lunes, 14 de junio de 2010

MÉXICO Y LA IMPUNIDAD

RAFAEL LORET DE MOLA

lunes, 14 de junio de 2010


La sensación de que en México los malos presagios sólo son escenarios fantasiosos acaso terminó en marzo de 1994 cuando, ante el azoro colectivo, Luis Donaldo Colosio fue acribillado a mansalva en la ratonera que dispusieron para él, en Lomas Taurinas, los coordinadores de su campaña acaso contaminados por la casa presidencial y su operador principal: el franco-español Joseph-Marie Córdoba Montoya. Hasta entonces, los electores mexicanos sólo sonreían, como si se tratara de un sarcasmo, cuando las encuestas comenzaron a mostrar tendencias favorables a la oposición, al PAN específicamente entonces abanderado por Diego Fernández de Cevallos, en detrimento de la aviesa tradición continuista bajo el manto protector del partido oficial.

Como bien sabemos, muerto el candidato a quien se observaba como “futuro presidente” siguiendo las líneas de la costumbre –y tratado como tal en cuanto a su seguridad a cargo del Estado Mayor Presidencial y del general Domiro García Reyes, el “inconsolable” que no ha dado todas las respuestas-, bastaron unos cuantos días para exaltar a sucedáneo, Ernesto Zedillo, a partir de un vídeo en el que Colosio reconocía los méritos de aquel cuando fue designado coordinador de campaña.

Fue como un llamado imperativo a la unidad partidista con el propósito de evitar fisuras innecesarias. Por supuesto, los ex presidentes, y sobre todo Luis Echeverría quien ya obraba a favor de Emilio Gamboa Patrón –ahora dirigente de la CNOP priísta como señal clara de “renovación” a los ojos de una ciudadanía ahíta de mafias-, fueron frenados en seco. Y arrancó la campaña más corta de la historia, reducida a tan solo tres meses, y la de mayor efectividad: hasta hoy, Zedillo, sin perfil político claro ni mucho menos carisma, es el mexicano más votado de la historia con un resguardo de más de 17 millones de sufragios. La estratagema funcionó a la perfección... sobre la sangre política derramada.

Con este antecedente, a la sombra de la impunidad sostenida a través de dieciséis años, y sopesando los riesgos de la inseguridad pública, extendida de hecho a toda la República, no podemos descartar ningún escenario, incluyendo el criminal, de cara al proceso sucesorio ya iniciado y que desembocará en el mitológico 2012. Y tal, desde luego, no significa una perversa inducción sino un llamado a tiempo para evitar una descomposición todavía mayor –aunque parezca que hemos tocado fondo- del sistema político mexicano. Mucho menos si consideramos que los responsables intelectuales del asesinato de Colosio, lo mismo que los de otros hechos ominosos como los homicidios del Cardenal Juan Jesús Posada Ocampo y de Juan Francisco Ruiz Massieu, en 1993 y 1994 respectivamente, no han sido siquiera señalados. Puros asesinos solitarios. ¿En serio?

Y no hablamos de las escenografías criminales –de ellas nos ocupamos en “2012: La Sucesión”, Océano-, sino de las nada veladas advertencias que por doquier circulan; y no son de cualquier calibre porque algunas de ellas ya han sido consumadas. Bien lo saben, cuando menos, dos gobernadores del norte del país a quienes los reclamos de un célebre capo los colocaron en amarga situación; e igualmente la mandataria de Zacatecas, Amalia García, tusada hace poco más de un año por obra y gracia de los narcos en crecida por toda la región y hasta Durango. Tampoco puede descartarse que el secuestro de Fernández de Cevallos tenga el mismo sello a través del camuflaje de los subversivos con ropajes de luchadores sociales.

Por Sinaloa se cuenta –como ya reseñé en su momento- que quien pretenda sentarse en el sillón del gobernador sólo podrá hacerlo si previamente “negocia” con los cárteles posicionados en la entidad. Quizá por ello crecen las sospechas en torno al priísta Jesús Vizcarra Calderón, a quien proveyó de privilegios sospechosamente el gobernador en funciones Jesús Aguilar Padilla, por cuanto a sus presuntas interrelaciones con el muy influyente Ismael “el Mayo” Zambada, tan a la vista que no duda en retratarse con Scherer para aparecer en la portada de Proceso... sin soltar prenda, por supuesto, aun cuando algunos interpretaron su mensaje como un saludo a Felipe Calderón por aquello de que no están interesados, ni él ni los de su grupo, el cártel del “Chapo” Guzmán, en atentar contra él. Vaya respirito.

Sería iluso suponer, más bien, que bajo el flagelo de la violencia y la creciente descomposición política, probada por las intrigas palaciegas y las partidistas de arcaicas formas –las “campañas negras” de 2006 son apenas un antecedente inocuo-, los postulantes a la Primera Magistratura, lo mismo que cuantos se acercan a las gubernaturas de las doce entidades en vías de renovarlas a partir de julio próximo –si bien en dos casos, Hidalgo y Quintana Roo, la transmisión de los ejecutivos estatales se dará hasta abril de 2011-, están exentos de presiones y asechanzas. Lo ingenuo no es, por tanto, asumir esta advertencia con preocupación sino precisamente lo contrario, esto es soslayarla.

Las cartas, además, parecen marcadas por el fragor de un combate que, por desgracia, nuestro gobierno no va ganando. Y los vacíos de poder se amplían.

