El peor de los males endémicos es la negligencia política que surge del escepticismo del colectivo.
Como perros y gatos... en pos de los mismos refugios.
La Anécdota
Con Moreira en el PRI, no pocos auguran la reinstalación del “elbismo” corporativo dentro del partido otrora invencible. Cuando conversé con Moreira en septiembre de 2009, todavía éste en funciones de gobernador, le pregunté sobre su cercanía con “la maestra” –“2012: La Sucesión”, Océano-:
--Con ella hemos tenido –respondió-, se lo digo sinceramente, una relación de amor y odio.
--¿Cómo es eso?
--Tuvo un disgusto enorme conmigo cuando recibí, en Palacio, al senador Manlio Fabio Beltrones. Ella me había telefoneado para pedirme que cancelara y le respondí que jamás lo haría porque mi función no es amarrar navajas. Dejó de hablarme durante meses, pero luego de las elecciones federales (las intermedias, de julio de 2009), se me apareció con los brazos extendidos, eufórica: “¡Hijo mío, ganamos!¡Ven a mis brazos!”. Me imagino que se refería a que, en Coahuila, habíamos recuperado mucho terreno. Y yo, sinceramente, me dejé querer. A las damas hay que tratarlas con mucha consideración.
Hagan sus apuestas, amables lectores.
E-Mail: rafloret@hotmail.com
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Se publicó en: Edición impresa Enero está calientito, como se esperaba. Sobre todo porque, en ausencia de ponderación y seriedad, los actores políticos entrecruzan acusaciones y devuelven adjetivos tratando de parecer ingeniosos al construir las consabidas muletillas. El tono, por supuesto, puede ir acorde con la fogosidad de los líderes partidistas, obligados a defender fueros y parcelas de poder, no así con quienes, desde el primer mandatario federal hasta el regidor más humilde, ejercen funciones de gobierno y están obligados no sólo a conservar las formas y la ecuanimidad sino igualmente a responder, sin aspavientos ni injurias, a cuanto se plantee desde los bastiones de la libertad de expresión.
Para decirlo sin eufemismos, es obvio que la llegada de Humberto Moreira al PRI –asumirá formalmente sus funciones el 4 de marzo pero en los hechos ya marcha sobre caballo de hacienda-, desató la euforia polemista de la derecha gobernante que, por supuesto, ya esperaba las andanadas características del ex gobernador de Coahuila; si en funciones de ejecutivo estatal no limitó su verbo ni desplante alguno ante un acosado –específicamente por sus demonios interiores- Felipe Calderón, era obvio que continuaría con la estrategia de exhibir rezagos, medias mentiras y turbiedades demagógicas de sus adversarios... sopesando el riesgo de revires, igualmente duros, concentrados en las deudas históricas del llamado “viejo régimen” a los que los panistas llaman “priorato” como uno más de los pendones de su afectado proselitismo.
Por supuesto, sin restar importancia a los señalamientos sobre las monumentales corruptelas a lo largo del priísmo hegemónico, la dirigencia del PAN soslaya un hecho incontrovertible: fueron los priístas quienes propiciaron, en su momento, las reformas políticas y electorales que posibilitaron la victoria de la primera alternancia en 2000; a cambio, los panistas, desde aquel año emblemático, han sido más bien resistentes a modificar las reglas del juego político: los Fox no movieron un ápice y Calderón no pudo evitar la iniciativa para modificar al Instituto Electoral Federal restando a los funcionarios bajo sospecha, como el anterior presidente consejero, Luis Carlos Ugalde, confeso además. De no ser por ello, la parálisis habría sido total.
Sobre sus frecuentes desencuentros con Calderón, le pregunté a Moreira, alguna vez, si actuaría igual de ser priísta el presidente de la República. Y me respondió, como es él, sin evadirse, que en tal caso tendría la obligación de ser más cuidadoso, por disciplina partidista; y alegó, claro, que el “primer mandatario”, pese a su jerarquía nacional, era visto por él como un formidable adversario político aunque no por ello fuese imposible coordinar acciones entre los gobiernos de Coahuila y el federal.
