viernes, 14 de mayo de 2010El próximo domingo iniciará, de hecho, el trascendente recuento político de 2010. En Yucatán, una entidad en la que el conservadurismo se concentra en Mérida mientras el campo conserva su condición de bastión priísta de la mano del paternalismo de Estado, habrán de verificarse comicios regionales. Desde luego, la atención está puesta en la capital estatal considerando que el Ayuntamiento de ésta permanece en manos del PAN luego de que este partido perdiera la gubernatura hace tres años tras una administración panista francamente deficitaria.
El clima es tormentoso, encendido dijéramos por los rescoldos de los viejos cacicazgos aldeanos, en una sociedad radicalizada desde hace varios lustros por efecto de los excesos intervencionistas de las cúpulas periodísticas y religiosas, sobre todo. Y el bastión meridano, en este entorno, es considerado clave para asegurar los controles regionales: si el PRI mantiene el gobierno estatal, el PAN busca ahora asegurar Mérida y con ello el necesario equilibrio político, manteniendo fueros para intentar recuperar el terreno perdido.
Un hecho no se discute: Mérida tendrá una alcaldesa puesto que es el género femenino el que se disputa el cargo, sobre todo quienes encabezan la puja: la priísta, Angélica Araujo Lara, y la panista, Beatriz Zavala Peniche, ex secretaria de Desarrollo Social. Con ello se confirma la tendencia en pro de las mujeres que incursionan en la política vernácula dado que se trata de la única entidad en donde han gobernado dos damas: las priístas Dulce María Sauri de Sierra e Ivonne Ortega Pacheco, la actual depositaria del Ejecutivo. Además, por el municipio ha cursado, dos veces, la panista Ana Rosa Payán Cervera a quien su partido no quiso acompañar cuando decidió buscar la gubernatura en 2007, escindiéndose ella de su instituto.
Pese a esta señal de modernidad, en un país en donde es remota la paridad de mujeres y hombres en los cargos públicos –en España, los jefes del gobierno suelen armar sus gabinetes distribuyendo el mismo número de ministerios entre unas y otros, no siempre de manera eficaz-, los viejos y arraigados vicios perviven. Y también las emboscadas y persecuciones aviesas desde las fuentes del poder y a través de operadores embozados, por lo general patibularios agentes judiciales.
Una muestra: hace unos días, el diputado local priísta, Ismael Peraza, ex representante del gobierno yucateco en el Distrito Federal, acusó directamente a la gobernadora Ortega Pacheco, su correligionaria, como responsable de la severa golpiza que le propinaron, al parecer, los genízaros sin uniformes supuestamente por órdenes superiores. El legislador asegura haber sido hostigado luego de subrayar que la mandataria, como antes lo hacía su tío, el extinto Víctor Cervera Pacheco, mantenía “secuestrado al PRI”, relegando per se a cuantos no eran sus incondicionales. Tal le costó ser marginado en el Congreso local por sus compañeros de bancada supeditados a la titular del Ejecutivo.
Pero, acaso, la señal más ilustrativa es el retiro de su cargo, de manera ignominiosa, del director de Procedimientos Electorales y Participación Ciudadana, Valentín Rivas, acusado por el representante panista luego de detectarse, nada menos, “un faltante de 22 mil 600 papeletas” destinadas a recoger los sufragios, en Mérida, durante la inminente jornada dominical. Un número, por cierto, más que suficiente para alterar, de manera determinante, los resultados finales en el competido municipio. Para colmo, nadie sabe a ciencia cierta cuántas boletas imprimió la empresa Litho Formas, afincada en el Estado de México en donde despacha el jefe político de la señora gobernadora de Yucatán, ni cuántas se recibieron y almacenaron en tiempo y forma. Un desastre, para decirlo sin eufemismos.
Con lo anterior, difícilmente la disputa por Mérida terminará sin severos escándalos poselectorales. Por principio de cuentas, el talante de la panista Zavala Peniche, tan “sacrificada” –pasó de un ministerio a la Cámara de Diputados federal para luego ser nominada a la presidencia municipal emeritense-, puede confluir hacia el incendio, mucho más con los precedentes ya explicados. De ser así, el primer ejercicio electoral del año, considerado clave con vistas a la carrera por la sucesión presidencial –ya viene “2012: La Sucesión”, Océano-, sería fuente de estruendos y denuncias que podrían abrir no pocas cloacas entre priístas y sus opositores, unidos en un buen número de estados bajo la incoherencia de las alianzas turbias.
Por supuesto, el vínculo con el Estado de México, a sabiendas de que el gobernador de esta entidad, Enrique Peña Nieto, es quien lleva la batuta política en algunas entidades, entre ellas Yucatán, en donde distintos mandatarios y la mandataria Ortega le han aceptado como líder y potencial abanderado priísta en pos de la Presidencia de la República, puede resultar especialmente explosivo e incluso al grado de provocar una indagatoria seria –no como la estilada en el pestilente caso de la infeliz pequeñita Paulette Gebara-, para determinar conexiones e intenciones fuera de cualquier normativa.
Los relámpagos iluminarán, este fin de semana, el limpio cielo del Mayab eterno.
