PorRedacción / EL MEXICANOlunes, 01 de noviembre de 2010
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Se publicó en: Edición impresa Algunos colegas se abaten en la ramplonería extrema. Ponderan que es menester cortar de tajo las masacres contra jóvenes extendidas a buena parte de la geografía nacional. Esto es como si la solución supusiera la aplicación de la discrecionalidad presidencial, capaz de aquietar a las mafias con tan solo la expresión rutinaria de su voluntad. Nada más apartado de los escenarios actuales en los que las complicidades carcomen los cuadros políticos y rebasan la capacidad de respuesta del titular del Ejecutivo Federal, cada vez más atrapado en su propia cueva.
La infección está tan extendida sobre el mancillado cuerpo de la República que la curación no es cosa de milagros bajo encomiendas espirituales. Tendría que comenzarse, como tantas veces hemos explicado, con la reconstrucción del tejido castrense y judicial, obviamente rebosante de purulencias, y la consiguiente persecución a cuantos, desde la política, optaron por servir de servidores, más bien testaferros, de las mafias en auge, incluyendo, por supuesto, a los poderosos cárteles que, a diferencia de los cuadros calderonistas, son capaces de renovarse con asombrosa celeridad: cuando llega el agua al cuello de un capo célebre esto es, por lo general, porque ya tiene reemplazo definido. Y así hasta el infinito.
Acaso las dirigencias partidistas de nuestros días debieran, siquiera, tomar para sí el sentido práctico de los insondables narcotraficantes, sobre todo aquellos que avizoramos como intocables –Joaquín “El Chapo” Guzmán y compañía-, para depurar sus filas en cuanto los “cabecillas” pierden controles o la confianza de sus coaligados. Seguramente, si Juan Molinar Horcasitas, titular de Comunicaciones, Genaro García Luna, de Seguridad Pública, y Javier Lozano, del Trabajo, entre otros, formaran parte de alguna de las grandes bandas criminales, ya habrían sido reemplazados desde hace tiempo. Con Calderón, sin embargo, su resistencia debilita y carcome la estructura gubernamental, una trinchera sofocante y más cuando se cierran salidas y ventanas.
Quizá por ello, cuando está a punto de iniciar el último tercio de su administración –lo hará exactamente dentro de un mes-, comienza a diseccionar responsivas mayores. Y ya le recordó a Vicente Fox, intocable hasta la semana pasada, que no cumplió con sus deberes elementales, esto es para atajar a quienes coparon al país entero mientras extendían complicidades hacia el interior del gobierno federal. Hizo bien poco, más bien nada, al respecto y por ello la herencia negra del priismo hegemónico se multiplicó a un ritmo mayor al de las especulaciones bursátiles en época de bonanza. Menudo coraje habrá corrido desde las “muchas faldas” de la señora Marta con el aserto de corte presidencial.
Y pese al “respeto” manifestado por Calderón hacia su antecesor, Vicente y no su señora cabe aclarar, el sacudimiento entre los panistas con ínfulas de invulnerables fue tremendo. Terminó el reinado de Luzbel y se dio la mutación inevitable hacia Lucifer, el Maligno, en el cielo del azul escarnecido. Esto es: lo que bajo la deplorable hegemonía priísta ocurría de modo automático, al fin de cada periodo sexenal, los panistas de la vieja hornada, malos imitadores y peores intérpretes, se llevaron cuatro años, esto es dos tercios de un sexenio paralizante. Esto es como si la gestación pudiera prolongarse a capricho de los progenitores porque los nueve meses previstos no les alcanzaran para la “proeza” de cortarse el cordón umbilical tratando de conservar, claro, las células madres. Pero, para colmo, hasta los laboratorios les fallaron.
Ahora bien, ¿las equivocaciones de los mandatarios, como las que dijo Calderón que cometió el folklórico predecesor, deben quedar simplemente como referentes extemporáneos o es necesario ahondar en ellas hasta establecer, con certeza, si se incurrió o no en negligencia criminal y además contra la patria, lo que podría significar incluso un acto de traición, así fuese por omisión, uno de los delitos más graves tipificados por nuestra legislación superior? Es evidente cuál es la respuesta.
Tomemos en cuenta, entonces, que quien ejerce la Presidencia tiene el deber primigenio de denunciar un delito cuando tenga conocimiento del mismo y no sólo señalarlo con los habituales infundios semánticos. Si Calderón no procede en consecuencia, entonces, deberá ser visto como el mayor de los cómplices del ahora indefendible foxismo; y ser juzgado por ello, llegado el momento.
Debate
Cambiaron sólo los papeles. Por Jalisco, desde hace años, se tiene la convicción de que los panistas actuales actúan como los viejos priístas y éstos, en condición de opositores de pacotilla, asumen los papeles de sus otrora adversarios de la derecha. Para decirlo coloquialmente, la misma gata revolcada.