Precisamente este perfil de Moreira fue el que llevó al priísmo a concentrarse alrededor suyo para lograr un consenso insólito –más en la era en que ha jugado el papel de opositor-, desarticulando a algunos grupos opuestos a este personaje y con inclinación más evidente por la negociación “fina”, esto es en donde las complicidades pueden tejerse en los sótanos mientras se discursa otra cosa. Emilio Gamboa, sin duda, era fiel espejo de este flanco de larga cola y pernicioso andar por las rutas de los chantajes mutuos; y se diluyó sin el menor agobio contra las expectativas de divisionismo.
En idéntica línea, se antoja imparable la postulación de Enrique Peña Nieto a la Primera Magistratura cuando llegue el momento aun cuando, de hecho, la campaña comenzó hace muchos meses. Tiene tiempo para terminar su periodo como gobernador –lo que no pudo hacer Moreira-, y entrar de lleno a las labores partidistas a partir de ello, en septiembre próximo. Como nunca antes, ni siquiera en la cúspide del presidencialismo autoritario que determinaba, “dedazo” de por medio, el curso de la sucesión, había sido tan clara la definición del abanderado dispuesto a “sacrificarse” ocupando la residencia oficial de Los Pinos.
Cuando era el mandatario en funciones quien jugaba el “solitario” para resolver su propio relevo, los semblanteos y golpes bajos formaban parte de la cultura política. Digamos que a estas alturas –enero del año del “destape”-, sólo los muy cercanos a Palacio Nacional atinaban, con certeza, el nombre del ungido. Incluso, en la mente del único juez, el propio presidente, podían darse rebases y modificaciones en la carrera cuando observaba a los “finalistas” tratando de desenredar algunas tramas complejas con las que se medían talentos y condiciones. No había nada seguro, por tanto.
En la perspectiva actual, aun cuando no puede descartarse alguna crisis o una catástrofe violenta como está el entorno, Peña no cuenta siquiera con un contrapeso de mediana estatura. Quienes “sonaban” como posibles sucedáneos a principios del año pasado, se han difuminado por distintas causas: Manlio Fabio Beltrones, el de mayor peso por su conocimiento estructural del sistema, se bajó del carro en cuanto sopesó la enorme desventaja que tenía; Fidel Herrera Beltrán, quien jamás negó sus sueños, optó por reacomodarse dentro del PRI al dejar el gobierno veracruzano sin el menor aliento futurista personal; Beatriz Paredes Rangel huele ya a cadáver político; y, finalmente, Humberto Moreira Valdés ya tiene una misión específica, precisamente la consolidación de Peña. Sin rivales internos, insisto, como en ninguna otra época.
Debate
Sucede al PAN en el ámbito federal lo que al PRI en el Estado de México, demostración fehaciente del paralelismo entre los estilos de gobierno, incluyendo los vicios más acendrados. Felipe Calderón ha sido resistente a permitir a sus colaboradores “presidenciables” que se muestren de más, provocando con ello el consiguiente “adelanto” de sus rivales más connotados, Peña Nieto del PRI y Marcelo Ebrard del PRD en compañía del radicalizado López Obrador. Tres personajes con talantes de líderes a cambio de un gabinete descafeinado.
El planteo es igual en el Estado de México: el PAN ya cuenta con Luis Felipe Bravo, desprendido de la secretaría particular de Calderón con todo y un nada despreciable caudal político; y el PRD señala hacia Alejandro Encinas, ideológicamente uno de los dirigentes de la izquierda con mayor coherencia y solvencia moral a pesar de su fidelidad hacia los arrebatos lópezobradoristas. Dos elementos perfectamente posicionados en el ámbito nacional y conocidos de sobra en el estatal.