Debate
Los partidos se alternan en el poder, pero los peores vicios permanecen. Los alquimistas, quienes a cada oportunidad usan sus talentos para descubrir nuevas fórmulas para alterar la voluntad ciudadana, son acaso los más cotizados dentro de la jauría política. Y no son pocos quienes miden la capacidad de los postulantes en relación directa con cuantos son sus operadores y estrategas detrás de bambalinas. De allí que los asesores de importación, en cada uno de los bandos con posibilidades de triunfar en elecciones estatales y la federal del 2012, estén afincándose en nuestro país. (No se olvide el caso notable del español Antonio Solá, icono del Partido Popular en su patria y “salvador” del calderonismo a golpes de campañas negras, quien llegó a ocupar incluso una de las cabañas de Los Pinos en el arranque de la era de Felipe, “el menor”).
De allí que las conexiones sean tan intensas que algunos las interpretan como confusas. Por ejemplo, en Aguascalientes en donde el PAN dejó correr el tiempo en busca del solaz de la amnesia colectiva, y “perdonó” hace tres años al gobernador Luis Armando Reynoso por sus desplantes e indisciplinas partidistas, ahora se rasgan las vestiduras por cuanto han observado los apoyos soterrados del mandatario “panista” al aspirante priísta a la gubernatura, Carlos Lozano de la Torre, quien no niega su amistad con Reynoso aun cuando sopesa ya desprenderse del círculo afectivo por los elevados costos que podría conllevar mantenerse dentro.
El mismo modus operandis, iguales estratagemas. El paralelismo extiende lo que, desde hace varios años, señalamos: los nuevos panistas actúan como los viejos priístas mientras algunos benjamines del priísmo proceden como lo hacían las antiguas huestes del blanquiazul cuando procedían sin apegos presidencialistas ni compromisos institucionales.
Lo que marca la diferencia es un hecho incontrovertible: entre los viejos mandatarios priístas hubiera sido improcedente guerrear, abierta y aviesamente, con el presidente de la República como ahora lo hace el señor Reynoso quien está, además, bajo severas sospechas. Lo menos que se dice de él es que ha privilegiado a los grandes cárteles en su frenética disputa territorial, y lo más, acaso por obra de la maledicencia pública, es que forma parte de las redes de pederastas bajo el peso de la peor impunidad imaginable.
Pero todo ello no fue suficiente para que, siquiera, el PAN aplicara correctivos a tiempo, cuando se insubordinó de plano pretendiendo corregirle la plana a Felipe Calderón y a sus entenados partidistas, Germán Martínez Cázares y César Nava, el monaguillo de Patylú. Y ahora paga las consecuencias... del desprestigio en ruta hacia el fracaso en la llamada “tierra de la gente buena”. Amén.
El Reto
¿Recuerdan, amables lectores, cuál fue el origen de la relevancia de Beatriz Zavala Peniche, la panista que vela armas en Mérida? En el turbulento escenario de 2006, radicalizadas las corrientes y cernidas éstas a la descalificación e incluso al insulto, la señora en cuestión le salió al paso, en la alba ciudad, al perredista Andrés Manuel López Obrador y le incordió. De acuerdo a testigos de la escena, además, estuvo a punto de golpearlo, iracunda, acusándolo de haber ofendido gravemente al señor Fox y, por ende, a Calderón... cuando la campaña negra estaba destinada, precisamente, contra la izquierda y su representante.
Las tareas “sucias” siempre se premian. Por ello, claro, Calderón optó por colocar a la Zavala Peniche –sin parentesco con su esposa, Margarita, su mejor capital político-, en la Sedesol con resultados deplorables. Bueno, fue imposible sostenerla allí, sin más cartera que el precedente escandaloso, y entonces se le dio salida hacia la Cámara baja. Una historia, sólo ésta, que exhibe, de cuerpo entero, las malsanas motivaciones de un partido cuya única virtud es la de haberle copiado al PRI fórmulas y vicios defraudadores. Por ello estamos, todos, detenidos en punto muerto.
La Anécdota
Corría la segunda mitad de la década de los ochenta, con el narcotráfico al alza luego del “boom” de éste propiciado desde el poder público. Y en Chihuahua, el priísta Fernando Baeza, a brazo partido, enfrentaba al panista Francisco Barrio, llamado entonces el “ayatola” por sus perfiles provocadores disfrazados de misticismo. Al fin, los comicios fueron controvertidos y dieron lugar a severas riñas poselectorales.
Bajo la batahola, el yucateco Carlos Rubén Calderón Cecilio, quien había formado parte de las escuderías del PRI en el estado gigante, sin poderse contener y como si se tratara de una expiación, me dijo:
--¿De qué se quejan los panistas? Ellos no fueron capaces de “cubrir” con sus representantes todas las casillas. Espacio que no ocupas, te lo ocupan. Hicimos un trabajo profesional, estupendo. Fue la guerra... y la ganamos. Y ellos debieran saber perder.
Y siguió hablando, por meses, de las injustas críticas contra el proceso. Como si los periodistas, y no los operadores priístas, fueran quienes se excedieron. Tales para cuales. ¿O tales por cuales?
E-mail: rafloret@hotmail.com
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