martes, 21 de septiembre de 2010

CANDADOS SECTARIOS

Publicación: MIÉRCOLES 22 DE SEPTIEMBRE DE 2010

*Candados Sectarios

*De las Intenciones

*Naufragio para dos

Por Rafael Loret de Mola

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No se confundan los amables lectores. El hecho de señalar las reales posibilidades de Enrique Peña Nieto para asumir, en 2012, la Presidencia, no significa, de modo alguno, que le consideremos el más capaz para el desempeño pretendido ni, mucho menos, el de mayores méritos políticos y académicos. Sencillamente está allí, en la vanguardia, acompañado del eco intermitente de los usos mediáticos y aprovechando la popularidad que le viene por añadidura. Hace tiempo, querámoslo o no, huele a presidente y sólo hasta hace muy poco sus adversarios comenzaron la contracampaña. Lo dejaron crecer, sin duda, y ahora no saben cómo frenarlo.

Habilidoso, más bien marrullero, con consejeros formados a la vieja usanza del priísmo manipulador, hizo valer “su” mayoría en el Congreso estatal –sin necesidad de comprarla como lo hizo su antecesor, Arturo Montiel, aprovechando la propensión de los legisladores panistas por las prebendas-, para imponer un candado, de hierro forjado diríamos, a las candidaturas “comunes” y así evitar que la suma de la segunda y tercera minorías pudieran aventajar a la primera con nefastas consecuencias para la imagen del gobernador que se prevé invencible en la justa presidencial por venir.

Lo peor del caso, sin embargo, no fue el golpe de timón del calculador mandatario, quien dice es rehén de sus obligaciones actuales cuando no hace otra cosa que pensar en su propia proyección, sino la torpe reacción de sus opositores: dijeron, nada más, que Peña actuaba por temor. Sólo eso, sin ponderar ninguna otra condición ni circunstancia: sólo el miedo a perder la hegemonía en una entidad de gran población, con enorme presupuesto y evidentemente estratégica para armar la plataforma del futuro inmediato. Tal dijeron como si se tratara de la única fórmula para sacudir al mexiquense galopante en ausencia de argumentación de fondo.

No olvidemos que el tema de las alianzas turbias –así las califiqué a la vista de las tremendas incoherencias ideológicas y la ausencia evidente de moral política cuando se consolidaron-, se desbordó, sin que se justificara, a causa de las victorias de tres de los cinco postulantes a gubernaturas que pudieron reunir en torno suyo, sobre todo, al PAN gobernante y al PRD que le niega legitimidad al titular de la Presidencia. En el fondo, como ya expresamos, pervive el bipartidismo personalista: los salinistas alcanzaron el aval priísta; los zedillistas, con alguna excepción –la de Hidalgo-, debieron converger hacia las alianzas para disputar terrenos y poder, palmo a palmo. Los partidos se convirtieron, entonces, en los cabuses –los últimos carromatos- de la misma maquinaria de vapor.

Oteemos hacia el Estado de México. Le dicen a Peña que no oculta sus temores. Es cierto. Pero, ¿y sus adversarios pueden camuflar sus intenciones soterradas, ambiciones de poder incluidas? El miedo es explicable en un ámbito rebosante de asechanzas. En cambio, ¿pueden justificarse los acuerdos destinados sólo a tomar los controles como si de un golpe de Estado técnico se tratara?

Los voceros del PAN, César Nava, y del PRD, Jesús Ortega, insisten en que aliarse es ético y conveniente, aun con grandes diferencias conceptuales de por medio, por el prurito de frenar a los cacicazgos priístas regionales. Pero soslayan una evidencia: que también los panistas y los perredistas cojean del mismo pie cuando se erigen en mandamases. Y en esta línea, ¿cómo explicar la “alianza” de PAN y PRD en Guerrero en donde un ex gobernador priísta Ángel Heladio Aguirre Rivero, disputa al priísta Manuel Añorve Baños, la gubernatura que ésta en manos del perredista Zeferino Torreblanca? Aquí el cacicazgo tiene colores amarillos y, pese a ello, el PRD va con el PAN con tal de que el PRI tropiece. El pretexto, por tanto, se viene abajo. Y las intenciones de baja calaña afloran sin remedio.

Entonces, las dirigencias del PAN y el PRD no actúan con sentido democrático, como dicen, sino en pos de propósitos sectarios que les permitan, ofreciendo a sus militantes como carnadas, pescar cargos en río revuelto gracias a que los cardúmenes de electores están dispersos en tres y ninguno es lo suficientemente numeroso para desplazar a los otros dos si se juntan.

El vicio está, por lo tanto, en una equivocada interpretación del pluralismo que engendra sectores intransigentes aun cuando éstos pueden aliarse... si buscan prevalecer ante la opción ajena de mayor calado. Rebatiña de sufragios en ausencia de estructuras sólidas que permitan vencer por la vía de la credibilidad y el liderazgo. Porque está visto que ni el PAN ni el PRD, en el Estado de México o en cualquiera de las entidades en donde ganaron los aliancistas, expriístas incluidos, pueden vencer con sus propias fuerzas territoriales.