En cambio, por el lado del PRI, la oferta es más amplia pero sin que ninguna de las cartas posibles tenga una penetración política similar a las de sus adversarios ya lanzados. Ni siquiera el alcalde de Ecatepec, Eruviel Avila, ni el presidente estatal del PRI, Ricardo Aguilar Castillo, ni los legisladores Ernesto Nemer y Luis Videgaray, tienen los alcances, en cuanto a la percepción del colectivo, de sus antagonistas en ristre. Esto es, insisto, una moneda muy similar a la que está en el aire en el entorno de la sucesión presidencial aunque con distintos colores partidistas. ¿Una mera coincidencia?
Por supuesto, en los días por venir, y antes de que termine enero, las definiciones confirmarán lo explicado con los consabidos cantos a la “democracia”... inductiva. Hay quienes apuestan por la inminente salida de Ernesto Cordero Arroyo de la Secretaría de Hacienda, después de acomodar a sus alfiles en Comunicaciones y Energía, para dedicarse al proselitismo con ocho meses de desventaja respecto a los que utilizó Calderón, desde mayo de 2004, para promoverse luego de renunciar a la Secretaría de Energía con todo y un conveniente diferendo con Fox.
A final de cuentas, el “delfín” parece ser Cordero pese a los rounds de sombra de Alonso Lujambio y las fintas de Javier Lozano. Tampoco cuajó el “caballo negro”, Heriberto Félix Guerra, quien ni siquiera se preocupó por afiliarse al PAN para llenar los requisitos mínimos; acaso, como ya fue candidato de este partido al gobierno de Sinaloa en 2004 sin ser panista, consideró que así evitaba el desgaste de las camarillas. No fue así, evidentemente. Y en cuanto a los “no presidencialistas” del PAN, el senador Santiago Creel y la diputada Josefina Vázquez Mota, sólo parecen bordar fantasías mientras el autoritarismo, al estilo del PAN, hace de las suyas.
El Reto
Las ventajas, por lo expuesto, en la carrera sucesoria son del PRI. La “pole position”, para situarnos en los escenarios automovilísticos. La cuestión sigue siendo, claro, si Peña Nieto aguantará el paso, y las presiones, hasta la culminación del largo proceso y, sobretodo, después. ¿Buen candidato y mal presidente? Ya hemos tenido malos candidatos... que siguen en semejante nivel al ocupar el despacho de Los Pinos, como Calderón. Y también aspirantes populares que finiquitan su mandato bajo sospechas, como el señor Fox.
En este sentido, podría establecerse alguna semejanza entre los Fox y Peña –también “lanzado” desde un gobierno estatal sin disimular sus ansias de candidato-, aun cuando no sean muy favorables para las expectativas del electorado potencial. Todavía el flujo de las decepciones, desde los cauces del 2006, parecen alentar a los abstencionistas reacios a elegir entre opciones que no son, para ellos, las mejores. Lo malo es que tampoco señalan hacia cuáles podrían serlo. El peor de los males endémicos es la negligencia política que surge del escepticismo del colectivo.
Como perros y gatos... en pos de los mismos refugios.
La Anécdota
Con Moreira en el PRI, no pocos auguran la reinstalación del “elbismo” corporativo dentro del partido otrora invencible. Cuando conversé con Moreira en septiembre de 2009, todavía éste en funciones de gobernador, le pregunté sobre su cercanía con “la maestra” –“2012: La Sucesión”, Océano-:
--Con ella hemos tenido –respondió-, se lo digo sinceramente, una relación de amor y odio.
--¿Cómo es eso?
--Tuvo un disgusto enorme conmigo cuando recibí, en Palacio, al senador Manlio Fabio Beltrones. Ella me había telefoneado para pedirme que cancelara y le respondí que jamás lo haría porque mi función no es amarrar navajas. Dejó de hablarme durante meses, pero luego de las elecciones federales (las intermedias, de julio de 2009), se me apareció con los brazos extendidos, eufórica: “¡Hijo mío, ganamos!¡Ven a mis brazos!”. Me imagino que se refería a que, en Coahuila, habíamos recuperado mucho terreno. Y yo, sinceramente, me dejé querer. A las damas hay que tratarlas con mucha consideración.
Hagan sus apuestas, amables lectores.
E-Mail: rafloret@hotmail.com
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