Desafío Publicación: LUNES 8 DE MARZO DE 2010
*Caballos Negros
*Apuesta Abierta
*Candidato Eterno
Por Rafael Loret de Mola
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Hace una semana, en la Plaza México, ocurrió un “destape” singular: el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), doctor Juan Ramón de la Fuente, recibió el brindis del veterano diestro Manolo Mejía, quien por cierto triunfó y salió a hombros, bajo una cálida, cerrada ovación; y, por si fuera poco, una porra lanzó al aire el tradicional “Goya” universitario, insólito en un coso taurino, con el acompañamiento de una amplia sonrisa por parte del agasajado quien volteó hacia sus acompañantes y algo musitó, a carcajada batiente, acaso pensando en la crecida de sus bonos personales hacia un futuro no muy lejano.
En la fase final de la selección panista del candidato presidencial en 2006, el pretendido “caballo negro”, el ex gobernador de jalisco Alberto Cárdenas Jiménez, salió demasiado tarde a la pista, confundiendo a los propios militantes de Acción Nacional por cuanto no pudieron precisar si el lanzamiento tendía a fraccionar las simpatías como si de un esquirol se tratara o respondía a una estrategia presidencial, muy al estilo de los Fox, para asegurar sus influencias a futuro frustrado el concepto de cogobierno por la caída del matriarcado oficioso.
Cárdenas, a lo largo de los debates entre los precandidatos del PAN –con él, Santiago Creel Miranda y quien resultó vencedor, Felipe Calderón, con inclusión de mañas y aplicaciones alquimistas-, se caracterizó por repetir la cortinilla “yo ya lo hice” como si todo en Jalisco fuera bienaventuranza. Finalmente, se quedó en el camino, sin riendas ni sillas, relinchando en la espesura en demanda de un nuevo reacomodo institucional. Una conducta, por cierto, muy cercana a la patentada por los priístas de otros tiempos, ubicados entre la disciplina partidista y el ansia por permanecer a expensas del erario.
En México, hasta hoy, la leyenda del “caballo negro”, que alcanza y gana, no es sino quimera. Bajo la hegemonía priísta, cuando el “derby” sólo se desarrollaba a la vera del mandatario en turno, las “sorpresas” y rebases obedecían, más bien, a un juego malintencionado para forzar los chantajes soterrados y asegurar con ellos la impunidad a futuro, el espaldarazo, en pro del progenitor político intocable. Luego, el ungido cobraba perfil de “futuro presidente” con mando incluso sobre elementos del Estado Mayor Presidencial quienes proveían la seguridad para la transición sexenal inevitable.
La aparición de terceros en discordia tampoco ha sido una fórmula exitosa considerando los habituales candados con los que los partidos cierran las compuertas de la participación. Y de esta perspectiva derivan, igualmente, los tremendos valladares contra la iniciativa en pro de las candidaturas independientes que vendría a ser algo así como un desfogue para una sociedad que, por el momento y con razón, repele a los partidos y a sus dirigencias a la vista de tantos y tantos escándalos cuyos saldos desgastan, sin duda, prestigios y principios. No hay instituto a salvo en este renglón.
De allí que, por el momento, la pesca de personalidades para ocupar candidaturas y vacíos sea, en este momento, un juego de muy altos vuelos. Sobre todo porque algunos observan tal ventaja a favor del mediático mexiquense en fase matrimonial –siquiera para colorear aún más los semanarios “del corazón”-, que consideran de poca monta cuantos movimientos surjan para ampliar la baraja. Pese a ello, cada día son más quienes dudan y alimentan sospechas sobre inducciones masivas destinadas a asegurar una segunda alternancia con idénticos métodos a los usados en 2000 con el aval de la Casa Blanca. ¿Por qué ahora la marcha hacia atrás?, cabría preguntarnos.
Al interior del PRI, por ejemplo, no son pocos quienes concluyen que acaso el gobernador mexiquense puede resultar un candidato de gran empuje al tiempo de manifestar una duda que les carcome el espíritu: ¿pero será un buen presidente? De allí el fenómeno que ya se percibe: entre los cuadros dirigentes existen menos apoyos hacia el vanguardista de la justa, Enrique Peña, que cuanto se percibe fuera del otrora partido invencible. Y tal debiera encender las alarmas entre los colaboradores del personaje listos a desarrollar, ya desde ahora, la perspectiva habitual de hace años, esto es en torno a un “futuro presidente”. La precipitación puede resultar muy grave para el líder aparente de la carrera.
Una de las consecuencias, hasta el momento, es el ansia notoria de los pretendidos postulantes por hacerse ver. Más allá de los habituales deslindes y protocolos, cuantos se perciben actores no niegan la cruz de su parroquia ni limitan a sus simpatizantes; por el contrario, los estimulan y los provocan a hablar con más elevados tonos.
Por supuesto, en entorno así las caballerizas que abrigan a los negros jamelgos de las sorpresas están abiertas de par en par.
