sábado, 29 de mayo de 2010

REVOLTIJO POLICIACO

Desafío Publicación: VIERNES 27 DE MAYO DE 2010

*Revoltijo Policiaco

*Fallas Estructurales

*Casa por cada Muerto

Por Rafael Loret de Mola

- - - - - - - - - - - - - - - - -



El frustrante combate contra los grupos delincuenciales mayores, entre ellos los narcotraficantes con enorme poder de fuego, convirtió a los cuerpos de seguridad del Estado, desde policías hasta militares con amplios privilegios territoriales, en un auténtico revoltijo institucional, sin funciones precisas y, en no pocos casos, sin la debida protección para enfrentar a las mafias consolidas y con capacidad para penetrar la estructura oficial casi como un acto reflejo, normal.

Una muestra. Los familiares de los agentes comisionados para repeler a los poderosos cárteles, una tarea de enrome complejidad por la renovación permanente de cabecillas y cuadros operativos, no tienen seguridades mínimas y, por lo general, corren el riesgo de acabar siendo blancos vulnerables perdidos en las estadísticas cotidianas sobre ejecuciones sumarias. Para algo sirve, por supuesto, la creciente ola de violencia urbana que posibilita explicar la aparición diaria de nuevas víctimas como parte del clima general atrofiado y no por efecto de vendettas que comienzan, precisamente, desde dentro de las corporaciones oficiales infiltradas.

Desde que el programa sexenal tendiente a “garantizar” la seguridad general se convirtió en el eje de la vida institucional del país no se han abatido los altos índices criminales ni se han reducido los alcances de los grandes “capos”, obviamente con ramificaciones hacia el poder público desde hace ya varias décadas, por más que se nos presenten, de vez en vez, a algunos elementos capturados como prueba fehaciente de la eficacia represiva del Estado. Por lo generillos mandos se renuevan mucho antes de que se enteren cuantos conforman el aparato de “inteligencia” gubernamental con todo y sus sofisticados métodos para acceder a la información clave.

Comentamos entonces, y ahora lo reiteramos, que la eficacia oficial sólo se alcanzaría cuando fuese posible tomar al toro por los cuernos, esto es depurando a fondo las instancias de seguridad, incluyendo al ejército, las más vulneradas por la penetración de las mafias en los cuadros oficiales. ¿O acaso vamos a seguir obviando el severo deterioro de los mandos militares cooptados por las mafias?¿Y la latente complicidad de no pocos mandos policíacos destinados, precisamente, a “perseguir” a quienes están aliados soterradamente?

Los hechos, poco a poco, confirman estos asertos y los evidencian. Pese a ello, el titular del Ejecutivo federal sigue empeñado en colocar la Iglesia, esto es el gobierno, en manos de Lucero, como decir el temido adversario bastante mejor pertrechado y con disponibilidades millonarias. Ni modo que sean comparables los ingresos de un testaferro de la mafia con el salario de cualquier uniformado llevado a la línea de fuego. Por este punto también debería comenzarse para analizar el fenómeno antes de lanzar juicios peyorativos en todas direcciones.

Por desgracia, el arranque se dio primero con acentos publicitarios, esto es para ensalzar la figura presidencial cuya vulnerabilidad política, por efecto de los señalamientos sobre la legitimidad de su ascenso, obligó a realizar alianzas indeseables y pagar facturas ominosas, contrarias incluso a la formación y moral del mandatario. El poder no debiera implicar la claudicación de principios y doctrinas por el prurito de lograr los controles claves. Y así ha sido infortunadamente para una sociedad cada vez más indefensa.

El sitio contra algunas ciudades fronterizas y del occidente del país, el agobio a través de los litorales y de los triángulos del silencio en donde los radares ni siquiera funcionan y la notoria participación de algunos personajes de elevado rango, pertenecientes a distintos partidos con enorme capacidad de chantaje, parecen canalizarse hacia el abismo desde las instituciones infiltradas. ¿Vamos a negar que incluso no pocos gobernadores, con mando en las riberas del Golfo y el Pacífico, son quienes encabezan las listas de los grandes enclaves delincuenciales? En algunos casos, la estafeta conlleva este valor entendido y sirve para ampliar las alianzas inconfesables.

Recuerdo cuando presenté “El Gran Simulador” –Grijalbo, 1998-, en el Palacio de Minería, el entusiasmo de uno de los participantes en el panel, Vicente Fox nada menos, cuando reseñé, más bien denuncié, a los tantos gobernadores que mantenían contacto con el narcotráfico. Para suavizar el ambiente, el entonces gobernador de Guanajuato, repuso:

--Bueno, no todos somos así. Hay excepciones.

Reímos, naturalmente, en vísperas de la escalada del personaje hacia Los Pinos. Ya allí otras serían sus expectativas bajo el cobijo de la impunidad.

Debate

No hay exclusividad en la conflictiva planteada. Acaso porque los veneros de la corrupción suelen coincidir sin importar las tendencias políticas. En España, la constante es el asesinato de Guardias Civiles, una institución que, de acuerdo a los sondeos de opinión, es más prestigiada que la Corona. Y tal a pesar de sus conexiones con la dictadura –siguen usando los bicornios tradicionales- y la participación de un destacamento en el fallido intento de golpe de estado de 1981 bajo la pistola y los arrestos del coronel Tejero Molina. Pese a ello, a la sociedad le es muy útil y confiable, quizá por la dureza de sus academias y la acertada selección de sus miembros, a diferencia de las corporaciones mexicanas invadidas de genízaros de mal talante, peor semblante y todavía más arcaicas maneras.

