miércoles, 3 de marzo de 2010

EN TIERRA DE NARCOS

Desafío Publicación: JUEVES 4 DE MARZO DE 2010

*En Tierra de Narcos

*Sin Rescate Posible

*De Políticos Pobres

Por Rafael Loret de Mola

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Dicen que la más sólida aportación de México a la Segunda Guerra Mundial, cuando nuestro gobierno se alineó con los aliados contra el criterio de la mayor parte de los mexicanos –la formación presidencialista acaso inducía a formarse en las filas fascistas-, fue el cultivo de marigüana y su exportación hacia los escenarios bélicos para redimir de la oprobiosa realidad a las tropas brutalmente vulnerables y vulneradas. Lo cierto es que fue entonces cuando, en el norte del país sobre todo, inició la industria que luego se convertiría en flagelo para medir los entuertos hacia el sur sin afectar los padrinazgos en las grandes potencias del continente.

La doble lectura se mantiene: en México la desatada guerra entre las mafias revela que nuestro territorio ha sido tomado por éstas; en cambio, el gobierno estadounidense ni siquiera se compromete a desnudar y perseguir a cuantos, en su suelo, protegen a los cárteles que se extienden más allá de la frontera entre México y la Unión Americana, posibilitando el tránsito y distribución de estupefacientes en el mercado de consumo mayor en el mundo... y sin la menor aflicción. Cualquiera que aplique la lógica elemental encontrará que tal no sería posible sin las componendas soterradas entre los capos y el poder público.

Sinaloa, por desgracia, fue inscrita en la geografía del oprobio. No es la única región contaminada pero nadie desconoce que el núcleo de los grandes cárteles dominantes se encuentra allí, a pocos kilómetros de la capital Culiacán en la selva artificial de la marigüana, allí donde nacieron algunos de los más célebres traficantes, desde Amado Carrillo Fuentes hasta Joaquín “el chapo” Guzmán pasando por Fonseca Flores, los Caro Quintero, el “Mayo” Zambada y una interminable “pléyade” de personajes que optaron por el dinero fácil y ahora son incluso presentados en sociedad: al “chapo”, sin el menor recato, se le ubica en la lista de Forbes de las grandes fortunas del planeta, como si tal fuera señal de respeto e incluso aval para la concentración del dinero sucio y las inversiones generadas por éste.

En conversación reciente con el diputado Manuel Clouthier Carrillo, hijo del icono “Maquío” y ahora centro de la controversia por haber expresado que los regímenes panistas poco han hecho para perseguir al “cártel de Sinaloa” –o del Pacífico-, en apariencia protegido desde instancias superiores a diferencia de otros grupos escindidos del mismo árbol genealógico-, éste sostuvo que en su entidad, sin duda alguna, se podría señalar hacia tres ex gobernadores profundamente relacionados con el narcotráfico:

1.- Leopoldo Sánchez Celis, quien fuera además uno de los principales aliados y amigos del profesor Carlos Hank González señalado como el mayor empresario-político mexicano de todos los tiempos y bajo sospecha, pese a no haber sido jamás investigado, de haber sido el pilar de las mafias, incluyendo la del narcotráfico. Pero tal aserto no ha rebasado el linde de lo especulativo en ausencia de indagatorias oficiales al respecto.

2.- Antonio Toledo Corro, quien fungió también como secretario de la Reforma Agraria durante dos años del sexenio de López Portillo –esto es cuando se preparaba el “boom” de los narcos que, al fin, se desató bajo la égida de Miguel de la Madrid-, y se arraigó a su entidad natal con todos los visos de los antiguos cacicazgos aldeanos.

3.- Juan S. Millán, controvertido empresario que marcó la líneas de conjunción entre el poder financiero y el político.

Obvio es decir que le pregunté a Clouthier si el actual mandatario, Jesús Aguilar Padilla, no formaba parte del amargo listado. Y me respondió casi automáticamente:

--Ese es sólo un empleado, un alfil. Los otros fueron la mafia misma.

En este punto, Clouthier, al igual que no pocos sinaloenses con quienes he tenido oportunidad de conversar en las semanas recientes, señaló a Jesús Vizcarra Calderón, alcalde de Culiacán con licencia, como el heredero natural de los anteriormente mencionados para el caso de que llegase al Palacio de Gobierno bendecido por la parafernalia gubernamental a su entero servicio.

Tal se intuía, desde hace varios meses, en razón a una decisión expresa de la dirigencia nacional priísta: responsabilizar a los mandatarios de esta misma filiación de los resultados electorales a cambio de privilegiar a sus favoritos. Esto es, como en los feudos del medioevo y de acuerdo a las usanzas presidencialistas, el mandante traslada la batuta a uno de sus incondicionales manteniendo los controles comiciales hasta el fin de su periodo. Y pobre de aquel que falle en su cometido porque, sin remedio, será pasto de los zopilotes.