Debate
Desde la izquierda vino el rumor: Heriberto Félix Guerra, secretario de Desarrollo Social desde el 9 de diciembre pasado –entró en sustitución de Ernesto Cordero, visto como el “delfín” hasta entonces y quien a su vez pasó a Hacienda-, yerno del emblemático “Maquío” y por ende cuñado del diputado Manuel Clouthier Carrillo quien marcó con su diferendo respecto a la posible protección oficial al “cártel” de Sinaloa, podría ser el as bajo la manga de la dirigencia panista, siempre y cuando, claro, el mandatario federal en funciones estuviera dispuesto a abrir el juego.
Félix Guerra, por cierto, hasta días antes de su designación ministerial, era observado como uno de los posibles aspirantes del PAN al gobierno de Sinaloa, cargo por el que compitió hace seis años en una controvertida elección cuyo desenlace, a favor del priísta Jesús Aguilar Padilla, concitó sospechas y provocó severas denuncias por el evidente desaseo de los comicios y la posible intervención, vía financiamientos, de los poderosos “capos” con dominio territorial sorbe la región. Nada nuevo bajo ese sol.
¿No es cuando menos curioso que Félix haya sido llevado a gabinete presidencial, eliminándolo de la justa estatal, cuando comenzaba el debate sobre la infiltración de los cuadros políticos por parte de las mafias?¿Y que haya sido Clouthier, el cuñado quien tanto quisiera emular a su padre, el señalado para denunciar la escasa actividad del gobierno federal en Sinaloa, convertida en germen de capos y tierra de intocables? No creo en las casualidades sino en las evidencias y éstas son, de verdad, muy claras.
Es obvio que detrás de todas estas decisiones están las manos sucias. Porque, de hecho, los precandidatos “fuertes” del PAN, los mencionados Félix Guerra y Clouthier –aun cuando éste presuma de no haberse afiliado al PAN, el partido del que fue abanderado su progenitor en 1988, el año de la fatídica usurpación salinista-, fueron descartados sin siquiera comenzar a jugar, debilitándose notoriamente la causa del blanquiazul en un estado en donde, insisto, pesan muchos los intereses amafiados. Por ello, claro, pocos discuten acerca de las posibilidades del priísta Jesús Vizcarra Calderón, ex alcalde de Culiacán y puerto, según dicen, para algunos de los más notorios representantes de los zares del vicio. Es vox pópuli.
Tal es, entonces, una estrategia de alto riesgo desde la visión presidencialista. Pero podría funcionar, claro, para saldar ciertas cuentas pendientes considerando que la prioridad es prefabricar la segunda alternancia virando hacia atrás en ruta hacia el punto de partida. Doce años, nada menos, se habrán tirado a la basura cuando lleguemos al 2012.
El Reto
La ausencia notoria de liderazgos confluye hacia un fenómeno sociopolítico en crecida: cualquiera que tenga un trayecto más o menos exitoso comienza a ser sobrevaluado y proyectado hacia la escalera jerárquica del sistema. No hay otros de quien echar mano, para que se entienda.
Tal s el caso, precisamente, de Juan Ramón de la Fuente, el médico siquiatra que se encontró a la política por derivación de las entrañables relaciones de su padre con el matrimonio Zedillo Velasco desde antes de la asunción presidencial del doctor Ernesto. Fue éste quien designó a Juan Ramón como secretario de Salud en un entorno desconocido para el incipiente ministro:
--Yo no soy político y no entiendo nada de política –me confió en esos días-. Ni siquiera sé cuánto dura en su encargo un diputado o un senador. ¿Tres o seis años?
Tres lustros después se lo pelean las izquierdas erosionadas con visión hacia el 2012. Lo observan, dicen, por su capital “social” acumulado bajo el peso del reconocimiento a su buena labor en la UNAM. No ha sido, desde luego, el mejor Rector de esta casa de estudios pero sí, sin duda alguna, el más publicitado y el más protegido por cuantos manejan las tablas de valores del establishment. Por eso, claro, en el PRD lo consideran una opción, ya desde ahora, para encabezar la puja por la Presidencia... a menos de que antes decida fracturar el proyecto Peña Nieto lanzándose a la gubernatura del Estado de México. La hoguera de las vanidades. Abundaremos, claro.
La Anécdota
Desde que la Revolución “degeneró en gobierno”, como solían acotar los bravos zapatistas, han sido muy pocos los candidatos repetidores. Quien tiene en su haber un mayor número de postulaciones es, sin duda alguna, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, con tres campañas presidenciales y cuatro precandidaturas del PRD en pos de la titularidad del Ejecutivo Federal. Y, casi seguramente, Andrés Manuel López Obrador intentará, por segunda ocasión, alcanzar alguna nominación presidencial aun cuando su oferta se reduzca a los minoritarios de la izquierda y ya no al PRD.
De allí que los malosos, siempre los hay, bautizaran a López Obrador como “Don Nicolás”. Cuando pregunté el porqué de tal nombre de pila, me respondieron:
--Por su antecedente, Don Nicolás Zúñiga y Miranda. Él fue quien más veces participó en las parodias electorales del porfiriato y, además, no se cansó de denunciar fraudes al grado de presentarse, en sociedad, como el “verdadero presidente”.
Los paralelismos demuestran lo poco que han avanzado la política y las instituciones a través de más de una centuria. ¿Festejamos también el centenario de la parálisis política?
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E-mail: rafloret@hotmail.com
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