El grupo terrorista ETA –aún hay no pocas empresas de comunicación, con vertientes y apellidos vascos en sus consejos de administración, que prefieren no darles a estos anarquistas el trato de criminales que obviamente acreditan con sus actos de barbarie-, sigue golpeando a la Guardia Civil que sólo en el País Vasco es puesta a debate por utilizar supuestamente la tortura para obtener información de los extremistas armados. Casi suman tres centenas las víctimas de esta institución a manos de los etarras a lo largo de un historial rebosante de hipocresías y debates viscerales.

Por ello algunas de las familias de quienes conforman el cuerpo de seguridad demandan un trato diferente, más allá de cuanto toca a los salarios que, desde luego, no son de hambre como los que suelen pagarse a los policías de nuestro país por jugarse la vida, literalmente, en tantas cruzadas con mínimos de recursos y máximos de riesgos. Insisten, sí, en que no se les desintegre como ha venido sucediendo hasta ahora para “protegerlos” aislándolos de quien provee desde su trinchera. Así lo expresaron quienes enterraron al más reciente de los caídos, un malagueño que fue enviado al norte para enfrentarse al odio xenófobo de un muy importante sector de la sociedad vasca. Entre dos fuegos, por decirlo de alguna manera.

El hecho es que los honores y los homenajes no substituyen la ausencia ni palian las necesidades ingentes de las viudas y los huérfanos del terror. Más todavía: se sabe que los dramas seguirán y no se toman medidas alternas siquiera para preservar a los inocentes, a mujeres y niños colapsados por la ausencia definitiva del padre de familia, en medio de una batahola de valores entendidos. Mientras, el gobierno español sigue debatiéndose entre el dolor y el temor; la represión o la negociación. Quizá en este punto la similitud es mayor con cuanto sucede en México.

Aquí ni siquiera hay estímulos pecuniarios importantes para quienes enfrentan los más complejos desafíos. Y aún así se pretende que tengan una lealtad acrisolada, una condición faltante entre sus superiores, incluso las más altas jerarquías, dispuestos a negociar... a favor de ellos mismos y con la sociedad en calidad de rehén permanente de los violentos.

El Reto

Dos son los caminos que apuntamos líneas arriba para comenzar a superar los planos habituales de la demagogia: la estructuración de un sistema de recompensas y premios económicos, con inclusión de becas y techos para los hijos de las víctimas, en pro de agentes y militares designados para la persecución de la alta delincuencia, normándose tal de acuerdo a los riesgos; y, al mismo tiempo, una profunda limpieza al interior de las corporaciones para exhibir, perseguir y confinar a los cómplices de las organizaciones criminales, incluso de las bandas armadas supuestamente idealistas que se nutren de los delitos contra la libertad y el patrimonio, que elevan los camuflajes mientras reciben prebendas subterráneas.

No se pierda más el tiempo en simplismos ni en pretextos. De nada sirve el referente constante hacia cuanto sucedió en el pasado si ni siquiera se persigue a los principales enclaves, los de Los Pinos, beneficiarios permanentes de la impunidad institucional. ¿No es significativo, por decir algo, que cada una de las primeras familias, cuando menos alguno de los miembros de éstas, que han pasado por la residencia oficial desde la década de los setenta, haya sido infiltrada, cooptada y reclutada por las mafias? Por aquí debería comenzarse.

Otra cosa será seguir ahondando en la perniciosa demagogia que sólo conduce al vacío.

La Anécdota

Recuerdo mayo de 1986. El entonces jefe del Estado Mayor de la Defensa, general José Ángel García Elizalde, distribuyó invitaciones, muy escogidas, para que un puñado de informadores asistiéramos a la espectacular quema de un cargamento de cocaína en el Campo Marte de la ciudad de México. Asistiría, naturalmente, el presidente Miguel de la Madrid.

Antes de la incineración y la humareda, una a una, desfilaron las viudas de los soldados acribillados en los combates contra el narcotráfico. No pocos generales optaron por voltear los rostros y no encontrarse con las miradas demandantes de las víctimas. Por algo sería. No olvidaré los ojos escrutadores de una de ellas, con la morena piel ajada por los rigores de una existencia depauperada, y su firme voz cuando elevó ligeramente la voz, lo suficiente como para que la escuchara el mandatario:

--Nos prometieron una casa y nos dan un testimonio. ¡Qué generosos son!

De la Madrid, como solía hacerlo cuando se sentía incómodo, frunció el ceño y arqueó las cejas. Y no dijo nada por supuesto antes de retirarse tras los “honores de ordenanza”. Ya son muchos años, digo, de demagogia infecunda. Sumo veinticuatro desde aquella ocasión.

- - - - - - - - - - - - -

Web: www.rafaelloretdemola.com

E-mail: rafloret@hotmail.com

- - - - - - - - - - - - -

Rafael Loret de Mola
Escritor

No hay comentarios:

Publicar un comentario