Y nadie dudaba en Sinaloa que el gobernador Aguilar Padilla, a pesar de sutilezas y espejismos, sólo tenía ojos para Vizcarra por cuanto éste significaba para darle continuidad a algo más que un proyecto político. Lo decían todos convirtiendo el señalamiento en un clamor que, por supuesto, no tuvo mayor importancia bajo los estamentos de la democracia falsaria de nuestros días.

Debate

La pregunta que hacen no pocos lectores de esta columna acerca del destino inmediato de Sinaloa, cortada ad hoc para cuantos han extendido nexos inconfesables como si se tratara de facturas soterradas para garantizar cierta estabilidad, es bastante simple: ¿Con esta entidad comienzan, de hecho, las cuotas para matizar la presencia del narcotráfico en la carrera por la sucesión presidencial ya iniciada? No se propone que se pacte la no intervención de los cárteles en pugna, dándose por descontado que la infiltración de la clase política es severa, sino, más bien, se registra el curso paralelo entre las mafias, la digamos institucional camuflada en el gobierno y la delincuencial exaltada por los zares del vicio.

Tal condición, por supuesto, alarma habida cuenta la propensión de los postulantes de altos vueltos, incluso también algunos presidenciables, por asegurar, primero, su propio porvenir y sólo después optar por continuar las carreras respectivas. ¿Es ésta también una de las razones para mantener la iniciativa en pro de la reelección directa de legisladores, no así de alcaldes, con el propósito de que éstos hagan academia en el ejercicio de sus funciones públicas y sirvan a sus respectivos corporativos, muchos de ellos por fuera de la legalidad?

Por lo pronto, el caso de Sinaloa es más relevante aún ante la autodefensa del señor Felipe Calderón quien, evidentemente enfadado, respondió a los señalamientos de Clouthier Carrillo aduciendo que su gobierno no protege a “ningún narco”, con referente a los líderes del cártel sinaloense supuestamente protegidos durante los tres años y tres meses de gestión calderonista. El aserto, sin duda, convierte el diferendo político en esta entidad en un pulso con los detentadores del poder real. ¿Hasta dónde llegará el vuelo de las frases enconadas de Felipe?¿Hasta el valle de las coaliciones y alianzas partidistas sin la menor coherencia ideológica?

Por desgracia, en un entorno tan minado, toda especulación es válida ante la ausencia de certidumbre política y partidista. Si preguntáramos sobre cuáles son las instituciones más descalificadas en el país, sin duda, llegaríamos a las antesalas de los organismos políticos en donde las dirigencias hace tiempo dejaron de pensar basándose en el colectivo para mantener, tan solo, los intereses de sus respectivos grupos. De allí a las escisiones permanentes y las coaliciones no hay sino un paso... hacia el abismo de la credibilidad.

¿Desde hace cuánto tiempo gobiernan los narcos a México? Podríamos preguntárselo a un sinaloense en primera instancia.

El Reto

Algunos priístas de cepa, como el duranguense José Rosas Aispuro y el sinaloense Mario López Valdés –Malova para todos-, no ha tenido otra opción que dejarse seducir por los amigos de las alianzas circunstanciales. Y todo porque percibieron ser invitados de piedra al festín de los intereses oscuros dirigidos por gobernantes cuya prioridad es, sin duda, la seguridad y destino de sus respectivos grupos.

En el caso de Malova, ex alcalde de Ahome y senador de la República, los momios populares, fuera de los feudos gubernamentales, le señalaban a él como amplio favorito, con excepción de los electores de Culiacán en donde las simpatías se dividían casi a la par, en una escenografía en la que el narcotráfico parecía tener el cubilete en la mano con Vizcarra como única opción. Y así lo señalaban en todos los niveles sociales. Me consta.

El PRI prefirió honrar los derechos sucesorios del gobernador en turno, obviamente bajo presión, y Malova quedó al aire como ha venido ocurriendo en las regiones bajo el flagelo de los cacicazgos aldeanos que mantienen fueros más allá de la ley. De allí las ventajas con las que, pese a todo, parte el PRI. Lo mismo de siempre... pero más cocinado.

La Anécdota

Es fama que Hank González definía:

--Político pobre es un pobre político.

Con ello apuntaba, bajo las reglas del folklore mexicano, la dependencia extrema de la clase política respecto a sus verdaderos patrocinadores.

El remate solía darlo un viejo lobo de mar, arraigado por el sureste y, como tal, conocedor profundo de la idiosincrasia de los mexicanos:

--Un político pobre no es hombre... es hambre.

Para el caso quien quiera desarrollarse como tal requiere de una fortuna, la propia o las de cuantos establezcan con él compromisos, si desea, de verdad, asomarse al balcón de las urnas. En esta tesitura, ¿tienen futuro las pretendidas candidaturas independientes?

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