lunes, 17 de mayo de 2010

VERGUENZA PERDIDA

RAFAEL LORET DE MOLAlunes, 17 de mayo de 2010*Vergüenza perdida

*Derecha olvidadiza

*Economista “sabio”



Durante la fase terminal del foxismo quedó claro que quien ejercía la Presidencia había optado por dejar pasar y dejar hacer, a la manera del viejo concepto liberalista –visión económica que en nada coincide con los criterios liberales en materia sociopolítica-,

arrinconado de motu propio por efecto de las resistencias del Congreso, la ausencia de acuerdos y la desbocada carrera sucesoria en la que su partido partió rezagado. La “campaña negra”, orquestada por el español Antonio Solá para modificar el escenario electoral de 2006, no sólo se significó por las inducciones contra la izquierda y sus peligros sino, igualmente, por la sorpresiva vindicación del mandatario señalado cuya ociosidad, pereza y ausencia de carácter marcaron buena parte de su período.

Vicente Fox Quesada, bajo los reflectores que se posan sobre él en ausencia de quienes ocupen los espacios vacíos en el palenque de la vida institucional, con la amnesia por prenda –acendrada característica del panismo que se atemoriza hasta de sus propias doctrinas-, se anima hoy a calificar como “vagos y baquetones”, es decir flojos de atar, a los diputados federales, generalizando con torpeza evidente, por cuanto, dicen, no hacen ahora sus tareas y dejan correr el tiempo, perdiéndolo. ¡Y esto fue lo que hizo precisamente él cuando, al pretenderse figura histórica viviente, creyó que bastaba con haber llegado a Los Pinos para asegurarse un nicho!

A la mitad de aquel periodo paralizante –sus supuestos lauros en materia económica se dieron por efecto de la continuidad en las políticas financieras, armadas desde los feudos de la hegemonía priísta-, Diego Fernández de Cevallos, quien pudo en 1994 constituirse en el primer panista en alcanzar la Primera Magistratura hasta que decidió bajarse del caballo a mitad de la carrera, claudicante en cuanto a presencia y proyectos en las últimas semanas de su campaña, resumió con su habitual sarcasmo:

-Fox será recordado por dos hechos de la mayor relevancia: primero, haber sacado al PRI de Los Pinos, y, segundo, haberlo vuelto a meter.

Algo presentía el singular personaje, en su faceta de legislador, a la vista de los graves desaciertos de un régimen que él había ayudado a forjar aunque sus diferendos con Fox fueran de la mayor importancia. Y no era, desde luego, por efecto de una imaginación febril sino, más bien, como resultado de un agudo análisis de los daños colaterales de un cogobierno de facto, en el que ella, la señora Marta, marcaba pautas incluso cuando se evidenciaron las lagunas mentales de su consorte –la medicación que seguía éste corrobora el aserto-.

Con estos antecedentes, ¿cómo es que el señor Fox se anima a descalificar a los congresistas por el hecho de cumplir con sus funciones elementales? No los cuestiona por despilfarros evidentes ni por sus recargados sectarismos, sino por flojos, considerando esta condición a partir de que no aprueban al vapor las iniciativas presidenciales, armadas con criterios muchas veces facciosos, porque desconfían de ellas como un efecto natural de la ilegitimidad de origen del mandatario en curso. Y es en este punto en donde el señor de San Cristóbal se dibuja a sí mismo de nueva cuenta.

Para Fox, enfuruñado en distintas ocasione cuando los legisladores le salían al paso –entre otras cosas para no autorizar sus periplos al exterior por haber dejado al último el cumplimiento de este requisito-, el Legislativo fue observado, nada menos, como “un freno al cambio” y con esta sentencia animó a las huestes panistas a intentar remar a contracorriente en 2003, esto es para asegurarle al presidencialismo atávico su preeminencia mayoritaria en sendas Cámaras... a la usanza del viejo priísmo. No pudo salirse con la suya y, entonces, prefirió arrinconarse para evitarse así dolores de cabeza. Luego, al final, no tendría otro remedio que usar la parafernalia del Ejecutivo federal para abanderar la causa del continuismo y frenar la tendencia en pro de un viraje ideológico hacia la izquierda. Y con ello compró su propia, indecorosa impunidad.

