Cuando conviene al discurso oficial, especialmente en tiempos de demagogia exultante, el continuismo oficioso se trueca por los perniciosos referentes al pasado. Y, en la misma línea, los actores políticos suelen dejar a un lado la buena memoria –la que utilizan para perseguir a críticos y disidentes-, para convocar a la amnesia colectiva cuando es necesario cubrirse las espaldas. En todo caso, el cinismo marca las pautas.
Con motivo de su repaso anual, que ya no informe preciso, Felipe Calderón Hinojosa lo mismo se muestra como respetuoso de la Constitución para justificar sus ausencias en el Congreso de la Unión y ni siquiera intentar una puesta en escena democrática, que recibe la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal (TRIFE) por los excesos publicitarios, con visos proselitistas, en los que incurrió, violando al ordenamiento superior, coincidentemente con las campañas comiciales en catorce entidades del país. Pero se queja, eso sí, de las limitantes y airea que el titular del Ejecutivo federal sólo puede ser enjuiciado por causa grave, como lo es la traición a la patria. Esto es: interpreta sus propias funciones y limitaciones según le conviene en un entorno minado por el hastío social.
En esta línea, el llamado “primer mandatario” lanza una campaña contra el lavado de dinero... a casi cuatros años de distancia de su asunción presidencial a trompicones. Lo hace, además, luego de la infortunada estrategia militar con la que saludó su advenimiento presidencial, entregando responsabilidades a los mandos castrenses sin haber saneado las infiltradas estructuras del ejército, cuyos saldos sangrientos van en crecida sin el menos desahogo a las presiones persistentes de las mafias. Cuestionado por sus adversarios, y no pocos de sus correligionarios, reaccionó... apenas hace unos días con el propósito de mejorar su imagen ante el corte de caja anual.
Ahora, a través de la Secretaría de Hacienda –acaso en un nuevo esfuerzo por colocar en el aparador al titular del ramo, Ernesto Cordero Arroyo-, el mandatario ordenó instrumentar acciones concretas para perseguir el “lavado de dinero” y desactivar así las derramas provenientes del narcotráfico, la industria del secuestro y las extorsiones frecuentes. Para ello, claro, lo primero será sobre vigilar las operaciones en efectivo, de más de cien mil pesos, en todos los rubros desde los destinados a la adquisición de inmuebles hasta las compras de automóviles.
Otra vez las sospechas se extienden hacia quienes, entre otras cosas, forman parte del extenso buró de crédito, recientemente “saneado” por la urgencia de implementar nuevas líneas de financiamiento, y requieren manejar sus egresos fuera de los bancos. Claro, igualmente los grandes “capos” suelen evitar dejar rastros y operan con enormes cantidades en efectivo... aun cuando, precisamente, utilizan a ciertas instituciones bancarias para proteger fortunas y transacciones.
No descubrimos el hilo negro sino precisamos que, a lo largo de los últimos años, los grandes cárteles han podido utilizar los servicios de los bancos sin grandes agobios; precisamente, una de las claves para convertir el dinero sucio en “bueno” es a través de éstos con la debida complacencia de los ejecutivos de cuentas adiestrados, claro, para ampliar coberturas protegiendo a sus clientes “especiales”, lo mismo cuando se trata de capos célebres que de funcionarios rapaces.
¿Y qué ha hecho nuestro gobierno al respecto? Desde la asunción de la derecha al poder, en 2000, las fusiones de los bancos mexicanos con los consorcios del exterior han estado marcadas por las sospechas. Y se han alentado los contubernios y las complicidades que rematan en la cúpula del poder político.
Debate
En 1998, en su obra, “Crónica de Héroes y Bandidos” –Grijalbo-, Andrés Oppenheimer, periodista estadounidense por largo tiempo afincado en Florida e interesado en la conflictiva latinoamericana, introdujo sendos capítulos sobre “la señorita (Amy) Elliot”, con relación a la jefa del departamento de banca privada mexicana de Citibank en Nueva York y a quien llegaron, en primera instancia, las cuentas de Raúl Salinas de Gortari, el hermano incómodo de Carlos, cuya procedencia estaba bajo sospecha. Oppenheimer pregunta:
--¿Pero, es posible que Citibank –el mayor banco extranjero en México desde 1929-, no tuviera noticia de las historias que se estaban propagando en México sobre los negocios turbios de Raúl Salinas?¿Puede ser que se haya dicho en voz tan alta en México, y no hubiera llegado a los oídos de la gerencia del banco en Nueva York?