Lo anterior debiera cernir la suerte de cada uno de estos partidos en un entorno de verdadera democracia. Lo único razonable, moralmente hablando, es ampliar coberturas y convocatorias a base de convencer al electorado sobre proyectos concretos y no a golpes de amasijos amorfos.

Debate

Vayamos, paso por paso, para encontrar el numen de la controversia en el Estado de México:

1.- Enrique Peña es quien va a la vanguardia de la justa presidencialista y, por tanto, está constituido en el enemigo a vencer.

2.- Los dirigentes del PAN y el PRD, diametralmente opuestos, midieron sus propios alcances y consideraron que la fuerza intrínseca de cada partido no alcanzaba, ni remotamente, para asegurarles la victoria. De allí pasaron al propósito de aliarse para someter a la “primera minoría”, la del PRI, a su vez alejada de la posibilidad de constituir la mayoría absoluta.

3.- En el caso del Estado de México, la alianza serviría para agotar y acotar al gobernador Peña en trance de convertirse en el abanderado del PRI a la Presidencia. Una especie de zancadilla sin otro objetivo que ocasionarle un traspié a éste con miras hacia un hipotético reacomodo de las fuerzas políticas.

4.-Peña reacciona ocultando la pierna de apoyo para esquivar el golpe a la espinilla y asesta su propia patada: aprovecha a “su” mayoría en el Legislativo estatal para impedir las candidaturas comunes desde partidos cuyas plataformas y principios no son, de modo alguno, coincidentes. Ir en contra de éstos por circunstanciales ambiciones –tal es la tesis de fondo- es tan inmoral como la preeminencia de las mafias.

5.- PAN y PRD reaccionan aseverando que Peña les tiene miedo y por ello canceló la ruta aliancista. Y Peña, naturalmente, le apuesta a la medicina del tiempo mientras sus asesores calculan que el diferendo acabará por extinguirse sin que cambien las circunstancias. Golpe dado...

Por tanto, es incorrecto culpar a Peña por actuar con perversidad política a sabiendas de que las alianzas turbias son igualmente perversas. Pero no con ello se agotan posibilidades. ¿Por qué las dirigencias del PAN y el PRD no se dan a la tarea de encontrar figuras relevantes y capaces de desplazar a la férrea estructura priísta sin requerir de alianzas turbias?¿No existen, acaso, mexiquenses con mayores talentos a las herencias con las que se cubre al junior Alfredito del Mazo, el “delfín” de Peña? En esto de la concatenación de errores, todos cojean del mismo pie; y es esto lo que no han sabido aprovechar ni estructurar los operarios políticos.

Porque es obvio que, de acuerdo a los cálculos de Peña, la postulación de Alfredito le asegurará disponibilidades, financieras y políticas, por parte del grupo de Alfredo padre, el ex gobernador y ex aspirante presidencial –no llegó siquiera a candidato, salvo por el Distrito Federal-, en pleno desarrollo de la política gregaria.

El Reto

En marzo de este año, en un segundo encuentro programado para la realización de “2012: La Sucesión” –Océano, 2010-, puse sobre la mesa el nombre del ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente.

--Éste podría ser el candidato común, del PAN y el PRD, de realizarse una alianza.

Peña, inquieto, se removió en su asiento. Y, sin responder directamente, preguntó a Roberto Padilla, uno de sus colaboradores más cercanos:

--¿Puede ser?¿Tiene residencia?

Padilla negó con la cabeza pero sin mucha convicción, acaso sorprendido también ante una posibilidad que no habían tomado en cuenta. Y Peña no pudo evitar un gesto de preocupación porque no alcanzaba, en ese momento, a medir los alcances del personaje citado. La advertencia, sin saberlo este columnista, le había llegado de fuera y tal significaba un enorme fallo estructural por parte de sus consejeros de cabecera.

El temor a ser sorprendido, en este y otros trances, agobia, sin duda, al poderoso gobernador mexiquense quien, sin embargo, no las tiene todas consigo.

La Anécdota

El miedo fue uno de los grandes protagonistas de los fastos de la Independencia, en el bicentenario del arranque de la guerra. Y bajo las candilejas y los fuegos de artificio –por cierto armados por extranjeros que desplazaron a los grandes artesanos mexicanos-, dos “presidenciables” acabaron por exhibirse.

1.- Ernesto Cordero Arroyo, en el berenjenal de la Cámara baja, no pudo explicar, con mediana corrección siquiera, la ausencia de prioridades sociales en la elaboración del presupuesto para el 2011. Al contrario: sólo defendió al IVA con los argumentos de siempre, es decir adelantando que una reducción del mismo paralizaría al país... cuando es evidente que está detenido. Temor puro.

2.- Alonso Lujambio Irazábal, convertido en vocero forzado de las celebraciones, insistió en que el espectáculo en el zócalo sería lo “nunca visto” y, al mismo tiempo, llamó a la ciudadanía... a permanecer en sus casas, sin exponerse. Nunca precisó cuál era el mensaje: esto es si se quería o no la asistencia popular en torno al Palacio Nacional. El temor dominó la escena y Lujambio apareció como un indeciso en fuga.

Si tales son las cartas fuertes de Calderón para asegurar el continuismo de la derecha, ¡qué nos agarren confesados!

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