Por esto es trascendente ocuparse del asunto aun cuando algunos consideren que sobre Fox ya se escribió lo suficiente. No es así. Y tal se demuestra con la locuacidad del mismo, cada vez en tono más insolente, y en el pretendido liderazgo que ejerce en pleno pulso soterrado con el llamado “primer mandatario”, quien se ha cansado de pagar las facturas a las que dio lugar su propia exaltación presidencial a trompicones en diciembre de 2006.

No por otra cosa me ocupo del tema y de la perniciosa pareja que dejó la residencia oficial convencida de estar por encima de los demás para enfrentar las secuelas del malhadado mandato legado por ella. ¡Cuán satisfactorio sería, para este columnista y todo mexicano de bien, enterrar de una vez por todas al ominoso episodio foxista! Por desgracia, no podemos hacerlo todavía. Los estertores, a veces, causan graves daños colaterales.



Debate


Desbocado, el pernicioso ex presidente Fox –cuando menos durante el pasado priísta quienes dejaban la silla del águila asumían la sentencia del ostracismo como parte ineludible del juego político-, ha participado, de lleno, en dos asuntos controvertidos, de enorme gravedad para la dirigencia de su partido, es decir del PAN –es necesario puntualizarlo porque en esta época los saltos voladores son harto frecuentes-:

1.- Precipitado, viajó a Hidalgo para subrayar su apoyo a la candidata “aliancista”, Xóchitl Gálvez Ruiz, quien fuera comisionada para asuntos indígenas bajo el cogobierno foxista, lo que provocó la indignada reacción de los coaligados dirigentes de la izquierda, desde el PRD hasta el PT, y la censura de Andrés Manuel López Obrador quien, sin miramientos, llamó a sus mayores incondicionales, en el Partido del Trabajo, a romper las alianzas, esto es no sólo en Hidalgo sino también en las demás entidades en donde marchaban junto con el PAN en plena efervescencia de la incoherencia. No era aceptable que el ex mandatario, denunciado por ellos como el numen de la antidemocracia y parte sustantiva de la conjura contra Andrés Manuel en 2006, pretendiera sumarse a un corrillo en donde, francamente, estorbaba por su pasado.

(Menos mal que en este caso si se aplicó la memoria y no la amnesia bajo la cual es factible ir de la mano con otros predadores históricos, como el nefasto Manuel Bartlett, presentados ahora en nueva faceta como pretendidos defensores de la soberanía petrolera y energética a despecho de las persecuciones por ellos emprendidas cuando ocuparon elevados cargos públicos. La otra cara de la moneda).

Y ahora otros emulan a Xóchitl, como el zacatecano Cuauhtémoc Calderón –vaya extraña combinación de nombre y apellido aun cuando estén de moda las coaliciones turbias-, quien se anima a extender invitación a Fox porque no encuentra otros brujos que puedan hacerle la tarea de seducir demagógicamente a los electores.

2.- Y más recientemente cuestionó a los líderes de su partido, encabezados por el imberbe César Nava, en fase de noviazgo cursi, por no haberse decidido por “otro” candidato para la gubernatura de Aguascalientes con tal de sostener al ex alcalde de la capital de esta misma entidad, Martín Orozco Sandoval, víctima de una deplorable campaña orquestada por el gobernador, también panista, Luis Armando Reynoso Femat, con inclusión de una denuncia fraguada en los sótanos de la política –por cuanto a una permuta de terrenos y su posterior adjudicación, un asunto francamente menor en todo sentido como lo fue la que se fincó, en 2005, para el desafuero de López Obrador-, y destinada a favorecer al priísta Carlos Lozano, amigo del mandatario estatal. Al inhabilitarse a Orozco, la mejor carta panista, se despejaba así la ruta hacia la recuperación priísta de la plaza. Tan sencillo como eso.

