Desafío Publicación: LUNES 31 DE MAYO DE 2010
*Sombras Terribles
*Silencio Vaticano
*De las “Sorpresas”
Por Rafael Loret de Mola
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La figura del admirable Papa Wojtyla, a quien más han querido los mexicanos con toda justicia por su excepcional legado espiritual y también político, no puede substraerse, sin embargo, de dos hechos que ensombrecen su Pontificado: la extraña protección al Padre Marcial Maciel, cuyas perversas apetencias sólo niegan hoy unos cuantos incondicionales de su causa –obcecados, por lo demás, y ciegos ante el cúmulo de testimonios-, y la evidente negligencia de la Santa Sede sobre el crimen contra el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo el 24 de mayo de 1993, hace diecisiete años ya.
Cuando pregunto sobre lo segundo a quienes no escatiman empeños y elevan sus voces reclamando justicia contra cuantos fraguaron el asesinato de un príncipe de la Iglesia, afrentando además no sólo a los católicos mexicanos sino a la sociedad en su conjunto, suelen los mismos evadirse sin aportar opiniones ni, mucho menos, juicios de valor. Es un tema molesto, incómodo, incluso asfixiante para cuantos estiman la autoridad papal por su condición de infalible en cuestiones de fe y dogma, y por derivación no escrita igualmente en materia sociopolítica. Quien osa levantar la mano contra el Obispo de Roma, desde la grey católica, termina convertido en cismático.
La controversia en torno al magnicidio que dio inicio a la secuela de barbarie durante el finiquito presidencial de Carlos Salinas –quien jamás pudo legitimar su mandato, perdiendo la historia-, se cierne a una discusión de fondo: establecer si ocurrió como resultado de una confusión, según reza la versión oficial apoyada por los leguleyos del ex mandatario y sobre todo por quien fungía entonces como procurador general, el jacobino Jorge Carpizo Macgregor, o si devino de una conjura, desde el poder, encaminada a posibilitar que el gobierno salinista impusiera condiciones a cambio de favorecer la reanudación de relaciones entre México y El Vaticano. Este columnista, desde hace diecisiete años, sostiene lo segundo.
En el verano de 2002 dejé registro puntual de una acusación severa y por lo visto incontrovertible, esto es jamás cuestionada por los protagonistas –“Confidencias Peligrosas”, Océano, 2002, páginas 31-40-. En la Averiguación Previa SE/001/95, se recoge la declaración ministerial, fundamental para el caso, de Ignacio Flores Ruiz, Nacho, señalado como el amigo más cercano del Cardenal Posadas Ocampo. De acuerdo a la misma, Nacho fue citado por el alto Prelado para que acudiera a verle, desde Celaya a Tlaquepaque en donde residía el segundo, con inocultable ansiedad. Así lo narramos en “Confidencias Peligrosas”:
“--¿Puedes venir esta misma noche, Nacho? –preguntó Posadas-.
--Tengo compromisos familiares. ¿Te pasa algo?
--Entonces vente a desayunar mañana. No puedo esperar más.
Jamás (Nacho) le había escuchado así. Cuando, al fin, se encontraron, el Cardenal le sirvió un vaso con licor, relajándose, y le contó:
--Me citaron en Los Pinos y me hicieron proposiciones indecorosas.
--Ya ves, ¿para qué fuiste de barbero? –replicó coloquialmente Nacho-.
--Dijeron que era urgente –prosiguió el Cardenal Posadas-. Y fui recibido por José María Córdoba Montoya, el jefe de asesores del presidente Salinas.
--¿No viste al Presidente?
--Sólo a Córdoba. ¿Sabes qué me dijo? Que no me metiera en el corredor de prostitución Tijuana-Guadalajara, y otras cosas como lo del narcotráfico. A cambio me daría todo lo que yo quisiera para mi ministerio. Para mí fue una grosería terrible y me levanté intempestivamente, indignado.
--¿Qué le respondiste?
--Sólo me dirigí hacia la puerta de salida de su oficina. Córdoba se puso furioso, casi me quería cachetear, me tomó del brazo y luego aventó la puerta detrás de mí. Gracias a Dios no me golpeó.
--¿Piensas hacer algo?
--No lo sé. Creo, desde luego, que estoy bajo severo riesgo.
Poco más de veinticuatro horas después, el cuerpo de Posadas Ocampo yacía en la Cruz Roja de Guadalajara con catorce orificios de bala, todos ellos causados a una distancia menor de cincuenta centímetros. Girolamo Prigione –representante del Papa en México entonces-, quien observó el cadáver, aseguró que jamás había visto tanta sangre.”
Hasta aquí la cita. Con una pequeña observación adicional: el Cardenal y su amigo no desayunaron juntos en aquella jornada porque éste no llegó sino hasta después del mediodía. Ello explica, desde luego, que hubieran optado por beber para atemperar el ánimo del jerarca eclesiástico.
A ocho años de distancia, un nuevo texto, novelado, “Los Chacales”, escrito por Jesús Becerra bajo los auspicios del gobierno de Jalisco y con el apoyo del Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, retoma el tema subrayando la trascendencia de reclamar justicia procediendo contra los emboscados y ocultos autores intelectuales del crimen. ¿Hasta cuándo?