Pero, además, el corporativo Citygroup ha sido señalado, a causa de diversas indagatorias incluyendo los de la procuradora suiza Carla del Ponte, como una de las instituciones en donde más se “lava” dinero en el mundo. En “Confidencias Peligrosas” –Océano, 2002-, recogí parte de un informe confidencial sobre algunas de las operaciones de este grupo:
“En noviembre de 2000 el inmigrante ruso, Irakly Kavelazade, registró dos mil corporaciones anónimas en Delaware y abrió cuentas para muchas de ellas en el Citibank de Nueva York y en el Comercial Bank de San Francisco. Una investigación posterior demostró que las cuentas se habían abierto sin que los bancos averiguaran la historia del cliente”.
Y no sólo eso. Continúa la cita:
“Sumemos a algunos de los notables cuentahabientes de la intocable institución. Comencemos con el ex presidente filipino Joseph Estrada, destituido y preso por cargos de prevaricación quien realizó transacciones millonarias hacia el banco estadunidense. Otro es Vladmiro Montesinos, el financiero clave de la administración de Alberto Fujimori, quien dejó la presidencia del Perú envuelto en el escándalo: un empleado de Montesinos, Víctor Venero Garrido, fue arrestado por el FBI bajo cargos de lavado de dinero en el momento en que retiraba fondos depositados en sus cuentas del mismo banco.
Tales apenas una parte de la historia del Citigroup en el que, además, los mafiosos rusos ocultaron sus delitos financieros. Hay evidencias al respecto.
El Reto
En mayo de 2001, con los Fox en plenitud de poder, el Citigroup consumó la adquisición de Banamex mediando una transacción fijada en 12 mil 500 millones de dólares y cuando uno de los principales accionistas vendedores, Roberto Hernández Ramírez –antiguo condiscípulo de Vidente Fox quien estuvo a punto de ser su cuñado incluso-, sostenía, en la Corte de Nueva York un litigio, que terminó perdiendo, para librarse de los señalamientos periodísticos sobre sus vínculos con el tráfico de cocaína. La sentencia fue dictada el 20 de julio del mismo año cuando Hernández y su socio, Alfredo Harp, se disponían a escuchar las ofertas gubernamentales para que invirtieran en el rubro de la petroquímica.
Tales han sido los aportes más destacados de los gobiernos de la derecha en cuanto al “lavado de dinero”. Sin una sola indagatoria sobre la fusión de Citigroup y Banamex –ambas instituciones bajo severa sospecha de proteger las fortunas de las mafias-, y con todos los parabienes para la extranjerización de la banca mexicana. Las complicidades no tocan fondo en este sector sino, por el contrario, se extienden apostando a la amnesia de los mexicanos.
Ahora, además, sólo a través de los bancos podrán realizarse transacciones de más de cien mil pesos. Parece ser, entonces, que están libres de sospechas a diferencia de los mexicanos comunes a quienes se acosa. Porque las grandes fortunas del narcotráfico ya están suficientemente protegidas.
La Anécdota
Contubernios o no, el hecho es que ninguna de las “primeras familias” que han pasado por Los Pinos se salvan de las sospechas. Y así llegamos a los Fox cuyas heredades en San Francisco del Rincón, allá por donde también fincaron “Las Poquianchis” –célebres lenonas que enterraban a sus víctimas alrededor de su casa de citas en la década de los cincuenta-, colindan con ranchos que fueron –o son- de narcotraficantes muy nombrados:
--Por cierto –me cuenta una fuente bien informada-, donde se encuentra “La Estancia”, extensión de San Cristóbal, hace algunos años fue desmantelado el mayor de los laboratorios de cocaína que se ha encontrado en México.
Las coincidencias, en estos campos, casi siempre llevan prendidas a las complicidades. Aunque por allá se clame ahora, con dejo convenenciero, con legalizar la producción, la distribución y el consumo de drogas. Dicho, claro, cuando los Fox ya no están, por fortuna, en Los Pinos.
E-Mail: rafloret@hotmail.com
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