Y el demócrata Fox, el mismo que tantas veces adoptó posturas intransigentes –por ejemplo cuando defendió al alcalde de Ciudad Juárez, Francisco Villarreal Torres, quien en abril de 1995 encaró al gobierno federal y se querelló contra éste instalando casetas municipales de peaje sobre los puentes fronterizos siendo denunciado y aprehendido por ello-, alegó que era inadmisible la “terquedad” con la que se mantenía la candidatura de Orozco sin detenerse en el cuestionado procedimiento, obviamente viciado de origen, para erradicarlo... a favor de la alternancia y del PRI. Cínico, concluyó que por ello, su partido “podría perder en Aguascalientes”... cuando de eso se trató, precisamente, la maniobra del gobernador Reynoso con quien Vicente se dejó ver a lo largo de la Feria de San Marcos.

Por cierto, el palenque y los toros llegaron hasta el feudo de San Cristóbal de la mano del mandatario Reynoso Femat quien agasajó al ex presidente con un preámbulo, por demás costoso, de la gran festividad sanmarqueña. Sólo eso faltaba para publicitar, exaltar y asegurar el cordial entendimiento de los dos personajes en plena escalada de fariseísmos extremos. ¿Y el PAN? Bien podría asegurar Fox, a la manera de Luis XIV: “El PAN soy yo... y pobre de aquel que piense lo contrario”.

Nava, por su parte, tímidamente –sólo a este nivel puede llegar su energía-, dejó entrever que podría procederse a la expulsión de Reynoso al demostrarse su contubernio con el PRI para asegurarse así su propia impunidad, según él cree. ¿Y respecto al metiche, insolente Fox? Bueno, seguimos siendo un país eminentemente presidencialista... ¡y que a nadie se le ocurra otra cosa!



El Reto


Este tipo de descomposturas sobre la marcha favorecen, sin duda, los alcances, rebases y victorias de los contrarios, en cuanto a lo narrado los panistas que de tanto copiarle al PRI han terminado por ser extensión sin disimulo del mismo... sólo en cuanto lo malo. (En lo poco bueno, digamos el retiro obligado de los ex presidentes, ya vimos que optan por la “diferencia”).

El PRI, con todo ello, va sobre caballo de hacienda, en apariencia. Pero, he aquí lo formidable, también en este partido no se cansan de caer en los mismos errores que nutren a sus adversarios del oxígeno necesario para emparejarlo en cada una de las contiendas en desarrollo. ¿O acaso el encaramiento de Emilio Gamboa a la dirigencia de la CNOP es acaso reflejo del imperativo de sanear los cuadros anquilosados para mostrar siquiera un rostro más fresco y menos contaminado por los amafiamientos y complicidades? Con sujetos como éste, de pasado ríspido y presente oscuro –no olvidemos sus nexos con la red de pederastas de Cancún y el poblano Mario Marín Torres, impune por la exacerbación de la prepotencia-, no puede aspirarse a la recuperación de la confianza pública.

Y, sin embargo, priístas predadores y panistas imitadores, se mueven. ¿Cambio?



La Anécdota


En sus lejanos días de academia, Agustín Carstens Carstens, en la actualidad gobernador del Banco de México para posibilitar con este cargo su salida de la Secretaría de Hacienda luego de la “neumonía” complicada con infarto y hasta la influenza política que marcó un derrotero impregnado de vaivenes, era observado por sus compañeros como una especie de ratón de biblioteca:

-Le llamábamos el ninopótamo –me contó uno de quienes le conocieron entonces-, porque su figura singular parecía perfilar también su obesidad intelectual. Esto es, atesoraba estadísticas y conocimientos... sin saber cómo aplicarlos a la praxis.

Cuando fue señalado, por las cúpulas financieras, para ocupar la cartera de Hacienda, incorporándolo al gabinete de calderón desde su posición de “segundo” en el Fondo Monetario Internacional bajo la guía del español Rodrigo Rato, el mismo ex compañero de aulas opinó sobre el particular:

-Con Agustín la única garantía que tenemos se fundamenta en la salud de su computadora.

Hasta que su mundo cibernético comenzó a estornudar. Abundaremos.

E-mail: rafloret@hotmail.com

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