Debate
El jueves 13 y el sábado 15 de mayo, en sendas reuniones con el senador panista Santiago Creel Miranda y el secretario de Desarrollo Social de la administración federal, Heriberto Félix Guerra, me permití, en ambas ocasiones, hacer un señalamiento que sólo mereció, por parte de estos interlocutores, un silencio digamos respetuoso que matizó la cordialidad prevaleciente:
--No puedo entender cómo, después de diez años en el poder presidencial, los gobiernos panistas no han siquiera reabierto los expedientes controvertidos que pretenden zanjar los asesinatos de algunos de sus mayores iconos. Por ejemplo, el caso del “Maquío” Clouthier. Su hijo, el diputado federal Manuel Clouthier Carrillo, me dijo que mantiene severas dudas sobre el supuesto “accidente” en el que perdió la vida, el primero de octubre de 1989 –esto es a diez meses exactos de distancia de la asunción presidencial de Salinas-, el histórico candidato presidencial del PAN. ¿No basta con ello para exhibir la ausencia de pudor de quienes se dicen sus herederos políticos en la vida institucional del país?
Las grandes interrogantes están, pues, planteadas. No hay respuestas por ahora salvo, claro, las rampantes descalificaciones por la espalda, no de frente, con las que se intenta poner distancia de las críticas de fondo asumiendo que siempre son venales, destructivas y, desde luego, conducidas por los enemigos seculares de la Iglesia y la derecha. No hay argumentaciones, sólo referentes especulativos y juicios peyorativos. Este columnista ya está, desde hace muchos años, acostumbrado a la intolerancia fanática, desde un extremo y otro de la geopolítica nacional.
En línea semejante, el crimen contra Posadas dibuja el perfil de la más aviesa impunidad. Y se apuesta, como siempre, a la amnesia colectiva, a la descuidada indiferencia que prohíjan la ignorancia y el fastidio colectivos, para cerrar, bajo las siete llaves de las complicidades en la cúpula del poder, cada uno de los episodios de violencia con los que se comenzó la escalada que ahora no parece tocar fondo todavía. Y todavía hay ingenuos que se preguntan por qué estamos enfrascados en la espiral del horror con un gobierno incapaz de ejercer sus funciones por miedo, sí, a las reacciones de las grandes mafias que nos asfixian. Siquiera divulguémoslo.
El Reto
Durante la presentación, el pasado domingo 23 de mayo, de la novelita “Los Chacales”, el abogado Humberto Hernández Haddad, amigo de esta columna y uno de los más vigorosos promotores de la justicia –sus denuncias acerca de la protección brindada a Manuel Muñoz Rocha, señalado como autor intelectual del asesinato de Francisco Ruiz Massieu, son parte ya de la antología ciudadana contra la impunidad-, tocó dos temas de la mayor relevancia:
1.- Uno de quienes dispararon contra el Cardenal Posadas, Jesús Alberto Bayardo Robles, alias “El Gori”, fue entregado, tras su aprehensión, a las autoridades estadounidenses sin ninguna razón de fondo. Y, recientemente, cuando fue reclamado por las autoridades mexicanas con el propósito de ampliar interrogatorios, desde la fiscalía estadounidense se comunicó que no se podía obsequiar la petición oficial porque, sencillamente, no encontraban al sujeto por ninguna parte. Esto es: se esfumó sin dejar rastro en las narices del poderoso organigrama norteamericano. Hay documentos probatorios de ello.
2.- La recurrencia de la impunidad, y cuanto resulta de las complicidades inocultables que habilitan fugas como las de Muñoz Rocha en 1994 y “El Gori” en 2009, plantean una controversia de enorme trascendencia: ¿es México ya un estado fallido como resultado de la tremenda distorsión gubernamental bajo el dominio de capos y padrinos con redes multinacionales?
Desde luego, debemos dar, y lo haremos, puntual seguimiento. Por hoy, reflexionemos sobre ello.
La Anécdota
Corría la década de los setenta, cuando el abogado Víctor Correa Rachó, bandera del panismo yucateco, planteó como argumento central de un debate periodístico con este columnista:
--Acción Nacional requiere de la sorpresa como estrategia fundamental para ampliar espacios, sin advertir a sus adversarios.
Respondí que tal no debiera ser sustento del modus operandis de un partido político:
--Vivir de la sorpresa equivale a estar a salto de mata.
No obstante, hasta hoy, las sorpresas le vienen bien. Observemos, por ejemplo, las nutrientes proselitistas que devienen, por ejemplo, de los escabrosos casos de Diego Fernández de Cevallos y la pequeña Paulette Gebara Farah. Sólo falta que la contienda por la Presidencia, para sorpresa general, se resuelva bajo el rincón de la cama en donde, de acuerdo a la torpe versión oficial, murió la niña célebre. Las fórmulas están a la vista; también las intenciones.
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Rafael Loret de Mola
Escritor
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En mi opinión la Iglesia tiene mucha culpa su papel en la historia es vergonzoso, ya ve la manera en como han protegido a marcial masiel. Saludos. Pablo. Le mande un correo anterior con mi opinion.
ResponderEliminarNo aparece mi comentario sobre la Iglesia. Gracias
ResponderEliminarEl papel de la Iglesia es terrible en la historia, ya ve con los nazis y luego la proteccion a Marcial Masiel. No puede ser catolico una persona asi. Saludos desde Culiacaan
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