Los jaliscienses han atestiguado tres administraciones panistas aun cuando se observa a dos partidos que se reparten, casi por mitad, a los electores, el gobernante Acción Nacional y el PRI. Cabría preguntarse si en este caso, el PRD estaría en disposición de aliarse con el PRI para intentar romper el molde caciquil de la derecha o si buscará, como en otras regiones, el cobijo del PAN, que gobierna solo, para acrecentar coberturas y no dejarle resquicio al aborrecido PRI... aun cuando la que opera como institución hegemónica sea la dirigencia del partido derechista. Un PRI azul para decirlo sin eufemismos.
¿Y qué sucede en otros feudos, digamos en Baja California Sur, en donde el PRD ha sumado varias administraciones estatales sin que puedan superarse las animadversiones personalistas entre supuestos correligionarios... como suele ocurrir en el Institucional? Para quienes han padecido las rebatiñas incesantes –ahora protagonizadas por el ex gobernador Leonel Cota Montaño y quien parecía el “mejor posicionado” para escalar la cuesta hacia la gubernatura, Marcos Covarrubias Villaseñor, renunciantes a su partido de origen-, no hay duda alguna sobre la preeminencia de un PRI... amarillo o con el sol azteca como fondo.
En sendos ejemplos, es inevitable observar la sombra del priísmo histórico. ¿Entonces para qué tantos afanes de panistas y perredistas destinados a romper en mil pedazos el irreverente espejo que los refleja? Perdida la coherencia ideológica, las pretendidas comparaciones con los camaleones históricos –con Churchill a la cabeza-, son sencillamente insostenibles y al amparo de una falsa moralina que desnuda las patologías políticas concluyentes, sin remedio, hacia las nuevas complicidades estructurales.
Quizá por ello, las campañas en pro de la presidencia panista, concentradas en obtener los avales de los 380 sabios, digo consejeros, de la elite, no son sino remedos de cuanto sucedía a la sombra del presidencialismo autoritario: esto es con escenografías para el divertimiento y la suprema voluntad airosa aun cuando sea evidente su pérdida de controles y capacidades operativas. Finalmente, Calderón sumará a tres monaguillos al hilo mientras construye el devenir político... negociando en lo oscurito. Abundaremos.
El Reto
Por fortuna nuestra patología se queda corta si la comparamos con la del peronismo dominante en Argentina y hasta reconocida por mesiánicos radicales como el venezolano Chávez. No sólo sigue siendo efectiva la tendencia hacia el matriarcado por simulación reeleccionista sino, además, los tributos póstumos conllevan el dolor de la viudez nacional. Lo mismo en la década de los cincuenta, cuando la temprana muerte de Evita le fabricó a Perón su propio nicho, que en la actualidad, tras el inesperado deceso de Néstor Kirchner, bajo el mandato de su esposa, Cristinita Fernández. La diferencia estriba sólo en el género de cada consorte, pero el fondo es dramáticamente repetitivo.
De buena nos salvamos cuando su propia exhibición pública hizo trastabillar a los ensoberbecidos Fox con disposición a exaltar la figura de Evita, santona de Andy Lloyd Weber, para pretextar con ello sus afanes de perpetuidad. Sólo que... ¡nos hubiéramos ahorrado a Calderón! Mea culpa. No sé si arrepentirme de cuanto narré en “Marta” –Océano, 2003-, en plena efervescencia bélica del clan Bush.
En línea semejante, ahora se pondera a Margarita Zavala Gómez del campo, discreta en principio, como la segunda “mejor posicionada” en el ámbito público, sólo detrás del mexiquense Enrique Peña. No escarmentamos. Imagínense el tremendo dolor que se causaría si Felipe se nos muere bajo la égida de Margarita, por ahora guardiana insondable de las grandes sociedades que le garantizan, a ella y sus descendientes, no sólo impunidad sino una vida de millonarios. No llores por mí...
La Anécdota
Los priístas rara vez se perdonaban. Y acaso al ex presidente a quien trataron peor fue José López Portillo: le ladraban en los restaurantes –en recordatorio por la infecunda promesa aquella de defender al peso “como un perro”-, mientras se destrozaba su vida familiar entre dos fuegos.
A Miguel de la Madrid, su sucesor, se le habilitó un refugio, el Fondo de Cultura Económica, para que paliara, sin éxito, las terribles puñadas de Baco. ¿Quién le diría que, con el tiempo, las tardeadas en Los Pinos serían su mejor evocación?
Sólo a un “ex” se sigue perdonando: Ernesto “el gran simulador” Zedillo. Persiguió a los Salinas, cumplimentando la antigua tradición, pero luego supo encontrar refugio en las heredades políticas de los Fox. Nadie le ha juzgado ni ha sido motivo de linchamiento alguno a pesar de sus inclinaciones por la traición. Éste es, sin duda, quien mejor refleja al priísmo ambiguo que lo mismo puede pintarse de azul o de amarillo.
E-Mail: rafloret@hotmail.com
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