Debate


En este entorno descompuesto, en el que el “capo” Zambada anunció ya su intención de no socavar al gobierno de Calderón ni a éste en lo personal, se evidencia que quienes corren mayores riesgos son, en este orden: Enrique Peña Nieto, vanguardista por el momento de la justa presidencial; Andrés Manuel López Obrador, cuya figura conmueve a los depauperados en fase de desesperación; Marcelo Ebrard Casaubón, por cuanto puede representa como opción de la izquierda... y el senador Santiago Creel Miranda, cuyo perfil concentra al grupo no presidencialista dentro del PAN. No malinterpreten los lectores: el columnista advierte, no sentencia.

Sabemos que, cuando menos, Peña Nieto ha sido amenazado, desde hace poco más de dos años, por el cártel de Sinaloa. Ello se dio cuando, a finales de mayo de 2008, se fraguó un operativo para aprehender a Ignacio “Nacho” Coronel, tercero en la jerarquía del mencionado grupo detrás del “Chapo” y “El Mayo”. Desde entonces el gobernador mexiquense reforzó su propia seguridad –y la de los suyos, sobre todo tras el incidente de Veracruz en donde perdieron las vidas los custodios de sus hijos, precisamente en mayo de 2007, apenas unos meses después del fallecimiento de Mónica Pretelini, la madre de los menores-, aun cuando, a últimas fechas, se ha dado cierta distensión por el imperativo del gobernador por mostrarse cercano a las masas que confluyen hacia los mítines partidistas.

López Obrador, por su propia exposición y pese a que cuenta con elementos de seguridad, incluso mujeres, con enorme capacidad operativa, confronta severos riesgos. No quiero ni siquiera supone cuál sería la reacción de sus incondicionales, de número impreciso pero capaces de formar cordones multitudinarios cada que son convocados, s se produjera un atentado en contra del líder de la resistencia civil. Y tal podría extenderse a la figura de Ebrard, quien mantiene fidelidad y cercanía con los lópezobradoristas a pesar de sus diferendos estratégicos.

Finalmente, el caso de Creel podría inscribirse con paralelismo, si bien indeseable, con el terrible cautiverio de Fernández de Cevallos, tan contrario a la elite calderonista que el mandatario en funciones debió reconocerlo y explicar lo conducente cuando repelió verbalmente el doloroso hecho. Don Santiago es rival de Calderón desde hace ya muchos años, digamos desde el momento mismo en que compartió el gabinete de Fox y comenzaron las turbulencias de la sucesión de éste. Tengo, en fin, la percepción, por ahora meramente especulativa, acerca de que sus principales enemigos están demasiado cerca de él.

La fragua de las conjuras es tan amplia que, por elemental sentido común, no es razonable desechar hipótesis como las formuladas líneas arriba. Aunque parezcan ominosas y las pretendamos por ello inadmisibles.

El Reto


Por lo expuesto, el desafío mayor es, precisamente, preservar la integridad de los postulantes, de todos ellos y no sólo los nombrados –es obvio que los demás, secretarios de Estado, gobernadores o legisladores, tienen un grado de exposición sobresaliente-, para asegurar con ello la viabilidad política del país. Si caemos en una tendencia de adelantado golpismo, como sucedió en 1994, la conflictiva tenderá, sin remedio, hacia la ingobernabilidad. Y ya de por sí estamos en un escenario cuya complejidad está demasiado a la vista.

Porque, desde luego, narcos e insurrectos no son los únicos peligros a sopesar. También debe considerarse que los mandos castrenses y judiciales, envueltos en vaivenes constantes y pulsos altisonantes –por ejemplo, el coahuilense Humberto Moreira Valdés no ha dejado de señalar los excesos de los militares, cada vez en tono más encendido, lo mismo cuando se refiere al proceder sectario, para él, de la casa presidencial-, pueden generar un entorno de alta peligrosidad por cuanto aumentan sus coberturas callejeras y con ellas los abusos del poder real sobre una sociedad en estado de indefensión.

No es halagüeño el panorama. Y no se trata de una mera febril imaginación. Lo peor sería, de nueva cuenta, que las bombas nos estallarán en las manos porque no hubo nadie capaz de desactivar los polvorines plenamente identificados.

La Anécdota


En octubre de 1993, cuando apareció en librerías “Presidente Interino” –Grijalbo-, cuyo desenlace era, precisamente, el asesinato del candidato oficial a la Presidencia, el entonces secretario de Gobernación, el chiapaneco Patrocinio González-Blanco Garrido, replicó con sorna al enunciado:

--Los mexicanos no imaginamos a un “presidente interino” –alegó-, ¡ni en la cruda de año nuevo!

Cuando, al fin, llegó el amanecer de 1994, el funcionario despertó, muy cerca de la tomada San Cristóbal de las Casas, en el rancho familiar, sin acertar a encontrar explicaciones en apariencia. Luego, en marzo, con Patrocinio fuera del Palacio de Bucareli, se daría el magnicidio de Lomas Taurinas. Y la “cruda” se prolongó hasta septiembre, cuando cayó el ex gobernador de Guerrero, Ruiz Massieu, llamado a ser el “delfín” del gabinete del sucedáneo Zedillo.

La memoria ayuda a prevenir reincidencias y males mayores. Pero, por desgracia, siempre es más certera la amnesia colectiva.

E-Mail: rafloret@hotmail.com

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